Teherán, 29 sep (EFE).- El regreso de las sanciones del Consejo de Seguridad Nacional de la ONU contra Irán ha encendido la preocupación y la incertidumbre en una población que siente cada día el impacto directo en sus bolsillos y en su vida diaria de una inflación superior al 45 % y un rial en mínimos históricos.
En el bazar tradicional de Tajrish, en el norte de Teherán, se escucha a la gente hablar sobre los precios, la falta de oportunidades y el temor al futuro tras la reimposición este domingo de las sanciones internacionales contra la República Islámica.
Vahid, que tiene una tienda de comestibles en el mercado desde hace 15 años, contó a EFE que desde que Francia, Alemania y Reino Unido (E3) activaron el 28 de agosto el mecanismo para restaurar las medidas punitivas a Teherán “los precios se han disparando”.
“Las sanciones afectan de manera directa a mi negocio. Cuando se restringen las importaciones, los precios se disparan y mis clientes compran menos”, explica el hombre de 48 años.
La gente en el bazar comenta sus dificultades para cubrir los gastos esenciales. Monir, ama de casa de 51 años, relata que desde hace meses su familia ha reducido la compra de carne y productos lácteos “porque no nos alcanza el dinero y esto va a peor”.
“Todo es una estrategia de supervivencia. No se trata de vivir, sino de resistir”, explica con cara angustiada.
Las seis resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptadas entre 2006 y 2010 contra Irán y ahora restituidas, prohíben al país enriquecer uranio y realizar actividades relacionadas con misiles, establecen un embargo de armas y el congelamiento de activos, y autorizan inspecciones de aviones y buques iraníes en aguas internacionales, además de imponer limitaciones bancarias y financieras.
Estas sanciones se suman a las impuestas por Estados Unidos desde 2018. Ante ese contexto, la moneda iraní se ha ido devaluando día a día, registrando una caída del 11 % en el último mes, y alcanzó ayer un mínimo histórico de 1.100.000 riales por dólar.
Mientras, la inflación ha superado el 45 % interanual, con los alimentos básicos disparándose casi un 58 % en un año, mientras que el agua y la electricidad han subido un 64 %, según datos de la semana pasada del Centro Nacional de Estadísticas.
Con los números en rojo y las nuevas sanciones, Nastaran, una estudiante de posgrado en arquitectura, afirma que su generación se enfrenta a una “barrera gigantesca” en el país, ya que con las medidas punitivas “disminuye la inversión y, como consecuencia, hay menos empleos y más jóvenes pensando en emigrar”.
La joven de 24 años argumenta que “la inflación destruye la planificación y alimenta la sensación de que el futuro aquí está bloqueado”.
Pese a los temores de la población, las autoridades e instituciones comerciales tratan de restar importancia a los efectos económicos de las sanciones.
“Sus efectos no son tan grandes como sugiere la propaganda, pero sin duda afectarán”, aseguró el domingo el jefe de la Cámara de Comercio de Irán, Samad Hosseinzadeh, según la agencia Tasnim.
Sin embargo, algunos economistas, como Mehdi Pazouki, alertan sobre riesgos mayores, como déficit presupuestario, recesión prolongada, aumento de la desigualdad y descontento social.
Temor a una nueva guerra
Muchos iraníes creen además que el aumento de la presión internacional provoque nuevos ataques contra el país persa como ya sucedió en la guerra de los 12 días entre Israel y la República Islámica en junio, a la que se sumó Estados Unidos con bombardeos a instalaciones nucleares iraníes.
“La sensación es que cualquier chispa puede volver a encender el fuego”, afirma Amir, taxista de 41 años, convencido de que “la presión internacional aumenta la posibilidad de otro enfrentamiento militar”.
Nastaran comparte esa inquietud: “Mis amigos hablan de irse antes de que estalle algo peor”. La estudiante universitaria indica que el temor se mezcla con la desconfianza hacia las autoridades.
“Si el Gobierno hubiera priorizado el bienestar de su gente, no estaríamos en este punto”, recrimina, haciendo referencia a que la República Islámica no haya alcanzado un acuerdo con Occidente para evitar las sanciones a cambio de frenar el enriquecimiento de uranio, que “aparte de presión internacional, no ha dado nada al país”.
Con las sanciones ya en juego y la sensación de aislamiento, millones de iraníes se enfrentan a un futuro cada vez más incierto.
Aydin Shayegan

