Madrid, 4 ago (EFE).- Los ‘guacamayos barba azul’, una especie de loro endémica de Bolivia y en peligro de extinción, son capaces de aprender nuevos trucos y acciones observando a sus compañeros, una forma de imitación de terceros propia de los humanos y que podría ayudar a entender los comportamientos grupales tan sutiles y sociales de estos animales.
Lo han comprobado investigadores del Instituto Max Plank de Cognición Animal en colaboración con científicos de Loro Parque de Tenerife, que han demostrado cómo estos animales aprenden a mostrar ciertos comportamientos inusuales demostrados por otro congéneres sin necesidad de haber recibido un entrenamiento explícito; hoy publican los resultados de su trabajo en la revista Scientific Reports.
La ‘imitación de terceros’, han subrayado los investigadores, es la capacidad de aprender mediante la observación pasiva de las interacciones entre dos individuos, en lugar de mediante instrucción directa, y en los humanos, esa habilidad se asocia con la transmisión de prácticas culturales y normas sociales, pero ninguna investigación anterior había encontrado evidencia de imitación de terceros más allá de los humanos.
Los investigadores estudiaron 14 guacamayos barba azul de Loro Parque; fueron doce sujetos experimentales y una pareja de machos entrenados durante ocho años y probaron si los primeros eran capaces de imitar las acciones que hacían los que ya habían sido preparados y responder a los gestos de los investigadores; comprobaron que sí.
Levantaban una pata, giraban, batían las alas al recibir una orden sin haber sido entrenados específicamente para ello, y algunas de las aves imitaban acciones espontáneamente incluso antes de recibir la orden o una recompensa.
La bióloga Esha Haldar y sus compañeros del grupo de investigación sobre la cognición animal que el instituto Max Plank alemán tiene en Loro Parque Fundación testaron así a un grupo de prueba ‘ingenuo’ que observaba de una forma pasiva a un demostrador de su misma especie mientras realizaba acciones arbitrarias e inusuales en respuesta a las órdenes gestuales que recibían de los humanos.
Una forma de imitación solo vista en humanos
El grupo de loros «ingenuos» aprendió más acciones, más deprisa y con más precisión que los loros incluidos en un «grupo de control», por lo que los investigadores han concluido que la especie es capaz de aprender y de imitar simplemente observando a los ‘suyos’.
Los hallazgos son notables porque demuestran por primera vez que la imitación de terceros existe en un animal no humano, ha destacado el Loro Parque Fundación en una nota difundida hoy.
La investigadora Esha Haldar ha subrayado que ese tipo de imitación no se había descrito antes en animales, y ha precisado que en los seres humanos, la imitación de terceros se observa ampliamente y es frecuente en muchas sociedades cazadoras-recolectoras actuales, donde los niños suelen aprender las normas sociales observando pasivamente a sus mayores, en lugar de aprender a través de la interacción directa.
“Es normal que los niños humanos comiencen a imitar desde el nacimiento, pero solo desarrollen la capacidad de imitar a terceros a partir del segundo año de vida, cuando también desarrollan la capacidad de adoptar perspectivas. Aunque nuestros hallazgos no son una prueba directa de la capacidad de adoptar perspectivas en los guacamayos, sí sugieren su presencia”, ha apuntado Haldar.
El director científico de Loro Parque Fundación, Rafael Zamora, ha observado que los guacamayos barba azul en Bolivia conviven durante una parte del año en grupos sociales y la composición del grupo puede cambiar a lo largo del tiempo, lo que requiere una integración más rápida de los individuos y una sincronización del conjunto.
«La imitación de congéneres en los loros puede facilitar esos procesos mediante el aprendizaje de comportamientos típicos del grupo, movimientos coordinados o gestos”, ha precisado Rafael Zamora.