Madrid, 3 jun (EFE).- “En el cementerio de Nador, en Marruecos, hay cientos de tumbas sin nombre”. Así arranca ‘Los Nadie’, una novela gráfica que rescata del anonimato la historia de cinco jóvenes que murieron, junto con otras 23 personas, en la trágica jornada del 24 de junio de 2022 durante un intento de llegar a España saltando la valla de Melilla.
El cómic (Dolmen editorial), realizado por el periodista Sergio Illescas y el ilustrador Mario-Paul Martínez, narra esas cinco vidas contadas cada una a través de la mirada de cinco ilustradores afrodescendientes de diversas partes del mundo, con el objetivo de relatar el drama humanitario de la inmigración y reconstruir la vida y la identidad de alguna de sus víctimas.
“Los entierran sin nombre ni apellidos, les ponen una piedra, un número y un símbolo. Me pareció muy dramático. No se les dignifica ni cuando se mueren. La idea es demostrar que estas personas son personas, que tienen alma. Queríamos reconstruir la vida de alguno de ellos para que no sean números. Humanizar las cifras”, asegura en una entrevista con EFE Illescas.
En concreto, el cómic da identidad a cinco muertos de lo que muchas ONG ‘s denominaron La masacre de Melilla, en la que (según las autoridades marroquíes) 23 personas perdieron la vida en su intento de llegar a España a través del paso fronterizo entre Nador y Melilla.
Una cifra de muertos que asciende a 27 personas, junto con otros 70 desaparecidos, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), en una jornada que consideran fue “una emboscada” para las cerca de 2.000 personas, en su mayoría sudaneses, que ese día intentaron saltar la valla para buscar un futuro mejor.
En lugar de centrarse solamente en la información, los autores del libro quisieron poner rostro a la tragedia y buscaron supervivientes de ese episodio para conocer la historia de aquellos que murieron en el intento.
“La idea era contarlo a través de una novela gráfica que permite la capa de profundidad que merece la historia, tanto a nivel de información como lírico. Este formato puede llegar mucho más, nos permite empatizar, extendernos mucho y contar las cosas de otra manera”, afirma por su parte el ilustrador del cómic Mario-Paul Martínez.
Para narrar la historia, Illescas y Martínez se decantaron por contar, en blanco y negro, el desarrollo general del cómic y, en color, solo esas partes en las que se cuenta la vida de cinco de estos fallecidos.
Humanizar el drama humanitario
Historias que ilustran los afrodescendientes Eusebio Nsue (Guinea Ecuatorial), Gabriel Castillo (República Dominicana), Shiroug Idris (Sudán), Zainab Fasiki (Marruecos) y Frank Zarate (Colombia). “Es un cómic que aporta una visión distinta, no solo gráficamente, sino de guión”, detalla Martínez.
A Zainab Fasiki le tocó dibujar la historia de Hanin. Un chico sudanés de 26 años al que describe como “apuesto, generoso, con una sonrisa reluciente que irradiaba positividad por todos lados”.
“Para la gente estos muertos son números, no tienen un nombre ni una vida, y por eso hicimos este cómic. Esta tragedia pasa cada día en las fronteras de todo el mundo. Yo siempre dibujo sobre tabúes de sexualidad en Marruecos, pero también sobre temas políticos. Llegar a los jóvenes es nuestro objetivo”, asegura a EFE la ilustradora marroquí.
Elegir las cinco historias fue una labor muy complicada para los autores, que recorrieron ambas partes de la frontera para encontrar familiares y amigos de las víctimas: «Hablamos con uno al que su hermano se le murió entre los brazos. Y encontramos familiares que querían contar sus historias”, destaca Illescas, creador del proyecto.
Para poder completar la novela tuvieron que invertir alrededor de dos años, entre hacer el cómic y volver a Marruecos para ver cómo estaba la situación un año después de la tragedia.
“El cómic nos da una faceta que la gente desconoce. Intentamos contar la historia y dar todas las visiones. Es como una buena película, no te dice cómo pensar, te deja pensar a ti. Jugamos con los silencios, los diálogos y un rostro que después de seguirlo por 170 páginas empatizas con él ”, añade Martínez.
Un libro que deja huella, que muestra una realidad incómoda y necesaria. Que aporta vida donde solo hay dolor. “Hemos cerrado un viaje en el que los dos nos hemos nutrido. Y en el que nos llevamos también lo que nos han aportado los artistas que participan, de distintos lugares y con una diferente forma de pensar y dibujar”, concluye Illescas.
Javier Picazo Feliú

