Los náuticos dibujan una nueva estética femenina: ya no son ni de pijos, ni de padre

Cedida por la firma española Bloom & You. SOLO USO EDITORIAL.

Carmen Martín

Madrid, 7 jul (EFE).- De origen marinero y vinculado a los escenarios más pijos en la década de los 80, los náuticos, zapato de padre por excelencia, se traslada al guardarropa femenino y se convierte en el calzado más deseado de la temporada para combinar con vestidos veraniegos de encaje o bermudas y camisetas marineras.

Desde que llegaron las sandalias ‘ugly shoes’ (zapatos feos), las deportivas, las bailarinas, los zuecos o las alpargatas de esparto, poco se había evolucionado en las hormas de calzado veraniego de la mujer.

Sin embargo, esta temporada, los náuticos se hacen virales y dibujan una nueva estética en el vestir femenino. Diseñadores y firmas como Miu Miu, Carven, Lacoste o Tod’s han apostado fuerte por ellos y los suben a las pasarelas de todo el mundo.

Los náuticos ya no son un calzado de padre ni están vinculados a la estética pija, «es una horma con mucho carácter que combina muy bien con prendas ultra femeninas como vestidos de encaje, pantalones anchos o bermudas», dice la experta en comunicación de moda y directora de la empresa Vality, Alicia Hernández.

En vista del éxito de este calzado, la firma de calzado Bloom&you ha diseñado unos mocasines tipo náutico fabricados en piel de color beis o rosa empolvado, aderezado con un cordón a tono.

Amados y odiados al mismo tiempo, este calzado, encasillado también en los uniformes de colegios de la alta sociedad, se convierte en tendencia de verano, incluso se lucen con calcetín blanco.

Así, se puede elegir entre modelos románticos en tonos pastel hasta diseños rotundos de color marrón con cordones y suela rotunda y gruesa, pasando por el modelo clásico azul marino y blanco con una suela más ligera en blanca.

Toman protagonismo los diseños que combinan dos o tres colores, una nueva declinación de este clásico que se democratiza y llega a todos los rincones para mezclarse con mini faldas, polos, camisetas marineras, vestidos de estilo ‘boho’ o trajes de lino.

Sus orígenes se remontan a 1935 cuando el estadounidense Paul A. Sperry luchaba para no resbalar en las cubiertas mojadas de los barcos.

Observó que su perro Prince no resbalaba debido a las hendiduras naturales en sus patas. Así, dio unos cortes en forma de zigzag en las suelas de caucho de sus zapatos y mejoró el agarre en las superficies mojadas.

El calzado se popularizó y se situó como un calzado masculino a medio camino entre el vestir formal y el vestir de ocio para esos momentos de relax.

Del ambiente marinero, en la década de los 50, el náutico se instaló en el ‘preppy’ (pijo) americano, el estilo que definía al niño bien, hijo de familias influyentes y adineradas, que estudiaban en Universidades como Yale o Harvard y vestía mezclando ropa deportiva como polos y camisetas con americanas, pantalones vaqueros o tipo «docker», todo ellos combinados con náuticos.

En la década de los 80 y los 90, los náuticos se convirtieron en un calzado de éxito entre la realeza y las clases más altas mientras navegaban por aguas del Mediterráneo y atracaban​ en puertos lujosos como Mónaco, Saint Tropez o Banus.