Redacción Ciencia, 2 jul (EFE).- El aprovechamiento de grasa animal para la dieta humana podría haber comenzado mucho antes de lo que se pensaba, según un estudio, que ha hallado una especie de ‘fábrica’ usada por los neandertales, hace 125.000 años, para procesar grasa ósea de sus presas en un yacimiento de Alemania.
Hasta ahora, la ciencia consideraba que el aprovechamiento de la grasa animal comenzó en el Paleolítico Superior, pero habría sido bastante antes según el descubrimiento descrito este jueves en la revista Science Advances, entre cuyos autores figura el científico español Alejandro García-Moreno, afiliado al Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC).
La capacidad de obtener calorías adicionales mediante la recolección de médula ósea y grasa ha desempeñado un papel fundamental en la evolución de la humanidad, ya que una mejor alimentación fue lo que ayudó a los seres humanos a vivir más tiempo y a reproducirse mejor.
Los cazadores-recolectores empleaban cantidades ingentes de energía para cazar, por lo que buscaron la manera de preservar la valiosa grasa ósea de sus presas para alimentarse.
Hasta ahora, la mayoría de los indicios de aprovechamiento de los lípidos animales se había encontrado en yacimientos del Paleolítico Superior, de hace unos 28.000 años, mucho después de la extinción de los neandertales.
El primer centro de procesamiento

Sin embargo, el análisis de restos del yacimiento arqueológico de Neumark-Nord (cerca de la ciudad de Halle, Alemania), ha evidenciado que allí se procesó grasa de al menos 172 mamíferos grandes (caballos, ciervos y bóvidos) por parte de una población de neandertales que habitó la zona hace 125.000 años.
Sus cadáveres (parciales) fueron transportados a este lugar para la extracción de los nutrientes de sus huesos, en particular de la grasa ósea.
Los datos, junto con más de 16.500 artefactos de sílex y otros objetos de piedra que indican el uso del fuego, mostraron que los neandertales transportaban los cadáveres de algunos de los animales cazados a esta zona, de unos 50 metros cuadrados, para fracturar los huesos y obtener nutrientes de ellos, especialmente grasa.
Este descubrimiento pone de manifiesto “una inversión considerable de tiempo y esfuerzo por parte de los ocupantes del yacimiento con el fin de recuperar los valiosos lípidos de sus presas para alimentarse”, concluyen los autores.