Almaty (Kazajistán), 29 sep (EFE).- Los miles de nómadas madridistas que siguen al equipo allá donde va han incluido en su lista un nuevo punto del globo futbolístico, la ciudad kazaja de Almaty, donde el equipo blanco jugará el martes ante el Kairat en la segunda jornada de la Liga de Campeones.
«Oye, que el Madrid encajó cinco goles ante el Atlético. El Kairat puede dar la sorpresa», le recordaba sonriente un vendedor al reportero de EFE en el Bazar Verde de la que fuera la capital de Kazajistán hasta 1997.
El bazar, donde se pueden encontrar todos los olores, sabores y colores de los nómadas que recorrían la antigua Ruta de la Seda, fue creado hace unos 150 años, pero esta zona del mundo ha visto pasar caravanas con las mismas especies, frutos secos y otras hierbas medicinales desde tiempo inmemorial.
Y es que Almaty, que se encuentra a poco más de 300 kilómetros de la frontera china, es un oasis de más de dos millones de personas en uno de los países más grandes e inhóspitos del mundo.
Carne de caballo y leche de camello

La carne de caballo es uno de los signos de identidad de la estepa kazaja, inhóspita tanto en verano como en invierno, ya que no hay donde resguardarse de las temperaturas extremas.
Su sabor no es muy diferente al de otro carne cuando es guisada. Aunque a los kazajos les gusta más ahumada o en embutido, como una longaniza. En Almaty también se puede comer estos días una versión más moderna: la hamburguesa de caballo.
El cliente duda, pero la tendera, que no hace diferencias entre un kazajo, un turista o un aficionado al fútbol, la convence al darle a probar un trozo de carne de equino.
También es muy popular la leche de caballo y de camello, y las bolitas de queso que los nómadas llevaban consigo cuando tenían que recorrer grandes distancias, ya que su concentrado de nutrientes les daba fuerzas para llegar sanos y salvos a su destino.
Todas las especias y hierbas que uno puede imaginar se pueden encontrar en el bazar. Unas valen para cocinar y otras valen para curar un catarro o reforzar el sistema inmunológico.
Frutos secos de todas las latitudes, alboricoques secos y granadas -que son exprimidas a presión con un utensilio de metal- convierten los puestos en un arcoíris a los ojos de los visitantes.
Pero por lo que es famosa realmente Kazajistán es por ser la cuna de una fruta poco exótica: la manzana. De fruto silvestre se convirtió en un alimento básico en casi todo el mundo, aunque las manzanas kazajas son especiales, tanto por su sabor como su tamaño.
Hasta a más de dos mil metros de alturas en las laderas de las montañas que rodean la ciudad se ven manzanos, que producen una especie muy resistente a las bajas temperaturas.
Almaty, allá vamos

Fiel a su espíritu universal, el Madrid recibió varios miles de entradas, que repartió entre sus peñas de todo el mundo. Por ejemplo, de China, donde cuenta con muchos seguidores desde la gira galáctica de 2003, y de otros lugares del continente eurasiático vendrán varios miles de aficionados.
«Hemos ido a todos los partidos del Madrid en lugares remotos para el equipo (Minsk, Kiev, Tallin), aunque últimamente es más difícil. La última vez fue en Tiráspol» (Transnistria) ante el Sheriff, comentó a EFE la rusa Zhanna.
Esta joven de San Petersburgo se enamoró primero de Zinedine Zidane en 1998 y después del equipo blanco cuando Florentino Pérez fichó al francés y éste disputó su primer clásico ante el Barcelona.
Perteneciente desde hace casi 20 años al Fondo Ruso, nombre que lleva escrito en la espalda de su chándal del Real Madrid, está dolida por la derrota ante el Atlético de Madrid. Se pregunta «dónde estaba Bellingham», pero se congratula de que Mbappé y Vinicius hayan entrado en la convocatoria.
«Más de cincuenta hemos viajado desde Rusia. Hemos pagado 50 euros», señala. Este precio contrasta con el que han tenido que pagar algunos aficionados, que supera los mil euros.
Muchos kazajos lamentan estos días de que no podrán acudir el martes al Estadio Central de Almaty, que sólo tiene capacidad para 23.000 espectadores.
«¿Me puedes conseguir una?», preguntan y se quejan de que las pocas entradas a la venta se terminaran en apenas unas horas.
Ante la alta demanda, algunos vecinos propusieron a los interesados ver el partido desde el tejado de los tres o cuatro edificios de viviendas que se encuentran en las inmediaciones del campo. Ese privilegio cuesta 185 euros por cabeza.
