Itupiranga (Brasil), 20 sep (EFE).- El plan del Gobierno brasileño de detonar kilómetros de roca en un río amazónico para facilitar el transporte fluvial se ha topado con la oposición de pescadores locales que temen el impacto sobre su modo de vida.
La aldea Tauiry, situada en el estado de Pará, anfitrión de la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU (COP30), lidera el rechazo al proyecto junto a la Fiscalía, que ha conseguido paralizar los permisos en los tribunales por el momento.
En el centro de la polémica está el estratégico río Tocantins, que nace en el interior del país, serpentea a través de campos de soja, se adentra en la Amazonia y finalmente desemboca en Belém, el mayor puerto del norte de Brasil.
A su paso por la aldea, las aguas del Tocantins fluyen por entre decenas de formaciones rocosas que se extienden a lo largo de unos cuarenta kilómetros.
El conocido como Pedregal de Lourenço interrumpe la navegación de grandes embarcaciones, pero es un paraíso para los cerca de 6.500 pescadores de la región, quienes en esta época extienden sus redes entre roca y roca, para aprovechar la tranquilidad del agua.
Algo en el río ha hecho ‘plop’ y el oído alerta de Ernandes Soares lo ha identificado inmediatamente como el salto de un tucunaré, un pez amarillento de hasta un metro de largo y muy apreciado en la culinaria local.
“Los remansos se ponen llenos de peces durante la luna nueva, es su casa”, dice este pescador de 52 años, mientras camina sobre el pedregal con el remo de su canoa como bastón.
Parte de esta “casa” de peces saltará por los aires si el Gobierno saca adelante el proyecto de detonar las rocas y dragar la arena del lecho del Tocantins para abrir un canal navegable de cien metros de ancho.
“Mientras el desarrollo sucede, nosotros, los pescadores que vivimos en la orilla y que dependemos del río, perecemos… Si quitan las rocas, ya no vamos a poder pescar allí”, afirma Soares, uno de los líderes de Tauiry.
Tras las obras, las autoridades calculan que se podrán embarcar río abajo veinte millones de toneladas de productos agrícolas al año, el equivalente a quinientos mil camiones, con un ahorro del 30 % frente al transporte terrestre, razón por la cual presentan la hidrovía como una “alternativa eficiente y sustentable”.
El Gobierno está impulsando canales en este y otros ríos para dar salida a la creciente producción de granos de Brasil, cuya cosecha este año batió un récord histórico, 350 millones de toneladas.
Pero la “alternativa sustentable” en el caso del Tocantins tendrá un “impacto enorme” sobre el hábitat de muchos peces, asegura el biólogo Alberto Akama, del Museo Paraense Emilio Goeldi.
“Debido a las hidroeléctricas que hay río abajo, algunas especies solo se crían en esta parte del Tocantins”, dice el especialista a EFE.
Pedidos de compensación justa

La nueva megaobra tiene un gusto a «déjà vu» en Tauiry, que ya se vio afectada por la construcción de una enorme hidroeléctrica en la década de los años ochenta del siglo pasado.
Graçinha Pereira, de 75 años, tuvo que mudarse a una ciudad vecina, ante la promesa del Gobierno de nuevas viviendas para los habitantes. Las viviendas nunca se materializaron y ella terminó por volver a su aldea quince años después.
“Si pudiera impedir la hidrovía lo haría, pero no tengo capacidad”, dice, resignada.
La mujer pide una compensación justa ante un impacto que ella da por seguro y señala que las propuestas del Gobierno necesitan estar “en papel” para evitar una repetición del pasado.
El órgano ambiental que emitió los permisos ha solicitado al Ministerio responsable presentar medidas para “garantizar” la renta de los pescadores y “minimizar” el impacto sobre los peces.
Con todo, la justicia ha paralizado los permisos, tras la denuncia de la Fiscalía por la falta de consulta previa a las comunidades y la “precariedad” del diagnóstico de la actividad pesquera.
La decisión fue recurrida por el Gobierno y está previsto que un juez visite Tauiry a finales de este mes para escuchar a la población antes de tomar una resolución definitiva.
Pereira, poseedora de una voz clara, ya tiene una canción preparada: “Pedimos a las autoridades que nos den más atención (…), quitarnos el pescado de la mesa es una gran humillación”.
Jon Martín Cullell
