Los tres ‘ángeles’ que devuelven la autoestima a mujeres con cáncer de mama

Para muchas mujeres volver a "verse bien" ante el espejo es la mejor forma para superar las cicatrices, tanto físicas como psíquicas, que provoca un cáncer de mama. "Necesitan sentirse como antes", explican Marta Beiro, Leticia Sueiro y Jéssica Martínez. Son las responsables de 'Memoria de pez', un estudio de tatuajes y estética de Sanxenxo (Pontevedra) que, de manera altruista, ayuda a reforzar la autoestima de estas mujeres mediante el uso de la micropigmentación y otras técnicas de belleza.-EFE/ Salvador Sas

Alejandro Espiño

Para muchas mujeres volver a "verse bien" ante el espejo es la mejor forma para superar las cicatrices, tanto físicas como psíquicas, que provoca un cáncer de mama. "Necesitan sentirse como antes", explican Marta Beiro, Leticia Sueiro y Jéssica Martínez. Son las responsables de 'Memoria de pez', un estudio de tatuajes y estética de Sanxenxo (Pontevedra) que, de manera altruista, ayuda a reforzar la autoestima de estas mujeres mediante el uso de la micropigmentación y otras técnicas de belleza.-EFE/ Salvador Sas

Sanxenxo (Pontevedra), 10 jul (EFE).- Para muchas mujeres volver a «verse bien» ante el espejo es la mejor forma para superar las cicatrices, tanto físicas como psíquicas, que provoca un cáncer de mama. «Necesitan sentirse como antes», explican Marta Beiro, Leticia Sueiro y Jéssica Martínez.

Para muchas mujeres volver a "verse bien" ante el espejo es la mejor forma para superar las cicatrices, tanto físicas como psíquicas, que provoca un cáncer de mama. "Necesitan sentirse como antes", explican Marta Beiro, Leticia Sueiro y Jéssica Martínez. Son las responsables de 'Memoria de pez', un estudio de tatuajes y estética de Sanxenxo (Pontevedra) que, de manera altruista, ayuda a reforzar la autoestima de estas mujeres mediante el uso de la micropigmentación y otras técnicas de belleza.-EFE/ Salvador Sas

Son las responsables de ‘Memoria de pez’, un estudio de tatuajes y estética de Sanxenxo (Pontevedra) que, de manera altruista, ayuda a reforzar la autoestima de estas mujeres mediante el uso de la micropigmentación y otras técnicas de belleza.

A Jéssica, a la que tanto Marta como Leticia llaman cariñosamente «la jefa» por haber impulsado este estudio, siempre le había gustado, cuenta a EFE en una entrevista, la idea de montar un estudio «que fuera una fusión entre la estética y el tatuaje» y en el que la gente «se sintiera cómoda».

«No quería un lugar oscuro, sino que fuera un sitio que animara a la gente a venir», explica sobre un estudio que para muchas mujeres «se ha convertido en algo muy familiar» y que ha logrado una comunidad en la que «todas nos apoyamos las unas a las otras».

Las tres compañeras «somos un equipo» y colaboran entre ellas para que sus clientas se sientan a gusto, «cada una con sus horarios, sus funciones y sus ingresos», aclaran, pero siempre tratando de buscar el mejor tratamiento para esas mujeres que cruzan su umbral.

Muchas de las que llegan a sus manos lo hacen buscando recuperar las areolas de sus pechos que perdieron tras una mastectomía, algo que Marta Beiro, especialista en esta técnica, realiza a través de un cuidado trabajo de micropigmentación.

Es un tipo de tatuaje semipermanente, más enfocado hacia la estética, que, según explica esta experta, «no son artísticos porque buscamos que sea realista» y «se acaba yendo con el tiempo para adaptarse a los cambios en el cuerpo de quien se lo hace».

«Habrá a quien le parezca una tontería pero verse de nuevo como eran antes para estas mujeres es muy importante», destaca esta micropigmentadora pontevedresa, porque en los hospitales «acaban con el tumor» pero la recuperación continúa a nivel psicológico.

Normalmente, las mujeres llegan al estudio «un poco a ciegas», por lo que sus responsables las asesoran desde el principio. «Las hay que llegan sin color o sin pezón, absolutamente nada», lo que para ellas es más fácil abordar porque «son como lienzos en blanco».

Si la mastectomía solo ha afectado a un pecho «copiamos la areola de un pecho a otro» y si hay algún resto se reconstruye con mucho cuidado «buscando que quede lo más parecido posible» al resto del seno, relata Beiro, que completa este trabajo en varias sesiones.

Lo primero «es que el color sea igual» entre areolas, algo que a veces cuesta conseguirlo porque los colores pueden alterarse sobre tejidos cicatrizados y, según asegura esta profesional, «también depende mucho de la piel de cada persona», tras lo cual «añadimos los detalles».

«Aquí no cobramos por eso. Lo que pedimos es que hagan una donación a la Asociación Española contra el Cáncer», subraya Marta Beiro, que apunta que el estudio asume también el coste de todos los materiales empleados para reconstruir las areolas.

El único requisito es que la paciente venga con un certificado médico que acredite que su tratamiento ha finalizado para no interferir en el proceso de curación. «Tenemos que saber en qué punto se encuentran antes de trabajar con ellas», añade la tatuadora.

Aunque esta reconstrucción de las areolas pueda ser lo más llamativo, en el estudio estas mujeres también reciben ayuda para recuperar sus cejas o sus pestañas, dos partes del cuerpo que pueden acabar muy dañadas tras un proceso que haya incluido quimioterapia.

Hay mujeres que llegan sin color en las pestañas o con muy poco pelo «y para resaltarlas un poquito utilizamos tintes o extensiones», apunta Leticia Sueiro, para quien este trabajo es casi artesanal porque «te viene gente con las pestañas muy débiles y maltratadas».

«Cuando se miran al espejo lloran ellas y lloro yo de la emoción», reconoce Sueiro, que sostiene que para las clientas que pasan por sus manos «recuperar lo que han perdido durante su enfermedad es muy importante, aunque sean cosas tan pequeñas como esta».