Leópolis, 11 jun (EFE).- Ucrania se enfrenta en los últimos días a una intensificación de los ataques aéreos de Rusia, que ha cambiado sus tácticas para crear la máxima destrucción posible y crear desesperación entre una población ucraniana que resiste pese a los intentos del enemigo de doblegarla.
“Todavía estamos en estado de ‘shock’, en especial nuestros gatos. Fue ensordecedor, y el yeso caía por el conducto de ventilación desde las plantas superiores”, dice a EFE Mariana Golub, una profesora de música de Lutsk, sobre el reciente ataque masivo que sufrió esta ciudad del oeste de Ucrania.
Junto a su hija Olga y a sus dos gatos, Mariana pasó en el baño de su apartamento la noche del pasado viernes, cuando Rusia atacó Lutsk con 15 drones y seis misiles y mató a una pareja de jóvenes cerca de donde vive la familia Golub en el mayor ataque que ha sufrido esa ciudad en toda la guerra.
Récords de drones que intentan sembrar el pánico
En las últimas semanas, Rusia ha lanzado contra zonas civiles lluvias de drones cada vez más densas que dan testimonio de su falta de interés en declarar un alto el fuego.
Los rusos lanzaron el lunes un ataque masivo en el que emplearon una cantidad récord de 479 drones más 20 misiles dirigidos sobre todo contra Kiev y la región occidental de Rivne. Ciudades como Odesa, Járkov o Ternópil también han sufrido los mayores ataques de toda la guerra durante los últimos días.
“Los ataques con drones Shahed están ganando en intensidad y son cada vez más aterradores”, dijo a EFE Hanna Boichenko, una vecina de Odesa. “Ya no es posible dormir mientras duran (los ataques)”, agregó Boichenko, que explicó que, cansados de pasar largas noches en vela, muchos han dejado de buscar refugio en los baños, los sótanos o los aparcamientos subterráneos y aceptan los riesgos de quedarse en sus camas para descansar algo.
“Estoy totalmente agotada después de una noche en el aparcamiento, temblando de miedo, de insomnio y de frío”, escribió en su cuenta de Facebook la conocida dramaturga de Kiev Natalia Vorozhbit. “Mi cabeza está vacía y no dejo de retrasarme con todas las entregas en el trabajo”, añadió.
Según el analista militar ucraniano Oleksandr Kovalenko, Rusia ataca de forma deliberada zonas densamente pobladas para crear miedo entre los ucranianos y forzarles a que acepten sus ultimátums.
Kovalenko afirma para explicar su razonamiento que los drones pequeños como los que emplea Rusia no son capaces de penetrar en infraestructuras militares fortificadas y que Ucrania ha trasladado a zonas más seguras su producción militar, lo que hace estos ataques inútiles a la hora de destruir estos objetivos.
Kovalenko advierte, sin embargo, que los drones rusos son cada vez más difíciles de interceptar. En la primera semana de junio, un 20 % de estos drones alcanzaron sus objetivos, un porcentaje que no superó el 3 % en febrero.
Algunos de estos drones transportan ahora 90 kilos de explosivos, el doble de su carga habitual, así como metralla para maximizar las bajas civiles. Estos aparatos no tripulados vuelan además a más distancia del suelo para evadir las defensas aéreas ucranianas.
Resiliencia y esperanza pese a todo
“Esto es un genocidio de los ucranianos. ¿Le importa algo al mundo?”, se preguntó la psicóloga de Leópolis Natalia Bordun en Facebook. La activista por los derechos humanos de talla internacional Oleksandra Matviichuk ha pedido en X que se aprueben sanciones más estrictas contra Rusia. “No habrá paz si no se utiliza la fuerza contra (el presidente ruso, Vladimir) Putin”, escribió Matviichuk.
Pese al agotamiento, los ucranianos perseveran. Después de compartir en las redes imágenes de las explosiones que les mantienen despiertos de noche, la mayoría vuelven a trabajar y a sus rutinas diarias.
“Da miedo, pero la vida continúa”, dice desde Odesa Hanna Boichenko.
Ruslan Sulzhik vive en Kiev y trabaja en el mundo de las finanzas. Sulzhik compara las tácticas rusas con el ‘Blitz’ fallido sobre Londres con el que Hitler quiso en 1940 hacer tirar la toalla a los británicos: “Esta campaña de terror también fracasará. No hace más que alimentar el odio a Rusia”.
Según encuestas de este mes de junio del Instituto Internacional de Sociología de Kiev, un 82 % de los ucranianos rechaza ceder ante los ultimátums de Rusia, mientras que un 60 % se declara preparado para seguir viviendo en condiciones de guerra “lo que sea necesario”.
“Nuestros aliados y enemigos deben entenderlo: los ucranianos quieren paz pero no se rendirán”, dice el jefe del instituto que hizo la encuesta, Andrí Grushetski.
Ucrania sigue dependiendo en gran medida de sus socios para poder defenderse de los ataques aéreos. Además de no aprobar más ayuda, EEUU acaba de suspender la entrega de 20.000 misiles anti-dron que la anterior administración se comprometió a enviar a Ucrania.
Ante esta situación, los ucranianos siguen buscando sus propias soluciones.
El pasado viernes, 33 drones rusos fueron interceptados por drones ucranianos de fabricación propia en Kiev. Estos resultados exitosos podrían verse muy pronto también en otras ciudades.
“Vivimos un infierno, pero hay esperanza en nuestras almas de que todo irá bien”, dijo a EFE Victoria Poslushna, una farmacéutica de Járkov que se resguarda en el pasillo de su casa con su hijo durante los ataques diarios que sufre la ciudad.
Rostyslav Averchuk