Barcelona, 1 ago (EFE).- El cineasta y científico Luc Jacquet fusiona cine y ciencia en ‘Antarctica Experience’, un viaje inmersivo al Polo Sur a través de unas imágenes que reflexionan sobre la conexión con la belleza planetaria, «el primer paso hacia una relación más pacífica con la naturaleza», pues entiende que «contemplar la belleza del mundo es un acto político».
La exposición, un estreno mundial que ha producido Giga Exhibitions bajo la dirección de Jacquet y que se ha instalada en la Cúpula Arenas de Barcelona, invita a los visitantes a descubrir el continente blanco de una forma espectacular, en un viaje inmersivo para «aquellos que nunca tendrán la oportunidad de ir al Polo Sur», comenta el documentalista en una entrevista con EFE.
«Quiero llevarlos de viaje para compartir, no solo paisajes, sino sensaciones y emociones», asevera el cineasta francés, que, dadas las dimensiones de los paisajes inmensos de la Antártida, ha creado una exposición «única en el mundo actual», compuesta por una sucesión de experiencias diferentes: «Hay salas diseñadas para la diversión, otras para la maravilla, otras asombrosas y otras que se centran más en la inmersión sonora».
Además, Jacquet advierte que es una «experiencia para compartir» y para salir de las «burbujas» de los teléfonos o los televisores para disfrutar con amigos o familia: «Es algo que tiene la virtud de ser vivido de la forma más colectiva posible».
Así, la idea principal de la exposición es «experimentar la Antártida como si se tuviera el poder de ir allí por arte de magia, sin pasar frío y sin los largos viajes en barco».
La belleza del mundo

Luc Jacquet destaca que la fusión de cine, imágenes a gran escala y ciencia da lugar a un lenguaje «sumamente interesante de desarrollar», y que da pie a reflejar la idea de que «lamentablemente hoy en día contemplar la belleza es un acto político».
«Digo lamentablemente porque durante mucho tiempo pudo haber sido una forma de entretenimiento, pero hoy nuestra relación con el mundo está muy dañada por políticas muy agresivas, denigración a los científicos y a las personas comprometidas con la conservación de la naturaleza en el planeta», cuenta el documentalista.
Así, Jacquet asegura que esta conexión con la belleza del mundo es el primer paso hacia «una relación más pacífica con la naturaleza»: «Todos somos biológicamente sensibles a la belleza, y si logramos encontrar esa chispa de emoción, podremos ponernos en marcha».
«La sensación de fragilidad de la vida, y en particular de la vida humana, es la primera lección que experimentamos», comenta Jacquet, quien en 2006 ganó un Premio Oscar por su documental ‘El viaje del emperador’, sobre la emigración de los pingüinos en la Antártida.
Tres años en el Polo Sur

La belleza de Antártida es lo que llevó al director a compartir su experiencia, y tras más de dos años de desarrollo creativo, un mes de montaje en Barcelona, estructuras de más de ocho metros de altura y un equipo de más de 50 artistas, artesanos, técnicos y creadores, ha conseguido reflejar los más de tres años pasados en el Polo Sur a través de imágenes proyectadas, atmósferas sonoras, juegos de luces y elementos físicos como el hielo, el viento o el agua.
Aun así, Jacquet advierte de que la muestra «no es un manifiesto ambiental»: «Esta exposición está ahí para conmover y asombrar, pero hoy, si eres capaz de conmover y asombrar, quizás puedas llamar la atención más adelante».
El cineasta asegura que ha intentado por todos los medios llamar la atención para advertir de los problemas climáticos de la tierra, pero explica que se dio cuenta de que cuando se transmite un mensaje de protesta donde se dice «se debe hacer eso o se debe hacer aquello», la gente no escucha.
Es por este motivo que ahora en la exposición vuelve a lo ‘básico’: «Primero sorprendemos».
«¿Quién puede pensar que ofrecer a nuestros hijos un planeta en buena salud, con comida sana, aire respirable y agua potable, está mal?», se pregunta Jacquet, que constata: «Sin embargo, es lo que pasa».
«Creo que cuanto más avanzo en mi profesión, más desmonto el mensaje político, porque creo que, en el fondo, si funcionara, habría funcionado hace mucho tiempo. Y claramente sigue sin funcionar», concluye.