Madrid, 4 ago (EFE).- La irrupción del jovencísimo Luca Hoek, de tan solo 17 años, ha desatado la ilusión en una natación española que busca un referente tras la desaparición de las grandes competiciones internacionales de una Mireia Belmonte en la fase crepuscular de su carrera.
Un papel que por edad y por experiencia le correspondería a Hugo González, ausente de estos Mundiales, o a un Carles Coll que ha demostrado con creces en Singapur que no es sólo un nadador de piscina corta.
Pero Hoek, de padre neerlandés y madre francesa, pero nacido y criado en la localidad barcelonesa de Sitges, parece empañado con su talento y desparpajo en quemar etapas a la misma velocidad que nada.
Si a comienzos de julio Hoek se convirtió en el primer nadador español en romper la barrera de los 22 segundos en los 50 libre, en los Mundiales de Singapur demostró que a no mucho tardar estará peleando con los mejores tras quedarse a 40 centésimas de la final de los 100 libre.
«Cuando he entrado a la piscina y he visto a tanta gente gritando me he animado, pero a la vez estaba con cero nervios», explicó Hoek que al paso por los 50 metros lideraba su semifinal por delante de estrellas de la talla del chino Zhanle Pan, plusmarquista universal, o el australiano Kyle Chalmers, oro en los Juegos de Río y plata en los de Tokio y París.
Una trepidante puesta en escena que el joven nadador español, vigente campeón de Europa júnior, pagó en el segundo largo, lo que no impidió a Luca Hoek batir el récord de España que él mismo había establecido en las semifinales.
Sobresaliente actuación que volvió a repetir en las pruebas de relevos en las que completó su posta en 47 segundos tanto en el 4×100 libre masculino, como en el relevo mixto con el que alcanzó la final, en la que el conjunto español logró la séptima plaza.
Un inmejorable debut en un gran campeonato absoluto que ha convertido al jovencísmo Hoek en el pilar sobre el que la natación española parece dispuesta a construir su futuro.
Carles Coll da el salto
Un futuro que es ya presente en el caso de Carles Coll que dio en Singapur el paso adelante que se le reclamaba y dejó claro que no sólo puede brillar en piscina corta, donde se coronó campeón del mundo el pasado mes de diciembre, sino también en larga.
Tal y como confirmó la séptima plaza que el tarraconense, de 23 años, firmó en una final de los 200 braza en la que Coll pareció por momentos que no sólo podía aspirar al podio, sino a la medalla de oro.
De hecho, el nadador español, que a punto estuvo de perderse la cita por los problemas burocráticos surgidos para prolongar su estancia en estancia en Estados Unidos donde estudia y entrena, superó el ecuador de la prueba en primer posición con un ritmo de paso por debajo del récord del mundo.
Pero como el propio Carles Coll explicó tras la final, bastó con que perdiera mínimamente la «calma» para quedar fuera de una lucha por las medallas, en la que el español se ve inmerso de lleno en próximos campeonatos «a poco que mejore».
Weiler no puede romper la barrera de las semifinales
Mejora que también deberá experimentar Carmen Weiler, que a sus 20 años constituye otra de las grandes esperanzas de la natación española, para poder derribar el auténtico muro en el que se han convertido las semifinales para la joven nadadora.
Si en los Juegos Olímpicos de París Weiler, que al igual que Carles Coll entrena a las órdenes del español Sergi López en la Universidad de Virginia Tech, se quedó a 22 centésimas de acceder a la final de los 100 espalda, en Singapur 36 centésimas la privaron de disputar la lucha por los metales.
Semifinales en las que Carmen Weiler volvió a quedar apeada en los 200 espalda, la misma ronda en la que concluyeron su concurso en la ciudad asiática Adrián Santos -50 espalda-, Laura Cabanes -200 mariposa-, Emma Carrasco -200 estilos- y Estella Tonrath -200 espalda-.
Un techo que los nadadores españoles deberán romper si quieren, como se ha propuesto la Federación, ser un «equipo con más peso» en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles y para ello, como recalcó el director técnico Santi Veiga, «hay que estar en el mayor número de finales posibles».