Brasilia, 21 abr (EFE).- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recibirá este martes a su homólogo chileno, Gabriel Boric, con especial interés en un ambicioso proyecto de integración que, en tiempos de guerra comercial global, también es valorado por China.
Boric, quien viajará acompañado por una nutrida delegación de ministros, ya ha adelantado que uno de los principales asuntos que discutirá con Lula en Brasilia será el desarrollo del llamado Corredor Bioceánico, una extensa red de carreteras que está en el papel desde hace más de una década y no termina de concretarse.
La intención es unir el sur de Brasil, el Chaco paraguayo y las provincias argentinas de Salta y Jujuy con los puertos chilenos de Antofagasta, Mejillones e Iquique, de modo de conectar los océanos Atlántico y Pacífico.
La meta es abrir nuevas rutas comerciales en ambos sentidos, un proyecto que ha generado un especial interés en China, que en pleno conflicto arancelario con el Estados Unidos de Donald Trump se ha fijado como objetivo estrechar todavía más su relación con América Latina.
De hecho, el Corredor Bioceánico fue presentado por funcionarios brasileños a una delegación china que visitó el país hace diez días y que considerará la posibilidad de invertir en la iniciativa.
Este proyecto es parte de las “Rutas de la integración”, un programa de infraestructuras suramericano promovido por Brasil que ya cuenta con compromisos de financiación de diversos organismos, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), a los que se podrían sumar capitales chinos.
Incrementar el comercio y frenar a la extrema derecha
Más allá de ese asunto central, Lula y Boric también discutirán asuntos políticos y fórmulas para incrementar el comercio bilateral, que el año pasado llegó a 12.500 millones de dólares, con una balanza ligeramente favorable a Brasil.
Según fuentes oficiales brasileñas, la agenda política incluye un análisis del avance de la extrema derecha en América Latina, sobre el cual ambos líderes progresistas han manifestado su preocupación en diversas ocasiones.
Lula, de 79 años, y Boric, de 39, representan dos generaciones de la izquierda latinoamericana y tienen algunas diferencias políticas, pero comparten la convicción de que ciertas fuerzas de la extrema derecha son una “amenaza” para la democracia regional.
De hecho, en febrero pasado, Boric convocó a una videoconferencia de líderes progresistas, en la que participaron entre otros Lula y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quienes instaron a enfrentar “los desafíos de los extremismos y la polarización de las sociedades”.
El asunto adquiere una mayor relevancia actualmente en ambos países, en los que la ultraderecha ha crecido de forma exponencial en los últimos años.
Chile, que no permite la reelección inmediata, irá a las urnas en noviembre próximo, en tanto que Brasil hará lo propio en octubre de 2026.
Boric no podrá ser candidato en noviembre, a diferencia de Lula, que sí puede aspirar a ser reelegido en 2026, pero ambos enfrentan bajos niveles de aprobación, que han favorecido el crecimiento de los movimientos de extrema derecha. EFE
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