Soria, 23 jul (EFE).- La Institución Libre de Enseñanza (ILE) y en especial la figura de su fundador, el pedagogo y filósofo Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), vinculó a Antonio Machado y a Ortega y Gasset a través de una amistad plagada de afinidades y discrepancias en tiempos convulsos que han sido analizadas este miércoles en Soria.
Se conocieron 1912, cuando Ortega reseña en el periódico familiar (El Imparcial) el ejemplar de ‘Campos de Castilla’ que le había enviado el poeta, compartieron inquietudes pedagógicas y filosóficas, e incluso vivencias políticas como fundadores ambos, en febrero de 1931, de la Agrupación al Servicio de la República.
«Compartieron la pedagogía del paisaje, para entender a las personas en su entorno; la de la alusión, para que quien tenga una verdad la diga; y la de la ‘contaminación’: el amor al conocimiento no se puede enseñar, sino contaminar el saber», ha explicado el profesor Javier Zamora (Universidad Complutense) durante la primera jornada del congreso que Soria dedica a Machado en el 150 aniversario de su nacimiento. Tras fundar ambos la Agrupación al Servicio de la República, junto a Ramón Pérez de Ayala y que presentaron durante un acto celebrado en Segovia (Teatro Juan Bravo) el 14 de febrero de 1931, la amistad comentó resquebrajarse a raíz de los episodios violentos sucedidos tras la proclamación de la II República. El profesor Zamora, exdirector de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, ha recordado el artículo de Ortega en el diario ‘El Sol’ donde escribió la célebre frase «¡No es esto! ¡No es esto!» para precisar que la República «es una cosa y el radicalismo es otra», ha apuntado quien también dirigió la edición de la obra completa del filósofo (2004-2012). «Sin embargo, Antonio Machado fue partidario de los gobiernos de izquierda de la II República y vio en el triunfo del Frente Popular (elecciones de 1936) el comienzo de una tercera, mientras que Ortega, en cuanto pudo, salió de España», ha añadido Zamora, también sociólogo, politólogo y doctor en Derecho. Dos Españas ¿Discreparon?, sí, pero «de ahí a decir que Machado y Ortega simbolizaron las ‘dos Españas’ hay una distancia enorme», ha matizado. Frente a la salida de Ortega a París, Machado se quedó en España, vivió la Guerra Civil primero en Madrid, más tarde en Rocafort (Valencia ) y finalmente en Barcelona para salir rumbo al exilio en Collioure (Francia ) donde falleció en febrero de 1939, fiel a su máxima, como él mismo escribió, de que el intelectual «no puede no tomar partido». En todo caso, ha resumido el profesor, Antonio Machado fue más que un poeta, dotado de un «espíritu filosófico» diluido en numerosos ensayos y otros escritos (especialmente los reunidos en el libro ‘Los complementarios’), mientras que Ortega acusó «una prosa de notable intuición poética», ha apostillado. Poeta y filósofo Imbuido del concepto metafísico de Kant y de Leibbiz, también de Spinoza, en palabras del profesor, Machado a su vez influyó en filósofos como María Zambrano que vio en versos del escritor «el lugar natural de su razón poética», un género que también cultivó la hija del maestro y pedagogo extremeño Blas Zambrano (1874-1938), a quien Machado trató durante su etapa en Segovia entre 1919 y 1927. «Es en la poesía de Antonio Machado donde María Zambrano percibe un modo de ser poeta y de hacer poesía», convencida de que la voz del autor de ‘Soledades’ «canta y cuenta de la vida más verdadera, de las verdades más ciertas y universales», ha apuntado por su parte otro de los ponentes, el profesor Francisco José Martín (Universidad de Turín). Machado y la Educación La apertura ha corrido a cargo de Gregorio Luri, filósofo y pedagogo, quien ha reivindicado la figura de Antonio Machado, a través de uno de sus heterónimos más populares como fue el de Juan de Mairena, para lamentar las lagunas que en su opinión acusa actualmente la Educación al prescindir de la filosofía y antropología como dos de sus vertientes esenciales. La de Juan Mairena, ha dicho durante su intervención, «no es una pedagogía estrictamente sino algo mucho más relevante: una filosofía o antropología de la educación, campos en los que la Educación actual no ha querido comparecer», ha subrayado Luri durante la lección inaugural del congreso. A través de esas ‘Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo’ -subtítulo del libro que Antonio Machado tituló ‘Juan de Mairena’ (1936)-, el poeta desplegó una teoría del conocimiento y su divulgación pedagógica por medio de este personaje ficticio, profesor de gimnasia y retórica (Mairena), que conversaba con sus alumnos. A todos ellos, Mairena/Machado «les ayudó a andar por sí mismos, a guiarlos pero no llevarlos, a enseñarles a pensar sin inculcarles, en busca de una razón, de una verdad de la que nadie se tiene asustar aunque vaya contra la lógica», ha manifestado Luri en referencia a la formación machadiana dentro de la Institución Libre de Enseñanza. Roberto Jiménez/Ana Aparicio