Santander, 24 jul (EFE).- El excelente juego en la muleta del gran toro ‘Inspector’ de La Ventana del Puerto marcó el cénit de la sexta de abono de la Feria de Santiago de Santander, en la que Marco Pérez logró el triunfo numérico y la salida a hombros por la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de sus enemigos.
Con palmas de tango recibió un sector del público al burel de El Puerto de San Lorenzo que hizo tercero. De escaso perfil, sin seriedad por delante, de anovillada expresión. Marco Pérez, que reaparecía tras la lesión de cadera sufrida en la Feria de Alicante que le tuvo un mes alejado de los ruedos, lo alegró por chicuelinas.
El toro no valía nada, siempre con la mira puesta en la ruta de escape hacia las tablas. Con el pase cambiado por la espalda como obertura trató el diestro de sumar adeptos entre un público que recordaba su gesta en la novillada del año pasado en esta misma plaza.
La gente coreaba todo: los molinetes, los pases mirando al tendido y el martinete. Sobre todo, el ansia de agradar, con el que recorrió varias zonas del ruedo hasta la estocada arriba junto a la barrera del tendido 3, que amarró la oreja.
Al sexto, bonancible, le faltó ritmo. Decía poco su embestida al paso. Marco Pérez tenía la puerta grande entre ceja y ceja. Y no cejó en el empeño hasta conseguirla. Amontonó muletazos, alternando los de mando con los enganchados.
La voluntad, el tesón y las ceñidas manoletinas finales mantuvieron la atención de la gente. Que a pesar de pincharlo y de lo desprendido del posterior espadazo pidió la oreja que faltaba para descerrajar el portón principal de la plaza, en la frontera de la mayoría. El palco se rindió y asomó el pañuelo de la paz y del triunfo.
‘Cartuchero’, hondo, redondo por donde lo mirases, lo vendió caro. Venía recto y por dentro. La cara suelta, además. Emilio de Justo planteó la solución mejor al problema, los doblones iniciales y el toreo a derechas con la mano baja en una primera serie vibrante y algo ligera.
Esta ronda inicial sería la mejor. Desde ahí, el viaje corto del animal, el no querer profundizar. Se tiró a matar como si no hubiera un mañana. Atacó con rectitud de cartujo y fue prendido por el muslo, girando dramáticamente sobre el pitón. Sólo hubo que lamentar una herida en el cuero cabelludo de la que fue atendido en la enfermería. Oreja a cambio de una estocada de hombría máxima.
‘Aclarado’, quinto, tapaba con su respetable cara sus pocas carnes. De Justo volvió a recibir otra paliza al ser volteado en un galleo por chicuelinas. Dos regueros de sangre corriendo por la frente no nublaron la preclara vista para engancharlo con los vuelos y conducirlo despacio y con empaque hasta donde se desplazaba, que no era mucho. Lo pinchó.
Alejandro Talavante armó un quehacer mediano con un toro también medio, el que abrió plaza, con las fuerzas en el límite. Hubo algunos pasajes templados y cierta ligazón pero no se alcanzó una obra maciza.
El cuarto, montado de inicio, terminó descolgado y galopó hasta un arrodillado Talavante, que por delante y por detrás se lo pasó. Se reveló una máquina de embestir, con la virtud de abrirse mucho para siempre retornar. Y con un ritmo sostenido y la cara colocada. De lío gordo. De reventarlo por abajo y por los dos pitones. Fue por el derecho por el que se extendió Talavante. Lo ligó, sí. Y cómo no, si la muleta era el único horizonte que ansiaba ‘Inspector’.
Una serie de figura erguida, redonda y compacta, en el ecuador de la faena, marcó el cénit. El resto quizás no estuvo a la altura que demandaba la excelencia del animal que, todo sea dicho, terminó en la puerta de chiqueros. Así lo aquilató el palco, que tras el espadazo con el defecto de quedar muy tendido, dejó el botín en una oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Cuatro Caminos. Sexto festejo del abono de la Feria de Santiago de Santander.
Cinco toros de La Ventana del Puerto, de desiguales hechuras. El primero noble de poca fuerza; complicado y a menos, vendiéndolo caro, el segundo; de gran clase en la muleta el cuarto; de escaso recorrido el quinto, que dejó estar; diciendo poco el sexto. Y uno (el tercero) de El Puerto de San Lorenzo, mal presentado, sin clase ni raza, con las querencias muy marcadas.
Alejandro Talavante: Estocada tendida, descabello, saludos; espadazo muy tendido, aviso, oreja con fuerte petición de la segunda.
Emilio de Justo: Estocada contraria (cogido dramáticamente por el muslo), oreja; ingresó en la enfermería de la que retornó para matar al quinto de un pinchazo hondo y descabello (con aviso), para saludar una ovación.
Marco Pérez: Estocada arriba, oreja; pinchazo, aviso, estocada desprendida, oreja. Salió a hombros por la puerta grande.
Tres cuartos de entrada.
Parte médico: Emilio de Justo fue atendido en la enfermería de “una herida sangrante en cuero cabelludo de 7 centímetros. Se realiza limpieza y sutura con grapas y se administra analgésico por vía intramuscular”.
Juan Antonio Sandoval