Madrid, 2 oct (EFE).- «Lo interesante es la lucidez y la agudeza con la que trata la existencia del ser humano sin una pretensión didáctica», ha remarcado sobre el texto el actor Mario Gas este jueves durante la presentación de ‘El pesimismo alegre’ (Mi suicidio)’, que abre la temporada en el Teatro Español.
Un monólogo de Henri Roorda -justo cuando se cumplen cien años de su fallecimiento- que se estrena el 7 de octubre, dirigido por Fernando Bernués, que ya protagonizó hace 20 años Mas, y que dejó justo cuando se hizo cargo de la dirección del Teatro Español.
Para Bernués se trata de un texto «clarividente, crítico, honesto, tierno y muy humanista. Una clase magistral sobre la vida».
La visión de un hombre sobre su entorno y su propia vida momentos antes de morir; una carta a un amigo «de un hombre vitalista a las puertas de desaparecer», que habla del capitalismo, el matrimonio, la rutina, la vejez, el amor o el Estado.
«Me gusta que este texto sea un poco de izquierdas, libertario, anarquista en el mejor sentido de la palabra», expresa Mas.
Incide en que pese al genocidio de Gaza, a las guerras, a Trump, a la situación decepcionante que se vive en España y en Europa junto al cambio climático, «hay que tener esperanza en el ser humano, en que pueda levantarse y deje de ser tan depredador y se acabe esa sociedad tan elitista, de ahí la mención al pesimismo alegre».
Roorda se suicidó tras escribir este libro. Profesor de matemáticas carga cada línea de ironía, con la que pasar «revista al sometimiento del hombre al Estado con sutilidad y ternura, alejado de la pedantería», apunta Mas.
«Hay que verbalizar el suicidio, es algo que se oculta, entonces y ahora», dice. El protagonista es un hedonista «al que le gusta la vida gozosa», desgrana las paradojas de la vida moderna de la Viena de principios del XX vigentes en la actualidad; habla del dinero y del individuo que se dedica a especular.
Mas (Montevideo, 5 de febrero de 1947) explica que la diferencia entre este segundo montaje y el primero es «el esencialismo en las formas del espacio escénico» en el que la aproximación naturalista ha desaparecido.
«Hay dos maneras de interpretar y en esta ocasión hemos decidido no dejarnos llevar por la irritabilidad del personaje provocada por el alcohol», incide el protagonista que describe el espectáculo más como un diálogo con el público que un monólogo.