Madrid, 18 jun (EFE).- Las matrículas de los alumnos con discapacidad en las universidades han aumentado progresivamente durante la última década, hasta superar los 22.000 estudiantes -el 1,6 % del alumnado total-, que aún tienen que enfrentarse a grandes barreras y prejuicios durante esa etapa formativa.
Falta de accesibilidad en el entorno físico y en las herramientas digitales, dificultades para hacer prácticas o actitudes negativas del profesorado son algunas de las trabas para el progreso del alumnado con discapacidad, que incide en su baja participación en las actividades universitarias fuera del aula y les aboca a que muchos de ellos opten por cursar sus estudios a distancia.
Son algunas de las conclusiones del informe ‘La inclusión de las personas con discapacidad en el sistema universitario español’, de la Fundación ONCE, con la participación de 40 de las 48 universidades públicas, que analiza la situación actual de la inclusión y hace propuestas para avanzar en la eliminación de barreras.
El estudio, al que ha tenido acceso EFE, destaca «el considerable avance en los últimos años», pero también el «largo camino por recorrer» para garantizar la inclusión educativa en los estudios superiores, que completa el 19,2 % de la población con discapacidad, frente al 39 % de las personas sin discapacidad, según datos del Observatorio sobre Discapacidad y Trabajo (Odismet) de 2023.
Los responsables de las universidades coinciden en que «cuando se escarba un poco, te das cuenta de que todavía queda muchísimo por hacer» respecto a la atención a las personas con discapacidad, relata uno de los testimonios de las sesiones de trabajo que han servido para completar la investigación.
«Prácticamente, hemos triplicado o duplicado los números… Ha ido progresivamente aumentando el número de estudiantes con discapacidad», señala el equipo de rectores.
Los últimos datos disponibles se refieren al curso 2021-2022, en el que se registraron 22.156 alumnos con discapacidad, el 1,6 % del total; el 56 % mujeres.
De ellos, casi la mitad (48,1 %) cursaban sus estudios en universidades a distancia, según recoge el VI Estudio sobre la Inclusión de Personas con Discapacidad en el Sistema Universitario Español, elaborado por Fundación Universia.
Servicios de atención desbordados y sin recursos
En la actualidad, la normalización de las personas con discapacidad en las universidades está en proceso de cambio, expone el estudio. Argumenta que la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) promueve políticas inclusivas, aunque su aplicación genera cierta confusión en relación con los servicios de atención a la discapacidad en las universidades, en los que se atiende también al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.
«La situación de los servicios de atención a la discapacidad es bastante crítica debido a la falta de recursos y de personal técnico para atender el volumen actual y los nuevos perfiles detectados, principalmente alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo y con trastornos de salud mental», advierte este análisis.
Muchos alumnos no cuentan su discapacidad
Otro de los problemas es que algunos de los alumnos con discapacidad, aún necesitando esa atención personalizada, no acuden a esos servicios, en los que se puede solicitar por ejemplo la exención de tasas. Puede ser por desconocimiento, pero también la estigmatización social puede llevar a algunos a no identificarse abiertamente y no hacer uso de estos servicios.
Además, siguen presentes creencias negativas, como que estos alumnos no pueden cursar estudios superiores, arrastradas por una visión discriminatoria y asistencialista de hace décadas.
Otras barreras son las actitudes negativas del profesorado que dificultan el progreso de estos estudiantes en el curso, e incluso que algunos renuncien a continuar o no soliciten las adaptaciones para no ser estigmatizados.
Poca participación y pesimismo sobre su futuro laboral
Existe una baja participación del estudiantado con discapacidad en la vida universitaria y apenas se registra movilidad internacional.
Las causas de la escasa implicación en las actividades extracurriculares y fuera del ámbito de las clases son la falta de adaptación de los servicios, un mayor esfuerzo respecto del resto del alumnado y la dificultad para compaginar el día a día.
El alumnado con discapacidad tiene más dificultades para hacer prácticas por el menor abanico de ofertas disponibles según su situación y los problemas para adaptar los puestos.
Respecto a la inserción laboral, muchos de ellos desconocen los programas de orientación de los centros y se topan con barreras, como las limitaciones que la propia discapacidad pueda presentar en el desempeño del puesto y los recursos que puedan necesitar.
Asimismo, el alumnado es cuestionado y puesto en duda al ser comparado con el resto de compañeros sin discapacidad.
De hecho, seis de cada diez estudiantes con discapacidad cree que tendrá más dificultades para encontrar trabajo que sus compañeros sin discapacidad.