‘Maspalomas’ a concurso en San Sebastián: Volver al armario con lo que cuesta salir de él

Los actores, José Ramón Soroiz (c), Nagore Aranburu (d), y Kandido Uranga (i), posan durante la presentación de su película 'Maspalomas', de los realizadores, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga, que participa en la Sección Oficial de la 73 edición del Festival Internacional de cine de San Sebastián. EFE/Juan Herrero

Ana Burgueño

San Sebastián, 21 sep (EFE).- Los directores vascos Aitor Arregi y José Mari Goenaga han hecho de ‘Maspalomas’, que compite por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, una película muy psicológica sobre el choque que le supone a un anciano «volver al armario» años después de haber puesto su vida patas arriba para salir de él.

Arregi y Goenaga, miembros del trío de directores de la productora Moriarty junto a Jon Garaño, han rodado a dos manos una historia que se inicia en Maspalomas, donde Vicente, un más que fantástico José Ramón Soroiz, disfruta de una cotidianidad deshinibida y de relaciones sexuales con otros hombres entre las dunas de esa playa canaria.

Tiene ya 75 años y esa vida de la que disfrutaba desde que decidió romper su matrimonio e iniciar una relación de pareja, ya acabada, con otro hombre, se ve interrumpida por un ictus, que le obliga a regresar al País Vasco, donde ingresa en una residencia de ancianos y retoma el contacto con su única hija, Nerea (Nagore Aranburu).

Goenaga, autor del guion, visitó la playa del sur de Gran Canaria por primera vez en 2016 y de ahí surgió la idea del filme. Le resultó atractivo ese «microcosmos», a lo que se añadió un artículo que leyó en esa época sobre personas mayores del colectivo Lgtbi que ocultaban su orientación sexual cuando eran ingresados en residencias.

«Pensé que ahí había una historia. Se me hacía muy duro pensar que, después de todo lo que cuesta salir del armario, vuelvas a ese encierro», ha explicado en rueda de prensa, en la que a los dos directores les ha acompañado el productor Xabier Berzosa, Soroiz, Aranburu y el actor Kandido Uranga.

Ha señalado que esta película tiene más que ver con ‘La trinchera infinita’, el filme sobre un topo de la Guerra Civil dirigido por los tres ‘Moriarty’, que con ’80 egunean’, una historia de amor entre dos mujeres de 70 años que habían sido amigas íntimas en la adolescencia y que firmó en 2015 junto a Jon Garaño.

Las difíciles relaciones paternofiliales, la homofobia interior con la que lucha el propio protagonista, las contradicciones de quienes intentan modernizar la atención a los internos de la residencia, las paradojas que surgen en su acercamiento al compañero de habitación y al cuidador que se hace cargo de él, también gay, son muchos de los elementos del filme, en el que los directores vascos vuelven a combinar el drama con la comedia desde una ternura juguetona y nada condescendiente.

«En la residencia el drama aparece, pero que haya también humor es un punto de vista que tenemos en Moriarty. Buscamos de manera bastante natural que en los pliegues de la historia haya cierto humor porque la vida también es así y nos gusta más el cine así», ha señalado.

A José Ramón Soroiz, un actor con medio siglo de carrera, le costó casi dos meses decidirse a interpretar un papel que borda por las diferentes escenas de sexo que debía rodar, pese a que el guion le había encantado.

«Me emocionó y pensé: ‘esto lo puedo hacer’, pero estaba lo otro y les pedí tiempo. Al final dije sí y estuve seis meses preparándome», ha contado el actor, a quien las tres «coordinadoras de intimidad» le ayudaron a ver esas secuencias como si fueran una «coreografía».

Ahora se siente «orgulloso» de sumar esta interpretación a su trayectoria. «Me he vaciado, fueron los dos meses más duros y maravillosos que he vivido en estos 50 años de profesión», ha remarcado.

«José Ramón elevaba la escena», ha afirmado Arregi, quien ha hablado asimismo del uso de la residencia de ancianos como «metáfora del sistema en el que estamos».

Hay una referencia a Vox a través del compañero de habitación de Vicente, un afable hombre conservador (Kandido Uranga) que dice ser de ese partido en un juego de provocaciones con una auxiliar de la residencia, un «entendimiento» que a Goenaga no le gustaría que «se confundiese con un blanqueamiento».

«Más allá, somos personas y pueden surgir sintonías en los lugares más insospechados. Buscamos un cierto eco ideológico porque a veces se pierden cosas ya conquistadas, ya sea por factores externos o porque hemos bajado la guardia», ha destacado.