Maternidad en Haití, entre el abandono y la desesperanza

Fotografía del 19 de agosto de 2025 de Marie Dorsainville, una mujer embarazada de 29 años, posando en el campamento de refugiados de la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC), en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Mentor David Lorens

Puerto Príncipe, 25 ago (EFE).- Parir en campamentos improvisados e insalubres y sin ninguna atención médica. Comer cuando se pueda, tanto la madre como el recién nacido. Esta es la realidad a la que se enfrentan muchas embarazadas en Haití, un país hundido en una crisis de violencia que lo ha empeorado todo, incluido el ya de por sí caótico sistema de salud.

Algunos de los embarazos son consecuencia de violaciones colectivas de las que son víctimas las mujeres a manos de las bandas armadas que controlan al menos el 90 % de la región metropolitana de Puerto Príncipe.

Según un informe de la ONU, solo entre el 1 de abril y el 30 de junio se registraron al menos 628 víctimas de violencia sexual en el contexto de la crisis de Haití, donde se han documentado casos de esclavitud sexual, explotación sexual, trata de personas y explotación de niños.

Madres y recién nacidos hambrientos

Cherline Mondesire, de 35 años, dio a luz hace tres meses a Cadet Stacy en el campamento de la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC), en pleno centro de Puerto Príncipe.

«Cuando encuentro comida, como. Cuando no, me quedo sin comer», dijo en declaraciones a EFE junto a su bebé, que no para de llorar por hambre.

Mondesire, sin embargo, puede considerarse privilegiada ya que logró realizar controles médicos durante su embarazo. Pero no ha podido conseguir una consulta pediátrica para su hijo en las clínicas móviles que visitan ocasionalmente el campamento.

«Cuando voy, me dicen que no tienen medicamentos para él y que volverán. Y cuando vuelven, sigue siendo el mismo caso», se quejó esta madre preocupada por su pequeño, que aparentemente está sano y al que solo quiere someter a un control.

Un embarazo vivido con miedo

A poca distancia de Cherline Mondesire está Prédelus Nephtalie, de 25 años, madre de dos hijos y que lo perdió todo al huir de su natal Cité Marc, uno de los barrios de Solino que, a pesar de años de resistencia, cayó bajo el control de las bandas armadas.

Su último embarazo, confesó, «no fue nada agradable» y estuvo a punto de morir después de dar a luz.

Con fuertes contracciones, llamaron a la ambulancia pero no tenía combustible, por lo que Prédelus Nephtalie, anteriormente comerciante, terminó dando a luz en el lugar, perdiendo mucha sangre, una situación que pudo costarle la vida, agregó.

Finalmente, la mujer tuvo que ser trasladada de emergencia al hospital.

«Las condiciones de vida aquí no son buenas, pero podrían ser peores. Aquí no se dan las condiciones adecuadas. Para mí, la mayor dificultad está relacionada con la comida. Comer, encontrar leche para el bebé (…) Cuidarlo no es nada fácil. Yo puedo comer cualquier cosa, pero no es el caso del niño», precisó.

Una crisis aguda y persistente

Alrededor de 1,3 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse desde que estalló la crisis en Haití, donde las bandas organizadas libran una campaña implacable para tomar el control de la capital y la violencia sexual ha alcanzado niveles aterradores, según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

Unfpa también ha advertido que el sistema de salud está casi completamente mermado después de años de crisis, conflictos, saqueos y colapso financiero.

Sin los fondos suficientes, añade el organismo, la asistencia humanitaria en Haití podría volverse insostenible y poner en peligro las vidas de millones de personas.

Más de la mitad de la población, unos 5,7 millones de personas, enfrenta hambre aguda, con mujeres embarazadas y nuevas madres en grave riesgo de desnutrición.

Además, los informes de mujeres embarazadas y nuevas madres deportadas a Haití desde la vecina República Dominicana son un motivo de preocupación.

Ante este panorama, el único deseo de Cherline Mondesire es abandonar el campamento y volver a su barrio de origen.

«Quiero que las autoridades me ayuden a salir del campamento. No me siento cómoda. No hay aseos para hacer tus necesidades. Las duchas no tienen puertas, así que cuando vas, no tienes intimidad», lamentó.

Milo Milfort

Fotografía del 14 de agosto de 2025 de un niño jugando en el campamento de refugiados de la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC), en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Mentor David Lorens
Fotografía del 14 de agosto de 2025 donde se observa el campamento de refugiados de la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC), en Puerto Príncipe (Haití). EFE/ Mentor David Lorens