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Meteorólogo aboga por un «cambio radical» del sistema de avisos y orientarlo a impactos

/Archivo. EFE/Biel Aliño

Concha Tejerina

València, 27 sep (EFE).- El meteorólogo y exportavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) Ángel Rivera considera que debería haber un «cambio radical» en el actual sistema de avisos meteorológicos e ir hacia uno «orientado a impactos», con mensajes que de «manera muy sucinta digan qué va a pasar, sin tecnicismos e incluso sin cifras» y «distribuidos por los móviles cada media hora».

Así lo asegura en una entrevista con EFE el meteorólogo, que este lunes presenta ‘Danas’, un libro que considera «muy personal» y en el que habla de la física de estos fenómenos meteorológicos, de cómo se forman o de por qué desencadenan grandes lluvias, de la historia de los principales episodios o de cómo mejorar su predicción, comunicación y gestión.

A juicio de Rivera, que asegura que lleva «batallando con las danas desde 1973», la ocurrida el pasado 29 de octubre de 2029, que en Valencia causó 229 víctimas mortales y graves daños materiales, se encuentra entre las «más significativas» de los últimos tiempos, tanto por la «intensidad como por la cantidad» de lluvias.

Centro Estatal de Vigilancia de Riesgos Ambientales

El exjefe de Predicción y exportavoz de la Aemet, actualmente jubilado, propone la creación de un Centro Estatal de Vigilancia de Riesgos Ambientales en el que trabajen de forma conjunta meteorólogos, hidrólogos y expertos en Protección Civil, «gente experta en estos fenómenos que, muchas veces, afectan a varias autonomías».

«Un soporte científico y técnico muy potente» para que luego las comunidades autónomas, en el ejercicio de sus responsabilidades, den los avisos que correspondan a la población, señala este meteorólogo toledano.

Según explica, las danas no se producen solo en la zona del Mediterráneo, también están afectando a otras zonas, por ello «es necesaria una visión más integral y globalizadora».

«Cambio radical» del sistema de avisos

Respecto a los avisos meteorológicos, asegura que debe haber un «cambio radical: Tenemos que ir a un sistema de avisos orientado a impactos, a un tipo de mensajes que digan qué va a pasar pero de una manera muy sucinta, sin ningún tecnicismo, a lo mejor incluso sin cifras» y señala que «seguramente cuando se hablaba en el rojo de 180 mm no se acababa de ver bien que ese era el límite inferior del aviso».

«El sistema de avisos en España tiene ya viente años y dado cómo está evolucionando la meteorología, la atmósfera, hace falta una revisión profunda y orientarlo a impactos, a qué le va a pasar a la persona con la cantidad de lluvia que va a caer y aconsejarle qué debe hacer. Y eso, refrescarlo continuamente por los móviles y por los medios que sean», indica.

Preguntado por las declaraciones del Vicepresidente segundo del Gobierno valenciano, Francisco Gan Pampols, sobre la autoprotección durante la dana, el meteorólogo opina que «hay que autoprotegerse, pero siempre que uno tenga delante los datos claramente».

Según Rivera, el tipo de aviso que tiene que llegar al ciudadano por el móvil u otros medios es que «va a llover muy fuerte, usted está en esa zona, le puede afectar de esta manera, sea usted consciente del riesgo que tiene y en esta situación haga usted esto».

«La última medida de subirse a los pisos, claro que lo tiene que hacer la persona, pero toda la información previa y toda la infraestructura para que eso se desarrolle, por supuesto tiene que venir ya desde el punto de vista estatal o autonómico», asevera el experto en Meteorología.

La dana del 29 de octubre

Rivera considera que la dana ocurrida el pasado 29 de octubre, que afectó tanto a la Comunitat Valenciana como a zonas de Albacete y Teruel, se encuentra entre una de las «más significativas» de la historia por su extensión y también por la intensidad de las lluvias «que batieron récords», aunque estuvieron cerca de las precipitaciones que cayeron en Gandía y Oliva en 1987.

Además, asevera que durante la dana se comprobó «una preocupante eficiencia de las nubes en descargar grandes cantidades de agua en poco tiempo», y aunque señala que es difícil saber si va a producirse otra como la de octubre, afirma: «Danas va a seguir habiendo, en otoño es muy típico en el Mediterráneo que se creen este tipo de situaciones».

«No sabemos si van a ser más frecuentes, lo que si sabemos es que al ser el combustible -el aire cálido y húmedo de capas bajas- cada vez más rico en energía, las tormentas que se forman en principio deberían ser con precipitaciones cada vez más intensas».

Considera que a nivel estatal hay que hacer una «reflexión profunda» sobre las infraestructuras actuales, y señala que a su juicio deberían «rediseñarse» para adecuarse la meteorología, porque la atmósfera «está evolucionando a desarrollar mecanismos más energéticos y fuertes».

Comunicar la información

Rivera, que fundó y fue presidente de la Asociación de Comunicadores de Meteorología (Acomet), considera que, en el tema de la comunicación, hace falta que haya «mucha más cultura del riesgo, que a la gente se la forme, incluso desde los colegios, para entender cómo funciona esto y qué quiere decir cuando se da un aviso u otro».

«Se ataca un poco al mensajero, que lo único que hace es comunicar», asegura Rivera, quien destaca que el actual jefe de Climatología de Aemet en la Comunitat Valenciana, José Ángel Núñez, que ha prologado el libro, hace «un esfuerzo ímprobo no solo en esta dana, sino desde hace mucho tiempo, por explicar mucho la meteorología. Es una persona maravillosa, una de las mejores personas que tiene Aemet».

Influencia del cambio climático

Preguntado por si cada vez son más habituales estos fenómenos meteorológicos, Ángel Rivera señala que, en el fondo, «el problema no lo crea tanto la dana, sino el entorno que crea para que se formen tormentas con lluvias muy intensas por la cantidad de energía que, en buena parte, está proporcionando el cambio climático a la atmósfera».

«El alimento de esas tormentas que se crean en el seno de las danas es el aíre cálido y húmedo», explica para añadir que el mar Mediterráneo «está cada vez más caliente» y al ser cálido y húmedo el aire que está sobre él «aporta mejor combustible para alimentar esas tormentas».