Magdalena Tsanis

Madrid, 19 sep (EFE).- El escritor, historiador y académico canadiense Michael Ignatieff, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2024, no cree que el reconocimiento de un Estado palestino ante la ONU que promueven países como Francia, Reino Unido y Canadá vaya a tener ningún efecto positivo en Gaza.
«No estoy contra nada que sirva de apoyo a la causa palestina, pero no creo que vaya a tener un efecto positivo, porque no hay un proceso de paz en marcha, lo que hay es una guerra y es una guerra a muerte», ha dicho en una entrevista con EFE con motivo de su participación este viernes en la segunda jornada del Festival de las Ideas.
«Las resoluciones de la ONU no van a cambiar nada. Me preocupa que sea un gesto ‘performativo’, un ritual vacío sin consecuencias», ha agregado el autor de ensayos políticos como ‘El honor del guerrero’ y ‘Fuego y cenizas’ o el libro de memorias ‘El álbum ruso’.
PREGUNTA.- En tiempos de auge del populismo, ¿qué le produce ver la participación ciudadana en un festival filosófico como este?
RESPUESTA.- Tenemos un debate público que sistemáticamente subestima la inteligencia de la gente. Creo que estos diálogos complejos y plurales son esenciales para reforzar la democracia. Las palabras importan, las ideas importan. El lenguaje político ha sido llevado a una simplificación brutal y ese es uno de los motivos por los que la gente está enfadada y desvinculada de la política.
P.- ¿Qué otras razones han llevado a ese desencanto?
R.- En el caso de España creo que el sistema político está bloqueado. El Gobierno sobrevive a base de acuerdos con pequeños partidos que a menudo suponen concesiones dudosas desde el punto de vista constitucional y al mismo tiempo hay un conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Judicial que tensiona el sistema.
Por otro lado, hay un problema más genérico en nuestras sociedades. Tenemos a China por un lado, a Rusia por el otro, tenemos estos gigantes tecnológicos con poder trasnacional, y los ciudadanos se preguntan si votar sirve de algo en este contexto.
Pero no soy fatalista, la fe en la política se consigue ofreciendo soluciones a los problemas de la gente.
P.- Y esas soluciones, ¿no se están dando o no se están transmitiendo bien?
R.- Una mezcla de ambas. Las democracias liberales han sido un enorme éxito, y España no debería olvidar nunca lo exitosa que ha sido su democracia después de Franco y a raíz de su entrada en la Unión Europea. Es un país más próspero a casi todos los niveles.
Pero funcionamos con expectativas y cuando sentimos que estas no se cumplen, tenemos un problema. El populismo se aprovecha de ello, recoge el enfado de la gente, pero ofrece falsas soluciones.
P.- El encuentro que mantendrá este viernes con estudiantes es un acto en colaboración con el Comisionado para la celebración de los 50 años de España en libertad, que ha causado cierta polémica. ¿Cómo cree que está lidiando España con su memoria histórica?
R.- La historia de España es una historia de éxito tremenda. Es una sociedad más próspera, abierta, multicultural, feminista. Ha habido una apertura a Latinoamérica; Madrid vuelve a ser el centro del mundo hispano.
Pero la política sobre la memoria sigue siendo difícil, y esto se debe a que se usa como instrumento en las batallas políticas. La izquierda sigue combatiendo a Franco porque les conviene, y la derecha sigue tratando de desvincularse de ese pasado. Es el propio sistema político el que no permite que el pasado sea pasado.
P.- El tema de su charla en el festival es ‘Virtudes cotidianas’, que coincide con el título de uno de sus libros. ¿Qué significan y por qué son importantes?
R.- Hablar de virtudes cotidianas me ayuda a mantener el optimismo. Sería una pesadilla vivir en un mundo donde no puedes confiar en nadie. La confianza es lo que nos aleja de la jungla y hoy es más importante que nunca para mantener nuestras sociedades cohesionadas.
No hay sistema político que funcione sin un grado de confianza entre antagonistas. Un sistema donde cada batalla es una batalla a muerte no es política, es la guerra.
P.- Y hablando de guerras, ¿cree que hay margen aún para la diplomacia en Gaza?
R.- Lo dudo. Los americanos fueron quienes promovieron la diplomacia y se han retirado. Países como Francia, Canadá y Reino Unido van a reconocer el Estado palestino en la ONU y, yo no estoy contra nada que sirva de apoyo a la causa palestina, pero no creo que vaya a tener un efecto positivo, porque no hay un proceso de paz en marcha: lo que hay es una guerra y es una guerra a muerte.
Las resoluciones de la ONU no van a cambiar nada, me preocupa que sea un gesto ‘performativo’, un ritual vacío sin consecuencias.
P.- ¿Cree posible aún la solución de los dos Estados?
R-. La expansión de asentamientos en Cisjordania ha llegado tan lejos que el territorio del Estado palestino ha sido completamente desmontado. No hay perspectiva de que Gaza vaya a ser devuelta a una Autoridad Palestina; debería serlo pero no es así.
Todo esto ha sido un desastre para los palestinos pero también para Israel, un desastre para su seguridad. Cada día que pasa están creando una nueva generación de enemigos, es una catástrofe. Los extremistas a ambos lados, Hamás y Netanyahu, han hecho que la paz sea imposible.
P.- La Comisión Europea está promoviendo presiones comerciales contra Israel. ¿Qué opina de estas medidas?
R.- No creo que tengan ningún efecto sobre Israel. Para ellos es una batalla existencial de supervivencia. No escucharán, no están escuchando a Europa.