São Paulo, 22 jun (EFE).- “Abrazamos el pasado de lucha y celebramos el futuro con amor”, gritó una ‘drag queen’ desde uno de los camiones que ocuparon la totalidad de la avenida Paulista, arteria de la gran metrópoli que es São Paulo, que este domingo celebra su XXIX Marcha del Orgullo bajo el lema “Envejecer LGBT+: Memoria, resistencia y futuro”.
Y, tras esa afirmación, se escuchó el crepitar de miles y miles de abanicos, que sonaron como un aplauso y, a la vez, como un grito de resistencia, como quien dice “acá estoy y de acá no me voy”.
Bien temprano, Aurimar Barbosa da Silva, de 61 años, se acomodó en un sector fijo, a la espera del inicio de los famosos “tríos eléctricos” -los camiones equipados con parlantes que funcionan como escenarios- y celebró, en entrevista con EFE, que el tema del desfile de este año sea la vejez de las personas que integran la comunidad.
“(Los adultos mayores LGBT+) tenemos una historia, recurrente, de una época de resistencia, porque resistimos a todo, a toda esta lucha, a la historia, al arte, a todos los prejuicios, a toda la violencia”, afirmó la mujer, que cree que incluso se demoró bastante en hacer de este tema “de suma importancia” la consigna del tradicional desfile, vigente desde 1997.
Lo mismo la ‘drag queen’ “Dindry Buck”, de 54 años, que piensa que es importante recordar a aquellas personas que «allanaron el camino».
“Yo digo que han sido 29 años de ‘drag’, pero antes hubo gente que abrió nuevos caminos, que murió, que luchó por la causa sin que el movimiento siquiera existiera”, expresó, y dijo que ahora queda resistir. “Que es por lo que estamos hoy aquí”, relató.
Durante la tarde, la cantante de música urbana Ludmilla y un espectáculo de acróbatas en telas de los colores que conforman la bandera del orgullo mantuvieron animados a un público que bailaba sin parar en una fiesta que se espera que dure todo el día.
La ciudad se preparó durante semanas para este día: los comercios se adornaron con güirnaldas de colores e incluso un corazón inflable pasó a cubrir casi toda la fachada de uno de los edificios sobre la Avenida.
Y ya desde el viernes se podían escuchar personas hablando en español con distintos acentos por el centro de la ciudad, probablemente de países vecinos, que viajaron a asistir a una de las fiestas del orgullo más masivas del mundo.
Envejecer siendo LGTBI
Durante la entrevista telefónica, la voz de Dora Cudgnola se quebró al recordar a su esposa, que falleció hace unos años de un ACV, y a la cual se arrepiente de haber besado por primera vez en público recién en el velatorio.
Hoy, a sus 72 años, es presidenta de la ONG ‘Eternamente sou’ (‘Soy, para siempre’, en español) y dedica gran parte de su vida a ayudar a otros adultos mayores de la comunidad a “no tener miedo” de expresar quienes son y, sobre todo, “a no volver al armario”, algo que es muy común a la tercera edad.
“Gracias a Dios”, expresó cuando se enteró que el tema de la marcha de este año era la vejez.
Pero no debería abordarse este tema «solo en el desfile”. «Tenemos que hablar de los ancianos en todos los lugares, tenemos que hablar sobre qué significa envejecer” siendo gay, lesbiana, bisexual o trans, aclaró.
Dora, que tras ese trágico hecho de su vida prometió no sentir más vergüenza de nada, aborda sin pudor cuestiones relacionadas al sexo en la tercera edad o a su propio cuerpo, que «es muy diferente al de su juventud».
“Tenemos arrugas, tenemos más barriga o los senos más caídos, y no podemos esconder eso. Mostrar que somos felices con nuestro cuerpo es parte del debate sobre envejecer”.
“El joven tiene que darse cuenta de que un día va a ser viejo, entonces tiene que conocer, no solo de nuestros dolores, sino también de nuestra lucha. Que si hoy están más avanzados -a pesar de que la violencia, la discriminación y los prejuicios aún existen- es por nuestra lucha previa, que peleamos para que el mundo nos vea”, expresa.
Ailén Desirée Montes
