Millás escribe un libro sobre lucha de clases entre “la inteligencia y el pobre novelista”

Juan José Millás (Valencia, 1946) ve llegada la edad de dejar cosas ordenadas "del mismo modo que le dices a tu mujer: convendría que hiciéramos testamento" y así explica 'Ese imbécil va a escribir una novela' (Alfaguara), un libro sobre "amistad y lucha de clases" entre la llamada "inteligencia" y los "pobres novelistas". EFE/ Alberto Aguado

Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 7 may (EFE).- Juan José Millás (Valencia, 1946) ve llegada la edad de dejar cosas ordenadas “del mismo modo que le dices a tu mujer: convendría que hiciéramos testamento” y así explica ‘Ese imbécil va a escribir una novela’ (Alfaguara), un libro sobre “amistad y lucha de clases” entre la llamada “inteligencia” y los “pobres novelistas”.

“Los ensayistas son la clase alta y los novelistas somos la clase proletaria, una lucha de clases que yo he vivido con mucha intensidad porque cuando empecé a escribir en España estaba de moda el experimentalismo”, ha relatado Millás en una entrevista con EFE.

Por eso, cuando releyó su primera novela y “advertí con terror que se entendía”, recuerda, decidió ponerle un título “ininteligible”, ‘Cerbero son las sombras’ (1975), con la esperanza de que la crítica no la despachase con dos adjetivos entonces letales: lineal y costumbrista.

Una desazón que aborda con humor y misterio en ‘Ese imbécil va a escribir una novela’, el libro biográfico que acaba de publicar, donde un joven Millás teme que Alberto, su amigo de la Universidad, le haya abandonado porque va a abordar la escritura de un libro que demostrará su superioridad absoluta.

“Entre los novelistas siempre ha habido un amigo excepcionalmente listo, muy lector de ensayos, lanzando la amenaza de que iba a escribir una obra maestra que nunca escribió”, aclara.

A pesar de querer cerrar ciclos, Millás no ve cerrado el novelístico, e incluso tacha de “un poco pretenciosos” los anuncios de esa índole, pero, sí ve acabado a su pesar su trabajo reportero. “Pero está mal cerrado porque no lo he podido hacer con un reportaje que a mí me guste”, circunstancia que es precisamente otro de los hilos conductores de la novela.

El fracaso en busca de ese gran tema con el que despedirse del periodismo escrito, que aún espera resolver -“dejar todo ordenado en mi caso sería también cerrar con un buen reportaje esta etapa de mi vida”- le sirve a Millás para repasar su propia biografía con una sucesión de situaciones que le llevan a cuestionarse su propia identidad.

“Un yo equivocado ha sido mi dueño”, dice el Millás de la novela, y así lo corrobora en la entrevista. “Es uno de los asuntos que atraviesan toda mi literatura, la fragilidad de la identidad, qué es lo que nos hace ser yo, qué decimos exactamente cuando decimos yo”.

Un asunto que de nuevo enlaza con la realidad del envejecimiento, porque es un momento en que esta identidad construida que él siempre ha analizado se va “deshaciendo”, dice.

“Por eso digo muchas veces de broma que a partir de cierta edad, habría que llamarme ‘Desjuanjo’ en lugar de Juanjo, porque ya estamos en proceso de pérdida de masa muscular y de masa yoica”, añade el autor de ‘Dos mujeres en Praga’, que también habla en su libro de los tres años que pasó en un seminario, y que recuerda de modo casi onírico.

Fue cuando era un adolescente, cuando era presa de un extrañamiento que compara en la novela con el de la persona mayor. “La vejez y la adolescencia tienen muchos puntos en común y por eso con mucha frecuencia los abuelos se llevan mejor con los nietos que los padres. Se miran y se entienden”, remarca Millás.

“En ambos casos se produce una verdadera mutación, no solo en lo físico, también en el misterio y la confusión”, explica el escritor, ataviado durante toda la entrevista con unas gafas de sol.