Nueva Delhi, 7 jun (EFE).- Millones de musulmanes celebran este sábado el Eid al-Adha, o Fiesta del Sacrificio, en países como la India, Pakistán, Afganistán o Bangladés, en una de las fechas más sagradas del islam, marcada por diversas tensiones políticas, religiosas y económicas en el sur de Asia.
El Eid al-Adha, una de las principales festividades del islam, reúne cada año a fieles en rezos colectivos y rituales de sacrificio de animales, principalmente cabras, ovejas o vacas, cuya carne se reparte entre familiares, vecinos y personas necesitadas.
En la región del sur de Asia, donde vive una de las mayores poblaciones musulmanas del mundo, más de 500 millones en toda la región, la celebración se ve atravesada por las tensiones políticas, religiosas y económicas que reflejan el delicado equilibrio social de la región.
Entre la espiritualidad y el conflicto
En la India, donde los musulmanes representan cerca del 15 % de la población, el Eid al-Adha se celebra con intensidad en ciudades como Delhi, Hyderabad o Lucknow. Sin embargo, varias regiones mantienen leyes que prohíben o restringen el sacrificio de vacas, consideradas sagradas por la mayoría hindú, lo que genera cada año tensiones durante la festividad.
Estas tensiones se insertan en un contexto de creciente polarización religiosa entre la India y Pakistán, países vecinos con una larga historia de conflictos políticos y culturales desde la partición en 1947,aún más grave desde la reciente escalada entre las dos potencias tras el ataque que dejó 26 muertos en la Cachemira india en abril.
Mientras en Pakistán el islam es la religión oficial, en la India el gobierno nacionalista hindú de Narendra Modi ha sido acusado en los últimos años de restringir las libertades de la comunidad musulmana, lo que ha provocado protestas, denuncias internacionales y un deterioro del clima interreligioso en fechas sensibles como esta.
En Cachemira, la región del Himalaya en disputa, el jefe de gobierno Omar Abdullah participó en las oraciones en Srinagar, en un gesto simbólico que busca proyectar unidad y normalidad en medio de las persistentes tensiones políticas y religiosas.
Otro lugar de gran celebración es Afganistán, donde el islam es la religión oficial y la gran mayoría de la población es musulmana, y donde el Día del Cordero se celebra bajo el gobierno de facto talibán, en el poder desde 2021, que ha impuesto estrictas normas religiosas y sociales.
La festividad, profundamente arraigada en la vida cultural y religiosa del país, sobrevive pese a la inseguridad, la falta de servicios básicos y una grave crisis económica.
Seguridad y organización
En Pakistán, las principales ciudades como Lahore, Karachi o Islamabad registraron rezos multitudinarios bajo estrictas medidas de seguridad, con despliegues policiales masivos, controles de acceso en los lugares de culto y vigilancia reforzada para prevenir incidentes y garantizar el orden público.
En grandes ciudades como Nueva Delhi, la policía reforzó la seguridad con despliegues en zonas sensibles, estableció puntos de control y aumentó la vigilancia de actividad electrónica.
En Daca, capital de Bangladés, las autoridades desplegaron a más de 10.000 personas para limpiar los residuos de los sacrificios en 75 distritos, evitando la acumulación de restos y riesgos sanitarios, reflejo de la adaptación de las tradiciones religiosas a la vida urbana.
Impacto económico
La inflación y el encarecimiento del ganado también limitan las celebraciones en la región. En Pakistán, donde la inflación ronda el 12 %, muchas familias han reducido sus sacrificios.
En Bangladés, el aumento de precios en el mercado de ganado, que según medios locales alcanza hasta un 18 % respecto al año pasado, ha impulsado sacrificios colectivos o contratados a través de plataformas digitales.
En la India, las restricciones legales en varias regiones para el sacrificio de vacas generan incertidumbre y afectan la oferta y demanda durante la festividad, lo que contribuye a encarecer el proceso para quienes desean cumplir con el ritual.
Pese a las tensiones y desafíos, el Eid al-Adha sigue siendo un eje central de identidad y cohesión para las comunidades musulmanas del sur de Asia.