Monterrey (México), 13 jun (EFE).- Un año antes de estrenarse como sede del próximo Mundial, el 14 de junio de 2026, la ciudad mexicana de Monterrey apuesta a ser la mejor de la fiesta del fútbol con un legado para la gente de la urbe, casa provisional del futbolista español Sergio Ramos.

«Dejar una herencia que le cambie la vida a los habitantes de Guadalupe, el municipio donde serán los juegos, y a los de todo el Estado de Nuevo León, nos va a diferenciar», aseguró Alejandro Hütt, presidente del Comité Organizador del Mundial en Monterrey.

A las faldas del Cerro de la Silla, una montaña que da la impresión de proteger a Monterrey de las malas vibras, la ciudad del norte del país organizará cuatro partidos mundialistas, el 14, el 20, el 24 y el 29 de junio de 2026. Los tres primeros duelos serán de la fase de grupos y el cuarto, de dieciseisavos de final.
Unos 200.000 hinchas asistirán al estadio BBVA a esos encuentros, pero la fiesta mayor transcurrirá a unos cinco kilómetros, en el Parque Fundidora, escenario del Fan Festival, que reunirá a más de dos millones de aficionados, según cálculos de las autoridades.
La llegada de Sergio Ramos este año a los Rayados de Monterrey aumentó la pasión por el fútbol que se respira en un territorio donde los hinchas se dividen a partes iguales en favor del equipo del español campeón mundial de Sudáfrica 2010 y los de los Tigres UANL.
Según Hütt, durante el Mundial unirán a los seguidores de uno y otro bando, a quienes vestirán con un jersey morado, autorizado por la FIFA, para que durante los 39 días del Mundial olviden las diferencias y se unan a favor del fútbol.
El Estadio BBVA, sede de los partidos, fue estrenado en 2015. Con una capacidad para 53.500 personas, sufrirá pocas modificaciones. La principal será el cambio de césped, por uno con un sofisticado sistema de oxigenación, ventilación y drenaje.
Los organizadores del Mundial en Monterrey ya trabajan en aumentar la seguridad en el estado, garantizar campamentos confortables para los equipos y canchas de entrenamiento de primer nivel. También, una buena movilidad, con sistemas de transporte desde estacionamientos emergentes hasta el estadio.
Hace casi 40 años, en el Mundial de 1986, Monterrey vio llorar a la selección mexicana, que en los cuartos de final le sacó un empate sin goles al gigante Alemania en esa ciudad, pero perdió en la tanda de penaltis.
La derrota por tan mínimo margen fue una herida por la que el fútbol de México aún sangra porque dejó ir su oportunidad más clara de alcanzar las semifinales de un Mundial a costa de la mítica selección de Harald Schumacher, Lothar Matthaeus y Karl-Heinz Rummenigge.
Muchos años después el mundo y el fútbol son otros. Monterrey no sufrirá decepciones nacionalistas porque la ciudad no recibirá a la selección mexicana, que jugará en el Estadio Azteca de la capital y en Guadalajara.
Después de haber visto a Lionel Messi contra Rayados en abril del 2024 en el Estadio BBVA, los organizadores del Mundial han armado su propia utopía y se imaginan tocados por La Divina Providencia para tener a los más grandes del siglo XXI como le pasó al Azteca con Pelé y Maradona en 1970 y 1986.
«Tendremos en Monterrey a una de las 10 mejores selecciones del mundo, la cabeza del grupo F. Ojalá sea Portugal; sería un regalo vivir el fenómeno que representa Cristiano Ronaldo», dijo esta semana Hütt, quien cree que la idea de ser la mejor sede no está peleada con la belleza del fútbol.