Paco Aguado
Pamplona, 9 jul (EFE).- El diestro sevillano Morante de la Puebla salió hoy a hombros, en compañía de Tomás Rufo, por la Puerta del Encierro tras cortar sendas orejas a su lote, gracias sobre todo a las dos soberbias y modélicas estocadas con que, tras dos faenas sin especial brillo, tumbó a sus dos toros de la divisa de Álvaro Núñez, que debutaba en Pamplona.
Del encierro gaditano, al que faltó en general un mayor fondo de raza y de empuje, sobresalió un tercer astado de pelo jabonero y con una profunda calidad en sus embestidas, del que también obtuvo un trofeo de poco peso el toledano Rufo, que, con el que de similar valor que sumó del sexto, pudo así irse a hombros junto al maestro de Puebla del Río.
Pero, por encima de la estadística y de la amplia generosidad de público y palco en uno de los días más señalados de la feria sanferminera, cabe destacar ese soberbio manejo de la espada de Morante, en esa suerte suprema que, sin tanta lírica como provoca su toreo de capa y muleta, lleva tiempo practicando con idéntica pureza y perfección técnica.
El hecho es que, sin alcanzar altas cotas con ninguno de los dos de su lote, José Antonio Morante ejecutó dos volapiés ejemplares por la forma en que marcó despacio los tiempos, en que cruzó el fielato del pitón con gran ajuste, dejando expuesta la femoral, y en que dejó el acero limpiamente entre las agujas de ambos toros: en la misma ‘yema’ con el primero y solo un puntito más atrás con su segundo. Y las dos con efectos fulminantes.
Se hizo valer, así, la vieja ley del toreo que aseguraba que una buena estocada ya merece premio, solo que actualmente ya se pide algo más de contenido en unas faenas que, antes de su magistral lección con el acero, el sevillano no llegó a macizar.
El que abrió plaza, un toro rebrincado y de muy escaso fondo, no se lo permitió salvo en un inicio en tablas de mucha gallardía.
Y el cuarto por que nunca remató sus embestidas, por mucho que Morante hiciera con él un mayor esfuerzo, en un trasteo dilatado y paciente en el que, tirando de firmeza y suavidad, siempre buscó llevar hacia adelante a un colorado que también protestó y se quedó corto, aunque, en ese empeño, el hispalense apenas consiguió enjaretarle muletazos sueltos de inusitado temple y hondura, pero sin poder hilarlos en imposibles tandas completas.
El único toro de los de Álvaro Núñez que permitió ese toreo redondo fue el jabonero que saltó en tercer lugar, que ya descolgó en sus sueltas embestidas de salida y que lo siguió haciendo constantemente en un trasteo en el que Tomás Rufo tardó en cogerle el pulso y el aire, en tanto que el animal, algo endeble de cuartos traseros, pedía más temple para asentarse.
Fue ya muy avanzada una faena que tampoco encontró terrenos concretos cuando el toledano dio con la clave, en una serie con de naturales en la que, aun demasiado sometido con los vuelos a ras de arena, el jabonero dio lo mejor de sí, con el hocico a ras de arena y con toda su clase sobre el tapete, pero sin que el acierto volviera a repetirse antes de la concesión de esa otra oreja.
La segunda la obtuvo Rufo de un sexto alto de agujas y de embestida desrazada, que al menos se movió lo suficiente para que se alargara el voluntarioso pero desangelado muleteo del torero, que, como Morante, también lo acabaría tumbando de una estocada aún más fulminante y que fue la que le permitió acompañar a hombros al veterano del cartel.
Por su parte, Roca Rey pasó prácticamente en blanco en su primer paseíllo de estos Sanfermines, ya que el castaño albardado que salió como segundo, tal vez a causa de la lesión de un puyazo, acabó echándose desfondado a mitad del trasteo de muleta, una vez que había galopado con son de salida y permitió al peruano hacer un ajustado quite por gaoneras.
Y ya el quinto fue un cornipaso sin fijeza en los primeros tercios y que llegó muy parado y reservón a la muleta de Roca, que solo pudo sacarle, de uno en uno, medios pases que no despertaron ni una palma en los tendidos animados tras la merienda.
FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de Álvaro Núñez, sueltos de carnes, bien armados y dispares de alzadas. Salvo el tercero, que tuvo clase y profundidad dentro de sus medidas fuerzas, al resto se le echó en falta un mayor punto de raza y de fondo en el último tercio. El segundo, además, se echó desfondado en mitad de la faena de muleta.
Morante de la Puebla, de corinto y oro: estocada honda (oreja); estocada algo trasera (oreja).
Roca Rey, de blanco y oro: estocada (silencio); estocada baja (silencio).
Tomás Rufo, de carmín y oro: estocada caída (oreja); estocada (oreja).
Morante y Rufo salieron a hombros por la Puerta del Encierro.
Entre las cuadrillas, Sergio Blanco y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear al sexto.
Quinto festejo de abono de la feria de San Fermín, con lleno total en los tendidos (19.500 espectadores) en tarde calurosa.
