Violeta Molina Gallardo
Madrid, 7 mar (EFE).- Ola reaccionaria, retroceso en derechos, negacionismo. El feminismo está sufriendo una fuerte reacción, el acusado auge del machismo, pero son muchas las mujeres que resisten en la lucha por una vida más igualitaria y digna.
Con motivo del 8M, EFE ha hablado con cuatro mujeres activistas que sostienen la igualdad pese a la dureza de los ataques.
Houda Akrikez, activista: “Las mujeres somos la luz de Cañada Real”
Mujer, feminista, de ascendencia marroquí y vecina de la Cañada Real de Madrid. La mediadora y activista Houda Akrikez reconoce que es “una fuerza de la naturaleza” y por eso no se rinde en su lucha por los derechos de las mujeres de Cañada, por la reivindicación de luz, educación y vidas dignas.
“Cuando hablas conmigo realmente estás hablando con 80 mujeres de Cañada Real al frente de una lucha contra la constante violación de derechos humanos. Muchas veces hablo de maltrato psicológico institucional: te maltrata tu pareja o tu familiar y vas a la comisaría, pero cómo denunciamos las mujeres este maltrato?”, se pregunta.
Al frente de la Asociación Tabadol (espacio cultural comunitario de mujeres marroquíes), Akrikez explica que la falta de luz las castiga el doble a ellas.
“He sentido la soledad de ser invisibilizada, el cansancio de pelear por lo que debería ser un derecho y no un favor. Me han dicho que no puedo, que no es mi lugar alzar la voz, que me conforme. Pero aquí sigo, ¿cómo detenerme cuando veo a otras mujeres enfrentar la oscuridad con una sonrisa?”.
Defiende que las mujeres de Cañada Real son referentes por su fortaleza para sobrellevar tanto rechazo y negativa desde el poder: “Juntas, aunque sea con velas encendidas, somos la luz de la Cañada Real y de la Comunidad de Madrid”.
Pamela Palenciano, activista: “Llevo 30 años enfrentando la violencia machista”
Cuando tenía 12 años, Pamela Palenciano se enamoró de un maltratador y sufrió una “violencia aberrante, terrible”. Cuando pudo dejarlo atrás, quiso contar a la adolescencia la historia que a ella nunca le contaron.
Así nació la obra ‘No sólo duelen los golpes’, sobre la violencia machista, que la activista ha representado más de 8.000 veces en teatros e institutos de toda España y por la que fue denunciada en tres ocasiones por quienes alegaban que su trabajo incitaba al odio contra los hombres. Todas fueron archivadas.
Palenciano ha puesto el cuerpo, literalmente, por la lucha feminista. Cada día recibe amenazas de muerte: “Durante ocho años no he tenido tregua frente a la reacción patriarcal”.
La violencia, que enfrenta desde hace 30 años, es tal que ha llegado a afectar a su salud, por eso quiere dejar de ser una activista “mainstream”, una “superheroína” con gran exposición para optar por un “feminismo de acuerpe”, más “en pequeñito”, pero cerca de la adolescencia.
“Los chavales jóvenes se nos van cada vez más radicalmente a los discursos de odio. Es necesario y urgente estar con ellos, generar alianzas porque se nos están yendo con los ‘youtubers’ y los ‘streamers'”, señala.
No duda a la hora de pedir autocrítica en el feminismo y considera que destacar la división cuando llegó la ultraderecha fue un error.
“Podemos mejorar y reparar si nos hemos equivocado”, dice, para renegar de los planteamientos inflexibles: “¿Hacemos el dogma fascista? No puedo vivir en un dogma, el feminismo me enamoró porque cabíamos todas”.
Gloria Poyatos, magistrada: “Nunca subestimes el poder de un grupo de mujeres decididas en pijama”
Las mujeres en Afganistán sólo tienen derecho a respirar. Los talibanes libran una “guerra silenciosa” contra ellas “bajo la mirada anodina del mundo”, destaca la magistrada Glòria Poyatos.
Ella y otras seis compañeras de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas han ayudado a 218 juezas de Afganistán a esconderse y salir del país con sus familias desde 2021.
Los criminales a los que habían condenado fueron liberados por los talibanes y juraron ir a por ellas para vengarse. Para evitarlo, siete juezas se organizaron en un espacio ‘online’ activo las 24 horas.
“Era muy interesante cómo nos reuníamos a cualquier hora del día o de la noche, a veces en pijama, para intercambiar estrategias con deliberaciones que salvaban vidas. Hago mías las palabras de Mona Lynch, de la Corte Suprema de Canadá: ‘nunca subestimes el poder de un grupo de mujeres decididas en pijama'”.
El camino no ha sido sencillo porque se dieron “de bruces con la legislación internacional del refugiado que carece de perspectiva de género y de infancia y es discriminatoria”.
Pero no pierde el optimismo: “No estoy sola y eso me hace ser más optimista, creo mucho en la fuerza colectiva de las mujeres y en cómo unidas podemos conseguir grandes logros”.
Carla Antonelli, senadora: “¿Realmente tenemos que tocar fondo para saber lo que hemos perdido?”
La senadora trans Carla Antonelli está preocupada por un mundo en el que hay quien se está tomando la política como un juego de rol, gente a la que “le interesa mover el tablero porque se aburre”, gente que quiere que le vaya mal a todo el mundo.
“Acción-reacción. Evolución-involución, ¿realmente tenemos que tocar fondo para saber lo que hemos perdido? ¿No hay conciencia de las consecuencias, no han vivido otros momentos históricos?”, pregunta.
La activista por los derechos LGTBIQ+ denuncia cómo hombres poderosos vierten odio contra colectivos, especialmente las personas trans. También migrantes y mujeres.
“Han venido a derogarnos. ¿Qué les hemos hecho para ser la primera divisa de Trump? ¿Qué mal le hemos hecho a la humanidad para que nos declaren personas non gratas? Parece que somos entes a exterminar”, lamenta.
Antonelli alerta de que no sólo quieren atacar al colectivo LGTBI: “Somos la cortina de humo perfecta mientras siembran su odio y sacan adelante su agenda. (…) Quien piense que sólo han venido a por la T (en referencia a las personas trans) se equivoca. Han venido a por todo el feminismo, por la mujer que no es dócil ni sumisa, por toda manifestación de libertad”.