Murcia revive con emoción un Viernes Santo con su procesión de ‘los Salzillos’

Imagen de San Juan durante la tradicional procesión de Viernes Santo por la mañana, conocida por los pasos del escultor barroco Francisco Salzillo, que atraen cada año a miles de fieles y turistas. EFE/Juan Carlos Caval

Baldo Cortón

Murcia, 18 abr (EFE).- Miles de personas acompañan este Viernes Santo en Murcia la tradicional procesión de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, más conocida como ‘los Salzillos’, en referencia a las icónicas tallas del escultor barroco Francisco Salzillo que cada año recorren las calles del casco antiguo al amanecer.

Como es tradición, el primer rayo de sol iluminará el rostro de la Dolorosa al salir de la Iglesia de Jesús, lo que ha tenido lugar a las ocho de la mañana aproximadamente.

Este evento es considerado uno de los más multitudinarios y emblemáticos de la Semana Santa murciana, atrayendo tanto a residentes como a visitantes que desean contemplar las obras maestras de Francisco Salzillo en su recorrido por la ciudad en una procesión existente desde el año 1600.

La mesa de ‘La Cena’ (1763) había sido montada con vajilla de plata, fino mantel y exquisitos manjares por los camareros del paso durante la mañana y puntual al alba, desde la iglesia de Jesús, ha salido el primero de los nueve pasos que conforman esta procesión declarada Bien de Interés Cultural: La Santa Cena, un trono que pesa 1.362 kilogramos y que es portado por 28 nazarenos estantes.

Le siguen escenas clave de la Pasión de Cristo como La Oración en el Huerto, el de la palmera, cuyos dátiles obran milagros (1754), El Prendimiento o El Beso de Judas (1763), los azotes, la Santa Mujer Verónica (1755), La Caída (1752), Nuestro Padre Jesús Nazareno -talla anónima del 1600- , San Juan, y La Dolorosa (1755), todas obras maestras del imaginero murciano del siglo XVIII.

Se mezcla el silencio sobrecogedor entre los asistentes con la algarabía cuando los nazarenos reparten caramelos entre el público, muchos de ellos visiblemente emocionados por la espiritualidad del momento que sigue asombrando a devotos y a turistas.

La ciudad vive una jornada marcada por el respeto, la devoción y la participación masiva, en la que hay familias que ocupan las mismas aceras cada año y el incienso perfuma el aire mientras las campanas marcan el ritmo sagrado del cortejo.

Se trata de una herencia barroca y profundamente murciana en la que cada imagen es un relato devocional tallado con alma y detalle que significa arte en movimiento, es fe que camina. Entre tambores, la ciudad despierta con la procesión en la que la tradición se funde con lo sagrado.

Como relató a EFE un asistente: «Ver a los Salzillos salir es gloria bendita. Esto no se explica, se vive. Si parece que las tallas hasta respiran». Pasado el mediodía, cuando El Cristo de la Agonía y La Dolorosa regresan al templo, ya bajo el sol templado de la primavera murciana, la fe ha desfilado una vez más por las calles de Murcia, en la voz imperecedera de Salzillo. Un año más, Murcia ha rendido homenaje a su patrimonio artístico en una cita que sigue siendo uno de los referentes del arte sacro en toda España.