Myriam Moscona: “Para mí la división de los países son cicatrices llenas de dolor”

La escritora Myriam Moscona posa durante una entrevista con EFE este jueves, en la Ciudad de México (México). EFE/ Mario Guzmán

Ciudad de México, 18 may (EFE).- A propósito de su novela ‘Tela de Sevoya’, cuya edición en francés se presentará el mes próximo en París, la poeta mexicana Myriam Moscona confiesa sentir un malestar íntimo por la falta de empatía de un mundo partido en pedazos.

“Para mí la división de los países son cicatrices llenas de dolor porque para que las fronteras se vieran como se ven hoy se derramó mucha sangre. El mundo no estaba dividido de esa forma”, lamentó Moscona en entrevista con EFE..

Ganadora en el 2012 del premio Xavier Villaurrutia, de escritores para escritores, ‘Tela de sevoya’ recrea la biografía del ladino (judeoespañol), lengua con ecos de Cervantes. Hace semanas fue reeditada por el sello Tusquets y en junio se publicará en París.

“Tras una visita a Bulgaria quise escribir un libro de poesía; quizás por falta de talento no pude. Entonces conté un viaje que se convirtió en un acercamiento a la condición humana, y a la historia de una lengua. Me gustaría que quien lea ‘Tela de sevoya’ tenga clara la biografía fascinante del judeoespañol”, confesó.

La obra recrea la historia de migración de sus padres y la relación de una niña con su abuela que habla ladino en un tiempo en el que moverse de lugar no era un delito.

“El mundo cambió. Cuando yo era chica las mercancías no podían pasar; los seres humanos sí; ahora es al revés; las mercancías pasan, pero los seres humanos no. Tengo nietas, me preocupa lo que les va a tocar, pero abro el obturador y me duele lo que le va a tocar a la humanidad. No estamos dejando un mundo mejor”, opina.

Las sombras cocidas

La escritora Myriam Moscona habla durante una entrevista con EFE este jueves, en Ciudad de México (México). EFE/ Mario Guzmán

Después de varias ediciones en español, ‘Tela de sevoya’ saldrá en francés. Lo hará con otro título, ‘Las sombras cocidas’, una propuesta del traductor para evitar malentendidos por otras interpretaciones en francés de la palabra sevoya del ladino.

La edición en español del audiolibro, en voz de la autora, completa el momento de rejuvenecimiento de una novela que tiene de ensayo, de crónica y de memoria asumida de forma poética.

“No me gusta romantizar sobre la poesía, pero una siempre está a la caza del lenguaje, de las imágenes, de los símiles. Al final el lenguaje no es un fin en sí mismo, es un instrumento, pero ese instrumento debe estar afilado”,

La novela, primera obra narrativa de Moscona, tiene la frescura de los debutantes, aún cuando en el momento de la creación, la autora tenía un camino recorrido como poeta y muchas lecturas acumuladas.

“Me las fui arreglando con mi intuición; por eso el libro tiene una estructura peculiar. Es una primera obra narrativa, con un bagaje de años atrás.

La fragilidad humana

La escritora Myriam Moscona habla durante una entrevista con EFE este jueves, en la Ciudad de México (México). EFE/ Mario Guzmán

La novela de Myriam Moscona cuenta la relación de una niña con su abuela emigrada. Es una abuela cruel, que habla en judeo español. Hay poco amor, sin embargo, gracias a ella, la chica aprende el idioma de su antepasada, una historia similar a la de la escritora en su niñez.

“Esa paradoja retrata la condición humana. A veces recibes de alguien un fastidio que acaba por ser un regalo; nada más necesitas la perspectiva del tiempo. Por eso me interesa tanto Marcel Proust; él describe una escena y después cómo la vive en la memoria con la perspectiva del tiempo, hay otra lectura”, acepta.

En estos tiempos en los que los migrantes son despreciados, reinan nacionalismos, populismos y oportunismos, sean de izquierda o de derecha, ‘Tela de sevoya’ tiene la actualidad de los libros que resisten el paso del tiempo porque retratan lo humano.

‘El meoyo del ombre es una telika de sevoya’, decía en ladino la abuela a la niña para hablar de la fragilidad humana.

De pequeña Moscona recibió la antorcha del judeo español. Eso la convirtió en testigo de los últimos hablantes verdaderos de una lengua que ya los niños no hablan, pero mantiene su memoria.

-¿Le gustaría que la lápida en su tumba fuera en judeo español?

– Me encantaría. Diría, al estilo de Groucho Marx: “Perdonen que no pueda ponerme de pie”. Pero ese perdonen sería pedronen.