Las Palmas de Gran Canaria, 12 jun (EFE).- El sesgo de género en la Medicina dificulta y empeora el diagnóstico y tratamiento de las mujeres no sólo de episodios cardiovasculares como el infarto, también en otras patologías como el alzhéimer, el dolor crónico o trastornos de salud mental como la depresión.
«La perspectiva de género en la salud es necesaria porque no existe y lleva sin existir muchísimos años», ha denunciado este jueves Lorenzo Armenteros, miembro del Grupo de Salud de la Mujer de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, en la primera jornada del 31º Congreso de la SEMG que reúne estos días en Las Palmas a más de 2.500 profesionales de este ámbito.
Este histórico sesgo de género ha abierto una brecha en el acceso, la calidad y los resultados de los servicios de salud que reciben hombres y mujeres, siendo ellas las peor paradas.
Sectores «beligerantes»
El ejemplo más paradigmático es el de las enfermedades cardiovasculares que, pese a ser la primera causa de mortalidad femenina, se diagnostican erróneamente o con menos frecuencia en mujeres que en hombres porque, además de que los síntomas no son los mismos, ellas acuden más tarde a consulta, donde muchas veces acaban escuchando que lo que tienen es ansiedad.
Pero no es el único, ha añadido Mariam de la Poza Abad, presidenta de la Sociedad Catalana de Médicos Generales y de Familia (SEMG Catalunya).
Así, ellas tienen mayor riesgo de desarrollar trastornos neurológicos como el alzhéimer y reciben el diagnóstico más tarde sin que se haya estudiado lo suficiente que pueden concurrir factores hormonales y genéticos específicos.
Con el dolor crónico derivado de enfermedades como la fibromialgia, migraña o el síndrome de fatiga crónica, lo que ocurre es que ellas lo padecen más, pero muchas veces se minimizan o se achacan a motivos psicológicos, lo que acarrea retrasos en el diagnóstico, falta de tratamiento adecuado y estigmatización.
Lo mismo ocurre con enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide, esclerosis múltiple), que afectan más a las mujeres, pero que muchas veces ven infravalorada su sintomatología o se les acusa de somatización, lo que retrasa tratamientos adecuados.
En los trastornos mentales como la depresión y ansiedad, se produce o un infradiagnóstico o un sobrediagnóstico sin buscar causas subyacentes reales. Y con las enfermedades ginecológicas como la endometriosis, históricamente ignoradas o mal comprendidas, se ha acabado normalizando muchos de sus síntomas.
Además, los fármacos no afectan por igual a ambos sexos, de modo que en ellas provocan más efectos secundarios, y ello porque la mujer ha estado siempre infrarrepresentada en los ensayos clínicos.
Pese a toda la evidencia acumulada sobre el sesgo de género en la salud, y aunque entre los profesionales más jóvenes ya puede estar más interiorizada, lo cierto es que en algunos sectores de sus profesionales se dan situaciones que «en cierta manera son beligerantes» y que niegan su existencia, ha denunciado Armenteros.
«Se debe vencer esta soberbia falsa de considerar que todo lo hacemos bien», ha apelado el doctor, que ha insistido en la necesidad de que se formen para alcanzar «una medicina equitativa pero a la vez diferenciada».
Los médicos piden más formación en IA
En la jornada de hoy también se ha hablado del grado de desarrollo de la Inteligencia Artificial en las consultas de Atención Primaria: según los datos de una encuesta que ha dado a conocer el doctor César Dilú, del Grupo de Trabajo de Salud Digital, un 73,7 % de los profesionales de Atención Primaria no ha recibido formación específica.
A pesar de ello, la inmensa mayoría, el 97,4 %, quiere participar en programas formativos continuos sobre IA.
La principal barrera que citan es la falta de formación (83 %), seguida de infraestructura inadecuada (36,6 %) y resistencia al cambio (23,8 %).
Aunque el 71,2 % cree que la IA puede mejorar la calidad de la Atención Primaria, la confianza en sus resultados depende del contexto (65,8 %). Algo más de la mitad, el 51,4 %, está preocupado por el posible impacto en la privacidad de los datos del paciente.
Cuanto mayor es el conocimiento, mayor es la confianza en los resultados que dan las herramientas, cuyos beneficios para los profesionales son «evidentes», sobre todo lo referente al alivio de la carga de trabajo, pero también es positiva para los pacientes.
«Estas herramientas, cuando están validadas y entrenadas, se equivocan menos y aumentan la precisión del diagnóstico, resumen la historia rápidamente y eso permite una medicina más personalizada», ha concluido el experto.