«No somos conscientes de que la vida depende del agua», según el experto Mariano Bueno

El fundador del Centro Mediterráneo de Investigación Geobiológica y de la Asociación de Estudios Geobiológicos, Mariano Bueno, en una fotografía failitada por el experto, autor del libro 'El milagro azul' (editorial Zenith). EFE

Madrid, 3 jul (EFE).- «No somos realmente conscientes de que toda la vida depende del agua» ni tampoco del «gran coste ecológico, económico y social que supone tener agua limpia y potable en el grifo de casa», ha insistido en una entrevista con EFE el pionero en agricultura ecológica y bioconstrucción Mariano Bueno.

El también fundador del Centro Mediterráneo de Investigación Geobiológica y de la Asociación de Estudios Geobiológicos, que ha publicado recientemente su último libro ‘El milagro azul’ (editorial Zenith), llama especialmente la atención sobre el coste «brutal» que supone «depurarla, limpiarla y devolverla a la Naturaleza sin que esté hipercontaminada» y cree que si esta información fuera más conocida «actuaríamos diferente y le daríamos un valor».

«Todos los seres vivos tienen su base estructural -entre un 70 y un 90 %- en el agua» y, desde el punto de vista humano, «las grandes civilizaciones se han creado en torno a sus cauces» y «la mayoría de grandes imperios y culturas han desaparecido debido a períodos largos de sequía o mala gestión del agua».

¿Del grifo o embotellada?

En el caso de España, «en los años 40, el 70 % de la población se dedicaba a la agricultura y hoy día no llega al 4 %», por lo que muchas personas no se preocupan por el líquido elemento mientras fluya por el grifo, sobre todo en ciudades como Madrid, Badajoz, La Coruña, Tenerife, Guipúzcoa o Burgos, entre otras, que disfrutan de la mejor potabilización con «aguas blandas y de baja mineralización».

Aún así existe una «percepción negativa» del agua del grifo respecto a la embotellada «posiblemente condicionada por el gran negocio que existe» en un sector que «maneja miles de millones de euros» en todo el planeta y «mueve más dinero que el negocio del petróleo», asegura Bueno.

Consumir agua embotellada, sin embargo, «supone un impacto medioambiental 3.500 veces mayor que beberla del grifo» y genera millones de toneladas de plástico al año «que en la práctica se reciclan poco y mal».

No sólo eso: «a pesar de la creencia popular, muchas de las aguas embotelladas que se comercializan no son ni más sanas ni más seguras que las del grifo» porque «últimamente somos conscientes de los microplásticos y nanoplásticos que estamos ingiriendo cada día» y, además, «algunas marcas venden agua potable de la red pública, filtrada y depurada, bastante similar a la de nuestra casa» pero a mayor precio, como demostró una investigación hecha pública el mes de mayo con algunas marcas francesas.

Consumir agua

En su libro, Bueno recomienda varios momentos al día especialmente buenos para beberla desde la mañana -al levantarse y en ayunas, para activar y limpiar los órganos- a la noche -antes de acostarse, ayuda a prevenir infartos-.

«Tenemos que aprender a beber sin sed», afirma, porque en el momento en el que ésta aparece «llevamos entre media hora y hora y pico de estrés hídrico» y respecto a la cantidad que hay que consumir al día aunque suele recomendarse unos dos litros diarios, «depende de cada persona» y hay que considerar la ingerida en otras bebidas o alimentos.

En todo caso, el agua es vital «como factor disolvente de sustancias tóxicas o de los propios restos metabólicos de nuestro organismo» que circulan «a través del drenaje linfático, el gran olvidado de nuestro organismo».

Este drenaje es «el alcantarillado del cuerpo» y si no circula el agua suficiente «la porquería se va quedando incrustada en las ‘tuberías’ y al final se obstruyen» hasta el punto de que «uno de los factores del envejecimiento es la deshidratación»: la baja ingesta de agua de forma regular y cotidiana «va endureciendo el cuerpo, como cristalizándolo, y envejecemos más rápido».

Conservar el recurso

Para reducir la contaminación del agua y conservar el recurso, Bueno propone disminuir «nuestra avidez de consumo» – especialmente productos quimiosintéticos y plásticos-, apoyar la agricultura ecológica así como las industrias menos contaminantes, impulsar la reforestación, utilizar transporte sostenible y mejorar los tratamientos de aguas residuales.

A ello hay que sumar la mejora en las infraestructuras porque en las averías de algunas ciudades «se pierde un 30 y a veces un 50 % del agua circulante».

Algunos procesos naturales para la depuración de aguas que ayudan a eliminar contaminantes y mantener el equilibro ecológico son la filtración a través de las capas del suelo, las plantas acuáticas, la acción de microorganismos, la oxidación y la sedimentación.