Madrid, 10 sep (EFE).- Los estudios para frenar el proceso de envejecimiento de los perros son interesantes, pero «más importante es que el tiempo que puedan vivir nuestras mascotas sea de máxima calidad», asegura a EFE el doctor en veterinaria Jaume Fatjó, quien lamenta que «a veces nos preocupamos de alargar la vida sin haber conseguido mejorar la que ya tenemos».
Los últimos ensayos clínicos conocidos trabajan con dos medicamentos que permitirán extender la vida de los canes alrededor de 3 años, lo que equivale a un período de entre 12 y 24 años para el ser humano, y si son finalmente aprobados podrían además servir de modelo para ser replicados en los propios humanos, según los investigadores que los desarrollan.
Fatjó, que también es director de la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha advertido no obstante de que estas investigaciones deben analizar bien cómo afectará esa mayor capacidad de envejecimiento «a los mecanismos de percepción y cognición de los perros», con el objetivo de evitar sufrimiento innecesario a unos animales que podrían vivir más pero no en condiciones ideales.
Pastilla con sabor a carne
Uno de los estudios, denominado Stay, lo desarrolla la empresa de biotecnología Loyal y se encuentra actualmente en fase de ensayo clínico doble ciego con placebo en 70 clínicas veterinarias de Estados Unidos, donde está siendo probado con más de 1.300 canes.
Todos ellos tienen al menos 10 años de edad y pesan más de seis kilos. Además, sus dueños se han comprometido a participar en el ensayo durante los cuatro años de duración estimados para completarlo.
Según explican los investigadores de Loyal, ésta es la última fase para lograr, en principio en 2026, la aprobación del Servicio de Medicina Veterinaria de la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, en sus siglas en inglés) y poder comercializar la pastilla LOY-002, cuyos componentes concretos aún se mantienen en secreto.
La pastilla, con sabor a carne, modifica el metabolismo de los perros mayores para mejorar su dieta sin alterar su apetito, ralentizando el desgaste celular y propiciando así una mejor salud que permitiría alargar sus años de vida.
De perros a humanos
Un segundo estudio, llamado Triad, lo desarrolla el consorcio académico ‘Dog aging project’ (Proyecto de envejecimiento canino) con sede en la Universidad de Washington y utiliza el fármaco rapamicina, un inmunosupresor empleado para prevenir el rechazo de trasplantes de órganos en humanos.
El ensayo clínico es similar al de Stay, pero en este caso dura tres años y está enfocado a perros más jóvenes, en torno a los 7 años de edad, y de razas grandes o gigantes, con un peso igual o superior a 20 kilos.
Este estudio, según Fatjó, posee «dos atractivos muy importantes: el primero es el beneficio directo para los perros y, el segundo, que puede usarse como ejemplo para estudios similares pero enfocados en humanos», como por ejemplo en las investigaciones sobre la demencia, ya que tiene «muchos puntos en común» con el síndrome de disfunción cognitiva.
Así, el animal sirve como modelo de estudio para entender el proceso de envejecimiento humano y evaluar los efectos de un medicamento concreto en un plazo de tiempo «mucho más corto que si se aplicara a personas», apunta.
Aún en el caso de que Stay y Triad tengan éxito, queda un fleco por solventar, añade este especialista, y son los dilemas éticos que pueden surgir en torno a este tipo de pruebas, por ejemplo por el precio de los fármacos una vez sean aprobados que, en caso de ser elevado, limitará su acceso a los consumidores con más recursos.