París, 10 jun (EFE).- Acelerar las políticas contra el cambio climático hasta alinearlas con los objetivos del Acuerdo de París en 2015 aumentaría el producto interior bruto mundial (PIB) en un 0,2 % para 2040, según la OCDE, inquieta por la incertidumbre que amenaza con reducir la inversión y con ello la actividad.
En un informe publicado este martes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reconoce que en un plazo de una quincena de años ese impacto económico de unas políticas climáticas más ambiciosas es «pequeño», pero en cualquier caso «positivo».
Sobre todo, destaca que ese efecto sería más importante a más largo plazo, especialmente porque se reducirían los riesgos de eventos climáticos que podrían causar pérdidas muy significativas, como los 320.000 millones de dólares que estima la aseguradora alemana Munich Re por las catástrofes climátológicas en 2024.
En concreto, al prevenirse esos riesgos, el PIB sería un 3 % superior en el horizonte de 2050 y un 13 % para 2100, a condición de que las nuevas contribuciones nacionales que en cumplimiento con el Acuerdo de París se esperan para este año se ajusten a los compromisos asumidos entonces por la comunidad internacional.
Esos compromisos suscritos en 2015, y de los que se ha desmarcado el presidente de EEUU, Donald Trump, desde su retorno a la Casa Blanca en enero (como ya lo hizo en su primer mandato entre 2017 y 2021) pretendían limitar el calentamiento global «bien por debajo de los 2 grados centígrados» respecto a la era preindustrial.
El hecho es que las políticas actuales conducen a una reducción de las emisiones de efecto invernadero del 14 % para 2030, lejos del 43 % necesario para que ese calentamiento se quedara en 1,5 grados, y de mantenerse esa dinámica supondría una elevación de la temperatura de entre 2,1 a 2,8 grados para finales de siglo.
Para conseguirlo, las emisiones globales de efecto invernadero debían reducirse en un 34 % en 2040.
En un escenario de aceleración de la ambición climática, el PIB se vería disminuido en un 0,87 % en el horizonte de 2040 por las restricciones que eso implicaría para algunas pautas de producción y consumo, en particular por la fijación de un precio a las emisiones.
Pero eso se vería compensado por el despliegue a gran escala de tecnologías para una mayor eficiencia energética pero sobre todo por la aceleración de la inversión en energía y en tecnologías limpias gracias a incitaciones.
Según la OCDE, en ese escenario alineado con el Acuerdo de París los ingresos obtenidos por la llamada ‘tasa al carbono’ (a las emisiones de CO2) se redistribuiría parcialmente a las familias en forma de reducción de las cotizaciones sociales como una forma de favorecer la aceptabilidad política de la transición energética.
Más allá de las recomendaciones y de las proyecciones basadas en ellas, los autores del informe no pueden evitar constatar que los esfuerzos no están a la altura y que el ritmo de la acción está perdiendo impulso porque los países están afrontando una serie de retos geopolíticos, financieros y económicos.
En particular, hacen notar que las limitaciones financieras son algunas de las más significativas, sobre todo para los países en desarrollo con elevados nivel de deudas o con dificultades para acceder a una financiación que puedan asumir.