Windsor (R.Unido), 17 sep (EFE).- Desde los regalos a la vestimenta, pasando por el menú y la música, la segunda visita de Estado del presidente estadounidense, Donald Trump, al Reino Unido demuestra que, en diplomacia, cada detalle cuenta.
Trump y la primera dama, Melania, llegaron el martes a este país para una estancia de dos días por invitación del rey Carlos III, que este miércoles les agasaja por todo lo alto en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, antes de partir el jueves a la residencia campestre del primer ministro, Keir Starmer, en Chequers (sureste de Inglaterra).
Tanto la delegación estadounidense como la británica hicieron lo que pareció un esfuerzo consciente para subrayar la histórica ‘relación especial’ entre ambos países.
Melania Trump recurrió a marcas británicas como Burberry, mientras que la reina Camila y la princesa de Gales, Catalina, eligieron diseñadores locales y colores estratégicos para, según los expertos, respaldar a sus esposos y mostrar unidad, coordinando incluso los tonos con sus respectivas corbatas.
Melania llegó al Reino Unido con una gabardina color miel de Burberry y gafas negras de Saint Laurent, mientras que al día siguiente lució un impactante sombrero púrpura de ala ancha que ocultaba parcialmente su rostro, lo que combinó con un traje oscuro de Dior.
La estilista Marian Kwei opinó, en declaraciones recogidas por la BBC, que la elección de esa pamela sugiere que «quiere que todas las miradas estén en su esposo» y sus prioridades, y su color, a juego con la corbata de Trump, sería «un guiño de apoyo a la agenda presidencial».
Colores y sabores
Camila, por su parte, vistió un vestido azul zafiro -en línea con la corbata azul del rey- con abrigo de Fiona Clare y sombrero de Philip Treacy, completando su atuendo con un broche de zafiros y diamantes.
Catalina eligió un vestido burdeos de Emilia Wickstead y sombrero a juego de Jane Taylor, con un broche que, de acuerdo con los analistas, rendía homenaje a su esposo, el príncipe Guillermo, y a su difunta suegra, la princesa Diana.
La experta en realeza Victoria Murphy dijo a la BBC que la combinación de colores de la reina y la princesa «refleja la bandera estadounidense y envía un poderoso mensaje diplomático».
La pareja presidencial depositó una corona en la tumba de Isabel II y visitó la Colección Real, donde los monarcas les mostraron objetos de relevancia histórica para Estados Unidos.
Los regalos también tuvieron significado: Trump entregó a Carlos III una réplica de la espada de Eisenhower, mientras que los reyes le obsequiaron un volumen de cuero conmemorativo del 250 aniversario de la Declaración de Independencia de EE.UU. y la bandera británica que ondeó en el Palacio de Buckingham el día de su investidura.
En el banquete de Estado dominaron los platos con productos de cercanía, pero después se sirvió un Oporto Vintage Warre’s 1945 en honor a Trump como 45º y 47º presidente y un coñac Hennessy 1912 del año de nacimiento de su madre, Mary Anne MacLeod, según informó Buckingham.
También se creó un cóctel especial, el ‘Transatlantic Whisky Sour’, que combina whisky escocés y cítricos con espuma de nueces pecanas y malvavisco tostado sobre una galleta en forma de estrella, evocando el clásico americano S’more, añadió el palacio.
Además de los sendos himnos nacionales interpretados durante la ceremonia militar, en la cena la música incluyó desde ‘Nessun Dorma’ de Puccini hasta la sintonía de James Bond, interpretada por la Orquesta de Cuerdas del Duque de Edimburgo.
Tras los fastos en Windsor, Trump -a quien más tarde se sumará su esposa- se reunirá el jueves en Chequers con Starmer, en una cita más política y controvertida que previsiblemente pondrá a prueba la relación especial. EFE/










