Jon Aristu
Pamplona, 8 jul (EFE).- Cada mes de julio, Pamplona se convierte en el epicentro festivo internacional con la llegada de los Sanfermines, una celebración mundialmente conocida por su intensidad, pero también marcada desde hace años por la lucha contra las agresiones sexistas. ¿Es la capital navarra una ciudad referente en esta materia o arrastra aún la imagen de impunidad?
Según datos facilitados a EFE por el portavoz de la Policía Foral, Mikel Santamaría, el año pasado se registraron 24 denuncias por agresiones sexuales durante las fiestas. “El trabajo policial funciona”, subraya, al apuntar que en 23 de esos casos se practicaron detenciones. Aun así, reconoce que «desgraciadamente, hay personas que siguen asociando San Fermín con ‘la Manada’ (violación grupal cometida durante las fiestas de 2016), como si fuese una ciudad sin ley».
La Policía insiste en que la colaboración ciudadana es clave para avanzar en la prevención. «Contamos con campañas informativas, casetas de información, mapas delincuenciales y patrullas de paisano”, afirma, pero también invita que las víctimas denuncien para “poder intervenir con rapidez y eficacia».
Desde el Ayuntamiento, el alcalde, Joseba Asiron, asegura que esta es una preocupación “que viene de lejos” y que se ha trabajado durante años, con gobiernos de distintos signos. “Los Sanfermines siempre están en una línea de mejora, gobierne quien gobierne. Y Pamplona es, probablemente, la ciudad en fiestas más segura que existe”.
En esta línea, destaca que este año se ha reforzado uno de los puntos clave: la comunicación. “Hemos trabajado junto con el movimiento feminista para que haya una información más veraz, más exacta y al momento”, indica. “Lo que no vamos a hacer es esconder las agresiones sexistas. Eso me parece algo más que hacerse trampas al solitario”.
Uno de los aspectos que se ha reforzado, según explica, es el protocolo de comunicación sobre agresiones. “Independientemente de si hay denuncia o no, o del grado de intensidad de la agresión, los conceptos deben quedar claros. También hemos reflexionado sobre la imagen que se da. Parece que solo ocurre en San Fermín, cuando en otras fiestas no se informa con tanto detalle”, señala.
La ciudad, afirma el alcalde, ha sido tomada como modelo por otros municipios en fiestas por su política frente a las agresiones sexistas: desde los protocolos de prevención, pasando por la actuación ante los casos detectados, hasta el acompañamiento a las víctimas. “Nunca, nunca esconder las agresiones sexistas. Ese es uno de nuestros principios fundamentales”, recalca.
La fiesta, también de las mujeres

Desde el movimiento feminista, la lectura es más compleja. Amaia Zubieta, miembro de la Plataforma contra las Agresiones Sexistas de Navarra, recuerda que el trabajo en este ámbito comenzó en torno a 2010, tras el asesinato de Nagore Laffage. “Queríamos que la fiesta fuera también nuestra”, afirma. “Y gracias al movimiento popular y al movimiento feminista, el Ayuntamiento ha ido implementando campañas de prevención y servicios de acompañamiento”.
Sin embargo, reconoce que queda camino por recorrer. “Es una sensación agridulce. Creo que hemos avanzado en conciencia. Antes te podían decir: “‘Va, qué tontería’. Ahora ya no. Existe una conciencia ciudadana de que no es admisible, al menos en teoría”.
Zubieta critica la imagen que a veces se transmite. “Los medios han colaborado en crear la figura de que el agresor es alguien de fuera, un monstruo que aparece por la noche. Pero nada más lejos de la realidad: más del 90 % de las agresiones se dan en el entorno más cercano: la cuadrilla, la familia, el trabajo”.
Para la activista, la respuesta de la ciudad ha sido contundente, pero no siempre reconocida. “Pamplona ha sido pionera, pero cuando se cuestiona nuestro trabajo, se genera sombra. No ha sido una respuesta puntual, sino el resultado de años de movilización. Y eso cuesta”.
Sobre si la imagen de Pamplona es más una ciudad sin ley o un lugar donde cada uno paga sus actos, Zubieta señala que “hemos ido más hacia hacer saber que el que la hace la paga. Se sabe que agresiones hay en todas las fiestas desafortunadamente, pero yo creo que hemos sido una ciudad pionera” en lo que tiene que ver con la lucha feminista.
