Leópolis (Ucrania), 5 sep (EFE).- El esfuerzo europeo por establecer garantías de seguridad confiables para Ucrania tras un eventual alto el fuego con Rusia prosigue, incluso con una mirada a precedentes y modelos históricos, pero Ucrania considera que más allá del posible envío de tropas de paz su mejor baza es un ejército más fuerte y compromisos claros de sus socios frente a la amenaza rusa.
La disposición de 26 países a desplegar tropas en Ucrania o en países vecinos para prevenir una nueva agresión rusa, anunciada por el presidente francés, Emmanuel Macron, después de la reunión de los más de treinta países que se han sumado a la Coalición de Voluntarios para ayudar al país invadido, supone un avance tras meses de discusiones sobre las garantías de seguridad.
Sin embargo, Ucrania espera mayor claridad de sus socios sobre sus respectivas aportaciones, así como más presión contra Rusia, que no muestra intención alguna de detener la guerra mientras sus tropas siguen avanzando, aunque lentamente, en el campo de batalla.
En busca de un modelo
Mientras los países europeos continúan definiendo sus posiciones y esperan a que EE.UU. revele el alcance de su implicación, en el debate en torno a las garantías de seguridad se mencionan con frecuencia diversos modelos que se aplicaron en el pasado en diferentes partes del mundo tras un alto el fuego o acuerdos de paz.
A principios de esta semana, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, señaló en una entrevista que el ejemplo de Corea del Sur —protegida desde el final de la Guerra de Corea en 1953 por el compromiso de EE.UU. de desplegar tropas en caso de un nuevo ataque— es poco probable que sea aplicable a Ucrania.
Rusia es un oponente mucho más serio que Corea del Norte, pero además Estados Unidos está lejos de ofrecer un tipo de garantía similar a Ucrania en este momento.
Otro modelo histórico es el de Finlandia, que aceptó la neutralidad y pagar reparaciones a Moscú tras perder un 11 % de su territorio frente a la Unión Soviética después de dos guerras en 1939 y 1944, pero a cambio preservó su independencia y tuvo la oportunidad de alcanzar prosperidad económica.
Solamente algunos elementos de un modelo así podrían funcionar en Ucrania, donde ceder territorio a Rusia sin un mecanismo de seguridad claro dejaría al país vulnerable a otro ataque.
Sin embargo, al igual que Finlandia, Ucrania dependería en última instancia de sus propias fuerzas, explicó a EFE Oleksí Melnik, analista de seguridad internacional del Centro Razumkov.
Explicó que es poco probable que los socios europeos de Kiev envíen algo más que una fuerza simbólica de disuasión a zonas alejadas del frente, pese a que Zelenski espera que sean ‘miles’.
En busca de un compromiso claro
El fortalecimiento del ejército seguirá requiriendo una cooperación estrecha y a largo plazo con los socios europeos y de otras regiones, la cual debe blindarse frente a los cambios políticos en esos países, según los expertos.
Tales garantías, que buscan convertir a Ucrania en «un puercoespín» frente a Rusia, deberán estar «claramente definidas y aprobadas por los parlamentos de los países socios» para convencer a los ucranianos de que no son palabras vacías, escribió en X Mikola Bielieskov, del Instituto de Estudios Estratégicos de Ucrania.
El nivel actual de apoyo que recibe Ucrania está cerca del máximo que Kiev puede esperar de forma realista, argumenta por su parte Melnik, ya que la adhesión a la OTAN o la presencia de tropas extranjeras antes del fin de las hostilidades están descartadas.
Aunque esto no proporcione una garantía absoluta frente a Rusia, formalizar el apoyo como un compromiso claro y a largo plazo probablemente haría que Moscú lo pensara dos veces antes de lanzar otra agresión, subraya.
Hace falta más presión
Moscú ya intenta frenar algunas de las garantías de seguridad que negocian los socios europeos para Ucrania.
El jefe del Kremlin, Vladímir Putin, rechazó este viernes tropas extranjeras o de la OTAN en Ucrania y reclamó también para Rusia garantías de seguridad.
Ucrania espera no obstante que sus socios le ayuden a cambiar la postura rusa mediante sanciones más duras, aunque su efectividad depende de si se suma también Trump a las mismas como reclama Kiev y Europa desde hace tiempo.
Kiev confía en que una mayor presión de este tipo, combinada con el incremento de la producción militar y el fortalecimiento de su ejército, hará que Rusia modere sus ambiciones y considere un alto el fuego, tras el cual la cooperación y el compromiso a largo plazo de sus socios garantizarían que no se produzca un nuevo ataque en el corto plazo.
Rostyslav Averchuk