Javier Herrero.
Madrid, 8 oct (EFE).- Cincuenta años separan los primeros conciertos de Patti Smith en el oscuro pero efervescente CBGB de Nueva York del oropel del Teatro Real de Madrid, en el que ha actuado esta noche para celebrar tal aniversario y liberar de nuevo los caballos aún bravos de su primer disco, ‘Horses’ (1975).
Maestra hechicera en el arte de crear atmósferas diferentes y fluir entre ellas, la poetisa, escritora, compositora y cantante estadounidense ha justificado que las más de 1.600 entradas puestas a la venta volaran con un concierto con garra, drama, sonrisas, relatos y mensajes comprometidos con Gaza.
En esta cita única en España también ha recordado que fue en 1976 cuando visitó el país por primera vez para actuar en Barcelona. «Estoy muy contenta de que me hicieran esa llamada, que yo la cogiera y que iniciara así esta relación de amor con vuestro país», ha asegurado la autora de uno de los discos míticos de la historia.
Producido por John Cale cuando este aún formaba parte de la Velvet Underground y grabado en los míticos Electric Lady Studios de Nueva York, fue un 10 de noviembre cuando vio la luz este álbum, pionero del punk rock y que se volvería emblemático (más aún con los años) por el componente poético de sus letras entre acordes severos de rock y por convertirse en abrigo de inadaptados y librepensadores.
Por allí estaban los poetas Allen Ginsberg o William Burroughs, y su entonces pareja, el fotógrafo Robert Mapplethorpe. Era el momento para una nueva generación de tomar las riendas y atizar la cultura en general, de ahí la inspiración para el equino título en aquellos años seminales también para el CBGB, local donde terminaría emergiendo buena parte de esa vibrante nueva escena neoyorquina, incluida ella.
«Jesucristo no murió por mis pecados»

A Madrid no ha venido sola, sino con dos de los miembros de su banda original, el guitarrista Lenny Kaye (convertido casi su gemelo) y el batería Jay Dee Daugherty, además de Tony Shanahan al teclado y el propio hijo de la cantante, Jackson Smith, como segunda guitarra.
A los pocos segundos de su salida a escena ha llegado ella, con la melena blanca suelta e indómita, entre los aplausos de un público variado, mayoritariamente femenino y coetáneo, que se ha puesto en pie para recibirla.
«Jesucristo murió por los pecados de alguien, pero no por los míos», ha proclamado en el emblemático y subversivo inicio de ‘Gloria: In Excelsis Deo’, el primer tema del álbum, prácticamente recitado en su arranque, aunque ha ido cogiendo empaque en lo musical y en la pose, el brazo en alto y una pierna posada sobre un altavoz, como en actitud de conquista en medio del alborozo general.
Ha sido una declaración de intenciones ante lo que iba a ser este concierto. A sus 78 solo le ha faltado el resuello un poco al deletrear en alto las letras de ese ‘Gloria’, porque la descarga ha seguido alta, no tanto con ‘Redondo Beach’ pero sí con ‘Free Money’, un galope de purasangres embravecidos por una batería vertiginosa.
Su voz, que ha cogido el peso y gravedad de los años, ha dotado después de otra dimensión bluesera a ‘Birdland’, adornada con los pequeños lamentos que Kaye ha dibujado a la guitarra, en un «crescendo» que se ha tornado en exorcismo al cantar «Don’t let me here, the son, the sign, the cross / Like the shape of a tortured woman».
Mensajes por Gaza

Cuando ha llegado el turno de «darle la vuelta al disco para escuchar la cara B», ha recordado el origen de ‘Kimberly’, escrito en homenaje a su hija pequeña un día en que, mientras la llevaba en brazos por un escenario idílico de granjas, un granero saltó por los aires; pese a la dantesca escena, su hija, protegida entre sus brazos, seguía sonriendo.
«No hay mada más preciado que la sonrisa de un niño, por eso debemos recordar a todos los niños que sufren y ayudarles a trazar su camino a un futuro», ha dicho en un mensaje que ha anticipado su comprometida posición ante el genocidio en Gaza.
Después de ‘Break It Up’, ha callado hasta los susurros con su ‘Elegie’, el epílogo del disco, convertido en esta gira en el lecho calmo desde el que hacer aún más grande ‘Land’, un final de altura entre los «horses, horses, horses» y ha puesto al público en pie y en éxtasis.
Bien podría haber acabado ahí el concierto, transcurrida una hora y servidos todos los cortes del disco, pero tras un receso amenizado por la banda Smith ha vuelto con el pelo recogido en dos coletas para ofrecer temas de toda su carrera, como ‘Dancing Barefoot’ o ‘Ghost Dance’.
Entre todo ese material, ‘Peaceble Kingdom», que escribió en honor a la activista propalestina Rachel Corrie, asesinada en 2003 por un bulldozer israelí cuando protestaba contra la demolición de casas en Gaza. «Porque la pérdida de tierra y de hogares no es algo nuevo», ha subrayado.
Aún quedaba la descarga final, la dedicatoria a su marido «y el mejor novio del mundo», Fred «Sonic» Smith, para el que ha cantado ‘Because The Night’, el tema que coescribió con Bruce Springsteen, y, sobre todo, la necesaria llamada al empoderamiento popular en tiempos de retroceso que es ‘People Have The Power’. EFE
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