Pekín arma su estrategia robótica con rostros que parpadean y manos que no tiemblan

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Pekín, 8 ago (EFE).- Este viernes en Pekín, el filósofo chino Confucio ha vuelto a caminar… aunque esta vez lo hace revestido de silicona, movido por servomotores y con un impecable traje tradicional.

Lo encontramos en el distrito capitalino de Daxing, rodeado de móviles levantados y murmullos incrédulos, como si siglos de filosofía hubieran desembocado en un robot parlante.

Es solo una de las escenas de la Conferencia Mundial de Robótica 2025, un evento que reúne más de 200 empresas, exhibe más de 100 productos nuevos y recibe a visitantes y equipos de casi 20 países según la organización, aunque la inmensa mayoría de expositores hablan mandarín y las rarezas internacionales se cuentan con los dedos de una mano mecánica.

Rostros que hablan

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El Confucio de Yunmu Intelligent Manufacturing parpadea, gira la cabeza, mueve los labios e inicia conversaciones con un realismo inquietante.

Jane Zhuang, representante de la empresa, lo describe a EFE con precisión: “Es el efecto ‘valle inquietante’; algunos niños incluso se asustan porque todavía no estamos acostumbrados a ver robots así”.

Confía, sin embargo, en que “cuando la gente los vea caminar y conversar a diario, dejarán de sorprenderse y perderán el miedo”.

Pero este no es el único rostro humanoide en la feria. Hay cabezas robóticas capaces de reproducir decenas de expresiones faciales, respaldadas por 34 puntos de articulación.

Una recrea el famoso personaje de la película Nezha, de las más taquilleras de la historia en China, mientras otra muestra rasgos adorables con ojos amplios para generar empatía instantánea.

Todos comparten la misma ambición: que la máquina conquiste gestos y miradas tan creíbles que resulte imposible no atribuirle emociones reales.

Las manos que mueven el futuro

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Si los rostros atraen miradas, las manos concentran la atención técnica. Dedicarles decenas de puestos en la exposición no es casualidad, puesto que estas extremidades marcan la diferencia entre un robot estatua y uno que puede actuar en el mundo real de acuerdo a los ingenieros.

Algunos prototipos son casi quirúrgicos, con extremidades que se cierran en menos de un segundo con precisión milimétrica, mientras otras abrazan robustez y tacto, con más de 12 grados de libertad y sensores táctiles estratégicamente colocados.

Entre pasillos también abundan expositores centrados en piezas específicas como motores, rodamientos o sistemas de tracción, recordando que la robótica es un ecosistema de componentes tan diverso como las funciones que estos permiten.

Su potencial se extiende más allá de la industria. En China, el mercado de robots médicos ya supera los 2.400 millones de dólares en 2024 y podría multiplicarse por más de cuatro hacia 2035, según estimaciones de la firma Market Research Future.

Estas manos podrían asistir a cirujanos en procedimientos mínimamente invasivos, convertirse en prótesis inteligentes capaces de interpretar señales musculares, o automatizar tareas domésticas complejas como clasificar fruta por madurez, doblar ropa o manejar cuchillos con seguridad.

Pensando el mañana

Detrás de los prototipos palpita una visión. Zhang Jianwei, profesor en la Universidad de Hamburgo y referente internacional en robótica, advirtió que, pese a los avances, “todavía estamos muy lejos de igualar la percepción, la creatividad y la precisión humanas”.

Su propuesta pasa por un modelo de «crianza», donde los robots evolucionen como un niño, desde la percepción pasiva hasta la imaginación activa.

Todo ocurre en el marco de un sector que ya supera los 47.000 millones de dólares en China (2024) y que, según Morgan Stanley, podría cerrar 2028 en 108.000 millones, con una tasa anual compuesta del 23 %.

La producción nacional no solo crece, sino que domina. En 2024, China fabricó 556.000 robots industriales, lo que representa dos tercios del total mundial, y sus patentes de robótica ya suman el mismo porcentaje, según datos oficiales.

Para China, la robótica no es una curiosidad científica ni un lujo de feria sino una herramienta estratégica para sostener su modelo de desarrollo frente a los desafíos demográficos.

Y el impulso seguirá la semana próxima, cuando prototipos como el Tiangong, los humanoides de Booster o los cuadrúpedos de Unitree dejen el escaparate para competir en los Juegos Mundiales de Robots Humanoides 2025, también en Pekín.

Allí medirán fuerza, agilidad y autonomía en pruebas de fútbol, atletismo, gimnasia o escalada, en una exhibición que convertirá la estrategia tecnológica en espectáculo deportivo.