Lima, 20 sep (EFE).- El pan con chicharrón, ganador del particular ‘Mundial de Desayunos’ organizado por el ‘streamer’ español Ibai Llanos en sus redes sociales, ha sido durante semanas el gran tema de conversación en el país, un fenómeno viral convertido en cuestión de Estado con la intervención incluso del Gobierno para animar a la gente a votar, ante las críticas de quienes ven una intención de desviar la atención de la opinión pública.
Ni siquiera la selección de fútbol, que se quedaba sin opciones de ir al próximo Mundial al mismo tiempo que el pan con chicharrón se proclamaba campeón del mundo, tiene el poder de aunar a los peruanos bajo una sola causa como lo hace la comida, un elemento absolutamente transversal, con platos que se encuentran tanto en restaurantes caros como en puestos callejeros, como el ceviche.
La expansión internacional de la gastronomía peruana, iniciada por el chef Gastón Acurio, ha hecho que los peruanos hayan encontrado en la comida su elemento de mayor orgullo nacional y de identidad colectiva, así como «uno de los pocos acuerdos sociales en el siglo XXI», comenta a EFE el antrópologo peruano Alexander Huerta-Mercado.
Y en un país con profundas divisiones étnicas, económicas, sociales y geográficas desde tiempos coloniales – recuerda Huerta-Mercado – «la comida ha sido un espacio de goce que ni el inexistente Estado del bienestar ni el fútbol han sabido dar».
«La comida criolla siempre ha estado en la mesa» fruto del mestizaje de muchas migraciones tanto europeas, africanas como asiáticas, una fusión que al peruano le llena ahora de orgullo ver en restaurantes de cinco tenedores y que compita en ránkings mundiales.
Pese a que el pan con chicharrón no es un desayuno particularmente barato, los peruanos se volcaron en masa para encumbrarlo, e incluso las abuelas buscaron, con ayuda de hijos y nietos, la forma de emitir su voto en TikTok, Instagram o YouTube.
Expertos en ganar elecciones en internet

Había ya experiencia previa en estas votaciones por internet, pues de la misma forma Perú consiguió que Machu Picchu fuera elegida una de las siete maravillas del mundo moderno.
Durante las últimas semanas, portales digitales seguían el minuto a minuto de las votaciones, los canales de televisión entrevistaban a gastronómos para hablar de la receta del pan con chicharrón y hacían conexiones en vivo desde las chicharronerías de Lima, que reportaron un aumento del 40 % en la demanda.
En la capital peruana se elaboró «el chicharrón más grande del mundo», se repartieron gratis miles de panes con chicharrón y se comenzaron a vender camisetas con serigrafías de este sándwich.
Ibai «flipaba» desde su casa con la ola de expectación que había generado, a la que rápidamente se subieron las instituciones estatales como el Gobierno y alcaldes.
No faltó el excandidato presidencial Alfredo Barnechea, quien en los comicios de 2016 vivió en carne propia como la comida puede hacer ganar o perder elecciones en Perú cuando rechazó un chicharrón mientras visitaba un mercado durante la campaña electoral, lo que se volvió en escarnio nacional y le hizo caer en picada en intención de voto.
Día nacional del pan con chicharrón

Al conocerse que Perú había ganado el ‘Mundial de Desayunos’, la presidenta Dina Boluarte, la más impopular de Latinoamérica con apenas un 3 % de aprobación según varias encuestas, salió a celebrarlo públicamente en un discurso oficial, en un momento de cuestionamientos hacia el Ejecutivo y malestar por una reciente reforma del sistema de pensiones.
Acto seguido, el Gobierno declaró al segundo domingo de septiembre como el «día nacional del pan con chicharrón de cerdo peruano». «Ha sido un momento un poco de cortina de humo, pero también un momento de desfogue social y alegría», señala Huerta-Mercado.
«Como antropólogo he sido sospechoso con esto (aprovechamiento político), pero es bueno también que, en una realidad tan dura como el Perú, haya elementos de disfrute y de orgullo (colectivo); y que la gente no solo busque sobrevivir, sino vivir bien o en todo caso vivir la alegría del vivir», añadió.
Huerta-Mercado también observa en este fenómeno una «necesidad de validación que confirme nuestra existencia en el plano global».
«¿Ya has probado el ceviche?» es la pregunta que cualquier extranjero que llega a Perú escuchará una y otra vez mientras la otra persona espera un halago.
«Me preocupa un poco esa necesidad que tenemos de reconocimiento. Quiero ver cómo se materializa cuando vengan a entregarnos una sartén dorada», dijo Huerta-Mercado sobre el anuncio de Ibai de viajar a Perú para entregar el trofeo de su ‘Mundial’.
Fernando Gimeno