Lima, 17 sep (EFE).- El esqueleto completo de un «delfín» fosilizado, de al menos nueve millones de años de antigüedad, ancestro de la actual marsopa, fue presentado este miércoles por el Ministerio de Energía y Minas de Perú (Minem), en conmemoración del Día Nacional de la Geología.
«Es un ejemplo de una especie de delfín», explicó el paleontólogo peruano Mario Urbina antes de añadir que «tiene no menos de nueve y no más de doce millones de años».
Los restos fósiles fueron encontrados en el desierto costero meridional del departamento de Ica, en el sureste del país, por personal del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), y del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
El Minem precisó que se trata de un ejemplar de ‘Lomacetus sp.’, que es considerado como el ancestro de la actual marsopa marina (Familia Phocoenidae), también conocido en Perú como «chancho marino».
Un desierto de huesos

Tras el descubrimiento, Urbina destacó que aún existen cientos de fósiles que esperan a ser extraídos en el desierto de Ica, muchos de ellos demasiado deteriorados como para poder manipularlos e “inútiles” ya para la investigación científica.
«Se están destruyendo», explicó el paleontólogo,»y no tienen un interés científico porque ya han sido estudiados o no los puedo manipular por su fragilidad», por lo que propuso una segunda vida para estos restos: «quiero que el fósil cumpla una función social».
El investigador planteó la idea de «integrar a los colegios en la protección de material como este, darles la custodia del fósil» a modo de «incentivo para estudios escolares en conjunto con el Ingemmet, o el Museo de Historia Natural».
En el desierto de Ica «hay ballenas para llenar todos los museos del mundo, están todas en la superficie, ¿pero quién va a pagar por la extracción de una ballena?», lamentó Urbina antes de plantear que «hay fósiles que ya están limpios por la erosión y un estudiante puede ser el mecanismo por el cual rescatar este material».
Urbina afirmó que este plan piloto, que ya trabaja con un colegio de Lima, busca la simbiosis entre educación e institución, para lo cual los fósiles pueden ser un incentivo.
«Salvo al fósil, muevo la mente de un estudiante y hago que el Ingemmet cumpla su función», explicó el científico antes de agregar que de esa manera se tiene «un ejemplo de cómo hacer patria”.
