Lima, 27 jun (EFE).- La superficie de cultivos de coca en Perú se redujo en 3,26 % en 2024, según los datos satelitales recogidos ese año, y además se logró por segunda vez consecutiva, detalló este viernes el Informe de Monitoreo de Cultivos de Coca, al registrar 89.755 hectáreas cultivadas, a diferencia de las 92.784 hectáreas de 2023.
La Comisión Nacional para el Desarrollo y la Vida sin Drogas (Devida) celebró esta tendencia decreciente, tras varios años de incremento, especialmente en un momento en el que la demanda global de cocaína ha aumentado.
Pero pese a la cifra positiva, el organismo estatal señaló que las plantaciones se están expandiendo a zonas fronterizas, de difícil acceso y que conviven con pueblos indígenas, lo que incrementa su vulnerabilidad.
«Cada vez más el narcotráfico está siendo confinado en las zonas tradicionales de producción donde ya no está creciendo. Están creciendo en las zonas más alejadas, zonas de frontera, de baja densidad poblacional, inaccesible y donde no hay infraestructura», expresó el presidente ejecutivo de Devida, Carlos Figueroa.
Detalló que son áreas dedicadas exclusivamente al cultivo de coca y narcotráfico y ubicadas especialmente en zonas fronterizas de la Amazonía.
Precisamente, la región que se desmarca de la tendencia decreciente es Amazonas, donde las hectáreas dedicadas a este fin ilícito han aumentado un 26 % frente al año anterior, y también han crecido en el departamento fronterizo de Puno (4 %), en el sur del país.
Reversión integral

Figueroa, sin embargo, se refirió a que se ha registrado una reversión integral nacional de los cultivos gracias a que el Estado peruano determinó en 2023 que la lucha contra el narcotráfico sería una política de Estado, tras llegar al pico histórico de 95.000 hectáreas en 2022.
Devida destacó que en 2024, por primera vez en ocho años, se ha reducido la superficie de cultivos ilícitos en la tradicional zona cocalera del país, el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), que presentaba una tendencia creciente y que sin embargo ha disminuido un 7 %.
También han menguado las hectáreas dedicadas a esta actividad en Ayacucho (6 %)y en Ucayali (8 %).
«Es una muy buena noticia, que tengamos por segundo año una situación de reducción cuando el mercado está en un momento de altísima demanda de cocaína, es muy buena noticia. No podemos subestimar el impacto de esto porque nos enseña qué cosas funcionan», afirmó el coordinador técnico de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en países andinos, Leonardo Correa.
En este sentido, aseguró que las acciones integrales que llevan a cabo distintas autoridades peruanas han demostrado un impacto positivo y representan «un mensaje clave» para los demás países que enfrentan al narcotráfico.
«El mundo tiene que entender que hay cosas que sí funcionan, que hay formas correctas de hacer que las cosas funcionen y los problemas se solucionen», agregó al nombrar el éxito de combinar las alternativas de desarrollo sostenible a la población frente al cultivo de coca con acciones punitivas y de erradicación de la planta por parte de las fuerzas de seguridad.
Figueroa sostuvo que la reducción de miles de hectáreas permite que lleguen millones de dosis menos a los consumidores, lo que tiene un impacto positivo global.
