Teherán, 29 jul (EFE).– Masud Pezeshkian cumple un año en la presidencia de Irán atrapado entre múltiples crisis: apagones generalizados, escasez de agua, tensiones por el programa nuclear que provocaron una guerra con Israel —que además amenazó su vida— y el riesgo del retorno de las sanciones internacionales.
Los problemas internos más graves que enfrenta el presidente, y que afectan directamente a la población, son las crisis eléctrica e hídrica.
“Pensábamos que, con él (Pezeshkian), la situación mejoraría en el país, que habría una mejora de la economía. Pero ahora nos falta lo básico: agua y electricidad”, dice a EFE Zahra, cajera de un supermercado en el norte de Teherán.
Además de los apagones programados de los últimos meses en todo el país, las autoridades han tenido que bajar la presión del agua y no descartan racionarla próximamente.
Esto ocurre en medio de una intensa ola de calor en Irán, con temperaturas de entre 40 y 50 grados Celsius.
“No recuerdo un verano tan duro. Hay días que no tenemos ni luz ni agua durante horas”, comenta Ahmad, residente del sur de la capital iraní.
Irán enfrenta el quinto año consecutivo de sequía y las reservas de las presas en Teherán se encuentran en su nivel más bajo en un siglo.
Desafíos sociales
El gobierno de Pezeshkian se ve salpicado también por un controvertido proyecto de ley, titulado ‘Lucha contra la difusión de contenidos falsos en el espacio virtual’, que ha pasado al Parlamento para su aprobación y que critican diversos sectores.
La Asociación de Periodistas de Teherán denunció en una carta al presidente que el proyecto de ley aprobado por el Consejo de Ministros “amenaza gravemente la libertad de expresión y el libre flujo de información”, y pidió al mandatario retirarlo del legislativo.
El velo deja de ser obligatorio
La flexibilización del uso obligatorio del velo islámico y el levantamiento del bloqueo de internet fueron dos de las principales promesas electorales de Pezeshkian, cumplidas en gran medida.
En el tema del hiyab, los cambios son evidentes. En las calles de Teherán ya no se ven las patrullas de la temible policía de la moral, que arrestaba a mujeres que no llevaban el velo islámico.
“Creo que es la única promesa electoral que el presidente ha cumplido hasta ahora, aunque no lo hizo por las mujeres, sino por miedo a que se recrudezca el descontento social”, comenta a EFE Atie, de 37 años, vecina del norte de Teherán que no usa el velo.
Pezeshkian también ha levantado las restricciones a la mensajería WhatsApp y a la aplicación Google Play, aunque otras plataformas como Telegram, Instagram y X siguen bloqueadas.
“Las plataformas más usadas en Irán son Telegram e Instagram. Hay miles de negocios que funcionan a través de Instagram. Aunque hayan desbloqueado WhatsApp, la gente sigue necesitando VPN (redes privadas virtuales) para acceder a otras aplicaciones”, reprocha Ali, ingeniero informático de 43 años.
Tensiones internacionales
En el frente internacional, la tensión nuclear ha vuelto a escalar. Irán insiste en el enriquecimiento de uranio con fines pacíficos, pese a la objeción de los países occidentales e Israel.
Las tensiones desencadenaron una escalada militar cuando Israel atacó el país persa el 13 de junio, en un conflicto en el que se involucró Estados Unidos con bombardeos contra instalaciones nucleares iraníes.
Pezeshkian incluso se salvó de una ofensiva israelí. Uno de los bombardeos fue dirigido contra una reunión del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán en la que él participaba junto a altos cargos del país, que salieron ilesos del ataque.
A eso se han sumado las amenazas de los países europeos —Alemania, Francia y Reino Unido— de restaurar las sanciones de la ONU contra Irán en caso de que no se logre un nuevo acuerdo “integral” que, además de la cuestión nuclear, abarque el programa de misiles de Irán.
«Queremos un acuerdo más integral que abarque tanto la dimensión nuclear como su componente balístico», afirmó el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, en una entrevista el domingo con la cadena estadounidense CBS.
Pero, un día después, el Ministerio de Exteriores iraní cerró la puerta a una negociación sobre sus misiles.
Temor a las sanciones
En Irán, parte de la población esta convencida del retorno de las sanciones internacionales y teme sus consecuencias económicas, en un país que sufre una inflación superior al 40 %.
“Con esas sanciones nadie se atreverá a comerciar con nosotros y creo que la inflación registrará un alza sin precedentes”, vaticina Mohsen, maestro de una escuela primaria.
Entre esas crisis energética, económica y diplomática, Pezeshkian inicia su segundo año con un panorama incierto.
Aydin Shayegan