Toronto (Canadá), 24 abr (EFE).- Pierre Poilievre mantuvo contra las cuerdas al Partido Liberal de Canadá desde que en 2022 se convirtió en líder del Partido Conservador gracias a su retórica populista y las críticas al legado de Justin Trudeau.
Pero en el último tramo de la campaña de cara a las elecciones generales canadienses del 28 de abril, su cercanía ideológica con el estadounidense Donald Trump se ha convertido en un grave escollo ante gran parte del electorado.
Nada más ganar el liderazgo conservador en septiembre de 2022, declaró que su objetivo era convertir Canadá en el país “más libre” del mundo al considerar que, desde que Trudeau llegó al poder en 2015, los canadienses habían perdido el control sus vidas.
Tras su elección, la radiotelevisión pública canadiense, CBC, declaró a Poilievre como “un populista del siglo XXI que piensa que su momento ha llegado” tras dedicar toda su vida a la política: fue elegido diputado por primera vez a los 24 años y nunca ha tenido otro trabajo.
Antivacunas, cibermonedas y conspiraciones
Poilievre llegó a la cúpula del Partido Conservador no solo decidido a sacar del poder a Trudeau y los liberales, sino también a escorar a los conservadores más a la derecha tras el fracaso de su antecesor, Erin O’Toole, de moderar la formación política.
A principios de 2022, Poilievre, de 45 años y casado con la venezolana Anaida Galindo, con quien tiene dos hijos, se había alineado con el llamado ‘convoy de la libertad’, la protesta del movimiento antivacunas y de grupos extremistas del país que ocupó durante semanas el centro de Ottawa.
Y en una decisión que recuerda a la actual polémica entre Trump y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se comprometió a despedir al gobernador del Banco de Canadá, Tiff Macklem, a quien acusó de ser responsable de la elevada inflación que sufrió el país durante la pandemia.
El apoyo al movimiento antivacunas o su deseo de desprenderse del gobernador del banco central no son las únicas políticas que acercan a Poilievre a Trump.
El líder conservador canadiense ha promovido cibermonedas, prometido reducir de forma radical el gasto público, dejar de financiar la radiotelevisión pública y eliminar regulaciones federales para incrementar la producción de petróleo, y ha difundido teorías conspirativas contra la “élite política” y los medios de comunicación tradicionales.
Cabalgando en el creciente descontento del país con las políticas económicas y migratorias de Trudeau tras la pandemia, que provocaron un fuerte aumento del coste de la vida, la carestía de viviendas asequibles y un rápido crecimiento de la inmigración en el país, Poilievre se disparó en las encuestas.
La ventaja conservadora se esfuma
Con eslóganes pegadizos y simples como “Axe the tax” (“Corta los impuestos”), “Build homes” (“Construye casas”), “Fix the budget” (“Arregla los presupuestos”) o “Stop the crime” (“Para el delito”), Poilievre se preparó durante dos años para enfrentarse y derrotar a Trudeau en las urnas. Y todo apuntaba a que lo conseguiría con facilidad.
Desde septiembre de 2022, los conservadores dominaron las intenciones de voto. Y a mediados de enero de este año, después de que Trudeau anunciase su intención de dimitir, alcanzaron su mayor ventaja: 27 puntos más que los liberales, situándose en el 47 %.
Pero el 20 de enero Trump llegó a la Casa Blanca, inició su guerra comercial contra Canadá y amenazó con anexionar con “la fuerza económica” a este país.
Al mismo tiempo, Poilievre ya no se enfrentaba a Trudeau en las urnas, sino al exgobernador del Banco de Canadá, Mark Carney, y para muchos canadienses el mayor peligro para el país no eran los liberales sino Trump.
Un Trump cuyas políticas tienen mucho en común con las que él defiende. La ventaja empezó a desaparecer, pero Poilievre mantuvo su mensaje ante la desesperación de destacados estrategas conservadores.
Kory Teneycke, que fue director de comunicaciones del último primer ministro conservador, Stephen Harper, y responsable de tres victorias consecutivas del Partido Conservador en la provincia de Ontario, ha calificado la estrategia de Poilievre de “delirante”.
“Desperdiciar una ventaja de 25 puntos y acabar con una desventaja de 10 puntos es una negligencia del más alto nivel”, añadió.