Courchevel (Francia), 24 jul (EFE).- ¿Dónde está el Pogacar descarado, que ataca desde lejos, que no deja nada a sus rivales, que busca con ambición acumular victorias? El esloveno había avisado de que quería vencer en las jornadas más icónicas y en aquellas donde había sufrido en el pasado, pero prefirió apuntarse a la prudencia, asentado en su renta de más de 4 minutos en la general para defender el maillot amarillo.
En el camino hacia su cuarto Tour de Francia, el segundo consecutivo, el defensor del título no encontró hueco para apuntar su nombre en la cima del Mont Ventoux ni tampoco ha podido sumar su quinta victoria de la edición en el Col de la Loze.
El acoso permanente del Visma, equipo del danés Jonas Vingegaard, le está llevando a correr de forma más conservadora, una versión inédita del campeón del mundo.
«El Visma nos está atacando mucho, nos obliga a adaptar nuestra estrategia a la carrera y correr para ganar la etapa supone mucho riesgo», señala el corredor.
La victoria final en el Tour parece a buen recaudo, pero Pogacar se irá sin otros premios secundarios. Desde hace días, el esloveno había asegurado que quería sacarse la espina del Col de la Loze, donde en 2022 Vingegaard le humilló hasta el punto de que tuvo que hincar la rodilla en tierra: «Estoy muerto», confesó por el pinganillo aquella tarde.
Esta vez respondió con mucha serenidad a la estrategia de desgaste del Visma y a los ataques del danés y se permitió el lujo de distanciar en 9 segundos al nórdico en la meta. Pero la victoria de etapa ya la había puesto a buen recaudo el australiano Ben O’Connor.
Pogacar restó importancia a ese hecho y aseguró que, además, la etapa no era la misma que en 2022, cuando se subió por una pendiente más dura de ese puerto alpino.
«Aunque estábamos en otra pendiente me han venido malos recuerdos a la cabeza. Así que estoy contento de haber subido con otras sensaciones, no he ganado, pero estoy orgulloso de la manera en la que he corrido», dijo.
«Ojalá pronto se suba por la pendiente dura, entonces sí iré a por la victoria», agregó el esloveno.
El corredor parece encadenado, pero en el equipo aplauden esa nueva actitud.
«La diferencia entre Jonas y Tadej es muy pequeña. Tadej no podía arriesgarse a atacar desde lejos, podía pagarlo más tarde», aseguraba el director del UAE, Mauro Gianetti.
El técnico suizo ponía también el acento en la dureza de la jornada, que podía llevar a un desfallecimiento, y al cansancio acumulado tras casi tres semanas de competición.
«Creo que nuestra táctica ha dado resultados. Tras el endurecimiento de la carrera del Visma nuestros chicos han podido regresar al grupo de favoritos más frescos, porque se han beneficiado del trabajo del Picnic de Oscar Onley. (El español Marc) Soler, (Adam) Yates, (el campeón ecuatoriano Jhonatan) Narváez estaban más frescos y han sido muy útiles en la subida final», agregó.
Gianetti reconoció que Pogacar «es ahora más calculador» y que no corre los riesgos del pasado.
El esloveno aseguró que afrontarán la última etapa alpina, con meta en La Plagne, con la misma actitud defensiva, seguros de que el Visma volverá a endurecer la carrera.
«Trataremos de correr como hoy, todos cohesionados. Quizá busquemos ganar la última etapa en los Campos Elíseos», explicó el campeón del mundo.
Algunos interpretan que las fuerzas no sobran en las piernas del esloveno y que el bache físico que atravesó al final de la pasada semana le aconseja guardar la ropa. Otros que está calculando también sus energías pensando en la posibilidad de correr la Vuelta a España.
La última grande de la temporada, la única que no incluye todavía su palmarés, figura en su calendario, pero el corredor no ha confirmado si irá. «Ahora estoy centrado en el Tour, lo decidiré después. Tengo que ver si me quedan ganas de estar otro mes lejos de casa». EFE
Luis Miguel Pascual