La Habana, 1 may (EFE).- En el Día Internacional de los Trabajadores, las decenas de miles de personas que atraviesan la Plaza de la Revolución de La Habana hablan más de patria y de apoyo al Gobierno que de derechos laborales o reivindicaciones.
El ánimo es, en todo caso, de fiesta patriótica y de reagrupamiento frente al enemigo externo de EE. UU., sus sanciones recrudecidas, las críticas desde Washington a las misiones médicas y el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Desde antes de las 6 de la madrugada, la columna de gente, con camisetas de empresas estatales, Ministerios del Gobierno o de agrupaciones afines al Ejecutivo y al Partido Comunista (PCC, único legal), aunque también personas vestidas de civil, se agolpaba para esperar a que se les permitiera desfilar una hora después.
Todavía antes, cuando la capital cubana seguía aún bien oscura, un número no menor de calles se encontraban cerradas al tráfico y en las proximidades de la plaza habían buses aparcados que transportaron a muchos de los que participarían en el acto.
En la amalgama destacaron algunos extranjeros que estaban de visita en la isla como parte de una suerte de turismo ideológico.
“Vinimos porque estamos muy en contra de lo que le pasa a Cuba por obra de los EE. UU. El pueblo está de pie por el proyecto socialista”, cuenta a EFE Kristoph, de 30 años, y militante de las juventudes del partido izquierdista alemán Die Linke.
También hubo quienes estaban más por costumbre que por convicción, como Lianet, de 21 años, quien madrugó para ir a la marcha oficialista con su padre porque así lo ha hecho desde “chiquitica”. Para ella, acudir a la marcha del Primero de mayo es realmente una “tradición”.
Otros, aunque menos, sí que llegaron con reivindicaciones y exigencias, como es el tono en la mayoría de países en Primero de Mayo.
“No me da la gana de que perdamos un espacio que todavía es nuestro”, dice preocupado a EFE Pepe, un cuentapropista (autónomo) de 29 años.
“Somos trabajadores también. (En Cuba) estamos en un proceso de transformación a un sector privado cada vez más amplio (…) hay que defendernos de ese capitalismo que cada día avanza más”, sostiene.
Batas blancas

En la isla, en donde los símbolos lo son todo, el oficialismo decidió poner al frente de la marcha al sector de la salud, que ha estado últimamente en el punto de mira del Departamento de Estado de EE. UU,, encabezado por el cubano-americano Marco Rubio, partidario de la línea dura contra la isla.
De hecho, recientemente anunció sanciones para todos aquellos funcionarios, cubanos o de terceros países, que colaboren con las misiones médicas internacionales de La Habana, algo que levantó ampollas en la isla, pero también en otros países que dependen de esos profesionales sanitarios.
Entre las batas blancas, Pamela, una estudiante de Medicina colombiana de 23 años, asegura que se trata de una “campaña absurda para opacar al pueblo cubano”. Mientras lo decía, una doctora gritaba vivas al Gobierno.
Rolando Cordero, de 63, se hizo presente porque tiene afinidad por el oficialismo. Sin embargo, reconoce que son tiempos difíciles los “que vive la Revolución” y cree que, precisamente por eso, era importante atender el llamado del Gobierno y los medios estatales.
Tras más de una hora, y ya con la gente dispersa, las bocinas suenan con ‘La internacional’. Es ahí cuando Kristoph y sus amigos se juntan para tomarse una selfi.
