Laia Mataix Gómez
Lisboa, 30 jul (EFE).- Un verano más Portugal combate las llamas, con múltiples incendios concentrados en el norte y el centro, una situación que se repite anualmente debido a factores como la gran cantidad de eucaliptos plantados o que la mayoría de los bomberos sean voluntarios.
Según los últimos datos de la Autoridad Nacional de Emergencia y Protección Civil lusa (ANEPC), a primera hora de este miércoles hay 35 fuegos forestales en el país, donde el más grande se desarrolla en la zona de Arouca, a unos 60 kilómetros al sur de Oporto, y hay algunos cerca de la frontera con España, junto a Galicia y Extremadura.
Los números del Instituto para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques (ICNF) indican que en 2024 se quemaron 135.058 hectáreas, la tercera cifra más alta de la última década.
Portugal, el eucaliptal de Europa
«En Portugal tenemos un grave problema con los eucaliptos, que son auténticos fósforos incendiarios», explicó a EFE el vicepresidente de IRIS-Asociación Nacional de Ambiente, Serafim Riem, quien calificó su país como «el eucaliptal de Europa».
Estos árboles, introducidos en Portugal procedentes de Australia, tuvieron una gran expansión en los años 50 y 60 del siglo pasado, durante la dictadura salazarista, que impulsó su plantación junto a los pinos debido a su valor industrial.
De hecho, Portugal es líder mundial en la industria de la celulosa, que transforma madera, principalmente de eucalipto, en pasta de celulosa para la fabricación de papel, cartón y productos derivados.
Por eso, parte de la solución para el problema de los incendios pasa por «recuperar la vegetación autóctona» de robles y castaños, por ejemplo, resistentes al fuego, a la vez que acabar con la superficie de eucaliptos y pinos, defendió el ambientalista.
La mayoría de bomberos son voluntarios
Los cuerpos de combate contra el fuego en el país están compuestos mayoritariamente por los llamados bomberos voluntarios, que ascienden a un total de 28.000 agentes y que dependen de las asociaciones humanitarias de bomberos o de los municipios, de acuerdo a las cifras ofrecidas por el presidente de la Liga de los Bomberos de Portugal, António Nunes, el año pasado.
Sin embargo, no existen estadísticas actualizadas oficiales sobre el número de efectivos disponibles y cuántos de ellos son voluntarios, aunque algunos informes apuntan que serían el 90 % del cuerpo total.
Esto provoca poca coordinación, así como falta de bomberos en algunas ocasiones y de profesionalización.
Diferencias con España
Los incendios se combaten «mucho más rápido» si se atacan de forma ágil en su origen, contó Riem, quien considera que debería haber más medios para combatir el fuego en Portugal y cita el caso de España.
Subrayó que el Parque Nacional de Monfragüe, en la provincia extremeña de Cáceres, tiene «un helicóptero permanente, estacionado junto a un estanque», además han retirado todos los eucaliptos de la zona protegida.
En Monfragüe hay varias infraestructuras destinadas a la prevención y reacción a los incendios, como un helipuerto y un aeródromo para aviones anfibios en construcción.
En este sentido, el ecologista señaló que Portugal debería tomar como ejemplo al país vecino en materia de gestión de incendios, e instaurar puestos de vigilancia permanente y un equipo de respuesta rápida con base permanente en el Parque Nacional Peneda-Gerês, donde se desarrolla uno de los fuegos que asuelan el país estos días, así como repartidos por todo el territorio nacional.
Intereses privados
Riem achacó las dificultades para controlar la situación de los incendios en Portugal a intereses económicos, como, apuntó, los de la industria de la pasta de papel.
Y también a la gestión privada de los fuegos, ya que, agregó, en Portugal son empresas contratadas, muchas veces extranjeras y «por precios desorbitantes», las que participan en las labores de extinción con aeronaves, a diferencia de España, donde es la Fuerza Aérea Española la que asume el papel.