Juan Vargas/Daniel Gómez-Fontecha
Madrid, 15 may (EFE).- Entre el sonido de los chotis y el aroma de las freidurías de gallinejas, la celebración de San Isidro, patrón de Madrid, ha dejado espacio un año más para la confrontación política, con nuevas batallas para reavivar las habituales tiranteces entre derecha e izquierda, en lo que ha sido, para algunos, su primera visita a la Pradera.
Desde la Ermita de San Isidro las miradas se dirigían principalmente a dos asuntos que han copado la actualidad informativa esta semana: la situación de sinhogarismo en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas y la publicación de los mensajes privados entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el exministro José Luis Ábalos.
En el primer frente, las partes implicadas siguen apuntándose la una a la otra. Aena envió ayer un requerimiento legal al Ayuntamiento de Madrid para que atienda las necesidades de las personas que viven en el aeropuerto.
Y el delegado del Gobierno, Francisco Martín (desde la colegiata de San Isidro pues no ha sido invitado al acto institucional del Ayuntamiento: otra rencilla ya vieja), ha reclamado al Consistorio que, “de una vez por todas, asuma su responsabilidad y vaya encontrando soluciones”.
“Quien crea que esto se resuelve en la vía judicial se está equivocando y, además, está ignorando lo más importante, que son las personas que están en ese aeropuerto y que necesitan ayuda”, ha replicado a su vez el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, quien ha insistido en ofrecer su ayuda al Ejecutivo.
En cuanto a la polémica por los mensajes entre Sánchez y Ábalos, el mayor ataque al Gobierno ha llegado desde la Pradera y por parte de alguien que se estrenaba en dicho escenario: el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien ha pedido al presidente que aclare “si realmente es una persona que insulta de forma despiadada a sus colaboradores”.
“Vivimos en un esperpento, ya todo lo que hemos conocido es motivo suficiente para que el presidente deje paso y que los españoles podamos hablar en las urnas”, ha subrayado.
Desde el Gobierno quitan hierro al asunto: la ministra de Sanidad y líder de Más Madrid, Mónica García, ha expresado “cero preocupación” al respecto, y el ministro para la Transformación Digital y secretario general del PSOE-M, Óscar López, ha enmarcado las publicaciones en las “campañas de bulos, de fangos, insidias de la derecha y de la ultraderecha”.
Para López era también su primer San Isidro como líder de los socialistas madrileños, y haciendo un símil muy propio de la festividad ha acusado a Núñez Feijóo de hacer “política de casquería”.
Lo ha hecho en una incómoda intervención ante la prensa durante la cual un grupo de una docena de personas (“palmeros pagados y subvencionados”, ha deplorado López) que no ha parado de increparle, llamándolo “corrupto” o lanzando proclamas de “viva Ayuso” (la presidenta, por cierto, ha sido la gran ausente del día en la Pradera).
Para el alcalde, a su vez, era el primer San Isidro como futuro padre, y también ha sido el primero en que su esposa, Teresa Urquijo, le ha acompañado en la primera fila del acto de entrega de las medallas del Ayuntamiento de Madrid, en el Palacio de Cibeles.
Curiosamente, una ‘debutante’ como Urquijo se ha sentado al lado del exalcalde José María Álvarez del Manzano, con decenas de ‘sanisidros’ a sus espalas. Tampoco han faltado otros exalcaldes como Ana Botella o Alberto Ruiz-Gallardón ni expresidentes como Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes o Ángel Garrido.
“Es un día muy especial, es un día para estar muy ‘pichis’, ¿no?”, ha dicho a su llegada a la Pradera un animado Martínez-Almeida, cuya primera buena noticia del día ha llegado temprano en forma de encuestas electorales, todas ellas augurándole una nueva mayoría absoluta en 2027.
La Pradera en fiesta

Aunque, más allá de los sondeos, ha asegurado el alcalde que a él lo que más le gusta de San Isidro es ir “a la Pradera, por el agua de San Isidro, las gallinejas, los entresijos, pasarlo bien…”.
No cabe duda de que los madrileños se han tomado al pie de la letra las palabras del alcalde, pues desde bien temprano, y pese a un pronóstico meteorológico no del todo benévolo, han abarrotado la Pradera, con claveles y parpusas por doquier y no pocos vestidos de chulapa y chulapo.
Ha habido que sacar el paraguas en alguna ocasión, pero los intermitentes y débiles chubascos han acabado dando tregua. “San Isidro nos ha regalado un poco de sol”, ha celebrado, durante la misa de campaña en la Pradera, el arzobispo de Madrid, José Cobo.
Así, no ha habido obstáculo a los bailes de chotis ni a los desfiles de cabezudos, escenas tradicionales para algunos y sorprendentes para otros que, con las cámaras de sus móviles, intentaban captar estos momentos castizos.
También han sido tan largas como de costumbre las colas para entrar a la Ermita y a la Fuente de San Isidro, y no han escaseado las ventas de las típicas rosquillas.
Con las mesas llenas de bocatas y raciones de casquería, y el deseo de que la lluvia no perturbe más el día, los madrileños se encaminan a la tarde de su día grande, que culminará en la Pradera con los conciertos de Modestia Aparte y Los Manolos.
