Alicante, 19 may (EFE).- Un estudio realizado por expertos de varias universidades concluye que es “urgente” incorporar la soledad como “determinante social de la salud en los planes de estudio de Medicina y Enfermería” para “formar profesionales sanitarios capaces de enfrentar sus efectos en la morbimortalidad”.
La soledad debe tratarse como un factor de riesgo equiparable a otros indicadores clínicos como la hipertensión o la diabetes, según sostiene la profesora del Departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche María Antonia Parra Rizo, primera firmante de esta investigación, que recomienda la preparación de los futuros sanitarios frente a esa realidad.
El artículo, publicado en la revista Educación Médica y titulado ‘Abordando la soledad en la formación de profesionales sanitarios y en la práctica clínica’, ha sido realizado por un equipo académico internacional de la UMH, la Universidad Internacional de Valencia, la Universidad Arturo Prat (Chile) y la Universidad de Évora (Portugal).
La soledad se asocia con depresión y mayor mortalidad
“La soledad se asocia con depresión, deterioro cognitivo, enfermedades crónicas y mayor mortalidad, afectando la toma de decisiones clínicas y la adherencia a los tratamientos. A pesar de su relevancia, los programas de formación en ciencias de la salud, especialmente en medicina y enfermería, no abordan adecuadamente este problema, generando una brecha en la formación de los profesionales en salud”, indica
Además, explican que se sabe que la soledad puede agravar muchas enfermedades, como la depresión o los problemas cardiovasculares, y dificulta el seguimiento de tratamientos médicos, por ejemplo, cuando una persona mayor deja de tomar la medicación porque no tiene con quién hablar de sus dudas, según Parra Rizo, quien ha indicado que, a pesar de su impacto, los protocolos sanitarios no suelen incluir preguntar sobre la soledad ni evaluarla como parte de la atención clínica.
Abordaje interdisciplinar
Por estos motivos, según los expertos, los currículos sanitarios se beneficiarían de ciertas reformas para aportar a los futuros profesionales sanitarios las herramientas necesarias para identificar y manejar la soledad.
“Sin esta preparación, estamos dejando sin respuesta una causa silenciosa de sufrimiento y deterioro entre los adultos mayores”, ha apuntado Parra Rizo.
En concreto, el equipo propone un programa modular de entre 8 y 12 semanas que aborde desde la definición de la soledad hasta intervenciones clínicas y comunitarias. En su plan destaca el papel de los tutores clínicos en la formación de residentes y aboga por incluir la evaluación de la soledad en la historia clínica como parte de la atención integral.