Redacción Ciencia, 9 jul (EFE).- La ciencia acaba de dar un paso revolucionario para reconstruir el pasado de la vida en la Tierra: un consorcio internacional de investigadores ha logrado aislar proteínas en el esmalte dental de fósiles de animales, en algunos casos extintos, de hace más 18 millones de años.
El hallazgo permitirá ofrecer una visión bastante completa de cómo vivieron y evolucionaron animales y homínidos en la más remota antigüedad, y es fruto de un trabajo con participación europea, americana y africana que han liderado científicos del Museo Nacional de Kenia, las universidades de Harvard y Copenhague, y el Instituto Smithsonian (Estados Unidos). Sus conclusiones aparecen recogidas en dos artículos de la revista Nature.
Los paleontólogos han recurrido a las proteínas antiguas para revelar cuestiones como relaciones entre especies en el árbol de la vida, aspectos de la estructura de las poblaciones en grandes regiones geográficas e incluso adaptaciones conductuales que no pueden analizarse únicamente con huesos fosilizados.
En este caso, los investigadores analizaron las proteínas presentes en el esmalte de dientes fósiles de diferentes mamíferos, desde elefantes de 1,5 millones de años de antigüedad hasta restos de hace 29 millones de años de arsinoiterios, parientes extintos de los actuales rinocerontes, y antracotéridos, antepasados extinguidos de los hipopótamos, en diferentes zonas de las inmediaciones del lago Turkana, en el norte de Kenia.
La valiosa información del esmalte dental

“Gracias a las nuevas tecnologías genómicas y a trabajos anteriores de algunos de los autores de este estudio, ya habíamos descubierto que el esmalte dental contenía muchas más proteínas de lo que pensábamos y podría ser una valiosa fuente de información sobre el pasado”, ha explicado en una entrevista con EFE uno de los investigadores que ha liderado el estudio, Daniel Green, de Harvard.
“Los dientes son las rocas de la boca, las estructuras más duras de un animal, de modo que podemos encontrar un diente de hace 100 millones de años con un registro bioquímico que nos permita saber qué comía o bebía ese animal o cómo era su entorno”, ha explicado Green.
El temor de los investigadores era que la degradación natural de las proteínas las hubiera hecho desaparecer de las dentaduras fósiles después de tanto tiempo, en concreto, de los ricos yacimientos de hace millones de años a orillas del Turkana, donde las altas temperaturas podían haber acelerado ese deterioro.
“Creímos que el esmalte de los dientes fósiles de la zona iba a contener muy pocas proteínas, pero una nueva técnica (cromatografía líquida acoplada a la espectrometría) nos ha revelado una enorme variedad y cantidad”, ha asegurado Green.
El investigador ha resumido así como funciona: “Después de extraer las proteínas del esmalte dental, esta tecnología separa y fragmenta los péptidos en función de su tamaño o composición química, lo que nos permite detectarlos mediante mediciones de peso y carga eléctrica. Hemos conseguido verlos con una resolución impensable hasta ahora”.
Proteínas conservadas durante 29 millones de años
Entre los fragmentos de proteínas hallados en el esmalte dental de los fósiles se ha visto, por ejemplo, amelina, ameloblastina o fosfoproteína ácida que se remontan a un mínimo de 18 millones de años pudiendo llegar a los 29 millones de años atrás.
Hasta ahora, las proteínas más antiguas halladas se remontaban a tres millones y medio de años, “con este trabajo estamos retrasando la edad de los fragmentos de péptidos entre cinco y seis veces más de lo que se conocía”, ha señalado otro de los autores, Tim Cleland, investigador del Instituto Smithsonian, en un comunicado.
“Es algo revolucionario, nadie había encontrado nunca fragmentos de péptidos tan antiguos”, ha enfatizado Green.
“Esas proteínas nos darán las claves de la biología y el entorno de especies extintas del Mioceno temprano, un período en el que la comunidad moderna de mamíferos africanos comenzó a tomar forma”, ha agregado el investigador de Harvard.
“En combinación con otras características de los dientes, podemos inferir adaptaciones dietéticas, perfiles de enfermedades e incluso la edad en el momento de la muerte, conocimientos que antes eran inaccesibles”, ha indicado otro de los autores, Emmanuel K. Ndiema, investigador del Museo Nacional de Kenia.
Además, el estudio abre nuevas fronteras en la paleobiología, permitiendo a los científicos ir más allá de los huesos y la morfología para reconstruir los rasgos moleculares y fisiológicos de animales y homínidos extintos.