Madrid, 22 sep (EFE).- Una denuncia de agresión sexual a una menor perpetrada la noche de San Juan por tres adolescentes quiebra la vida en una ‘colla castellera’ de Tarragona. Así comienza la serie ‘Pubertat’, el proyecto más ambicioso de Leticia Dolera que muestra a una adolescencia descubriendo su sexualidad expuesta al lado más tóxico de las redes sociales y los móviles.
Leticia Dolera (‘Vida perfecta’, ‘Requisitos para ser una persona normal’) dirige, protagoniza y escribe -con la colaboración de Almudena Mozú y David Gallart- esta serie que se estrena el próximo miércoles en HBO Max y se compone de seis capítulos, que narran la misma realidad desde distintos planos.
Tiene un reparto coral, con actores veteranos como Xavi Sáenz (‘Vida perfecta’), Betsy Túrnez (‘El rey tuerto’), Vicky Peña (‘Piedras’), Jean Cruz (‘La noche más larga’), David Vert, Carla Quílez (‘La maternal’), Anna Alarcón (‘El inocente’), y adolescentes debutantes, como Aína Martínez y Ot Serra Bas.
Todos ellos componen una aparente armoniosa comunidad, que sirve a Dolera para tratar muchos temas candentes: la pubertad, las redes sociales, el acceso a la pornografía, el uso compulsivo del móvil, el consentimiento sexual, el feminismo o la falta de comunicación en la familia con unos adultos a veces más perdidos que los menores.
«Sí, ha sido mi proyecto más ambicioso, sobre todo a nivel narrativo. Por los temas que trata, porque es una serie coral, porque hay muchos núcleos familiares. Es un tema sensible porque trabajaba con niños y niñas. Un reto apasionante», explica Dolera en una entrevista con EFE, en la que subraya que la serie quiere mostrar una «vía luminosa» ante esta encrucijada.
«Siempre que tratamos estos temas, todo se vuelve sensacionalista, oscuro, buenos y malos. Y en realidad, la vida es compleja. Para mí, era importante no dejarlo todo en el tabú y el suceso oscuro», reflexiona.
La serie está rodada en catalán y ambientada en el interior de Tarragona, en una colla castellera, que funciona en la narración como una metáfora, ya que si la base de estas construcciones humanas no es sólida, si los adultos no las sostienen y no hay confianza, los menores que suben a la cúspide, se caen.
Y es con esos menores con los que ha trabajado la directora mano a mano para crear un relato conectado con la creciente preocupación social por el comportamiento de nuestros adolescentes en su despertar sexual, con señales de alerta por el aumento de los delitos -según la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado- y por su relación con el entorno digital.
«Para mí ha sido un proceso bellísimo trabajar con chavales de 13 y 14 años. Era su primer proyecto, que trataba un tema que les interpela directamente, porque en la pubertad tu cuerpo empieza a desarrollarse de otra forma, sientes que la mirada de los demás cambia la tuya propia. También conectas con tu propio deseo y no sabes qué hacer con él», explica Dolera.
Y confiesa lo que ha aprendido en el proceso, apoyada por psicólogas especialistas: «Fue muy interesante ver que son esponjas. Realmente lo entienden todo. El problema es que les dejamos en manos del porno y de las redes sociales».
Para la directora y actriz, no hay duda: «las redes sociales están diseñadas para crear adicción. Son una fuente de ansiedad», y por ello, defiende reducir las horas de exposición de los menores, además de alertar sobre el uso de la Inteligencia Artificial frente al pensamiento propio, en ese delicado momento de desarrollo.
Este punto conecta con otro problema que trata la serie: la falta de comunicación dentro de las familias, en un mundo caótico en el que no disponemos de tiempo. «El sistema capitalista nos ahoga», sostiene.
Dolera -activa defensora de los derechos de las mujeres- se reserva el papel de una madre, periodista y feminista, que se enfrenta a una realidad que la conmociona. «Es feminista pero es madre, pero también es mujer, también ha sido niña, también tiene sus propias heridas».
Y explica que «era muy goloso, quizás, que la feminista fuera la que tiene la resolución a todo», pero su propuesta es distinta. Las mujeres, como los hombres feministas, «no son robots y no son una ideología, son personas. Ahí está la clave de todo, que la vida está llena de grises», concluye. EFE
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