José Carlos Rodríguez

Santiago de Compostela, 7 mar (EFE).- La trapecista Raquel Veganzones tuvo que abrirse camino desde bien pequeña para destacar en un mundo masculinizado como el del circo. Ahora, señala que el espectáculo se ha profesionalizado y con ello han desaparecido determinados roles que asociaban a las mujeres a ser “meras acompañantes” e incluso “cada vez se busca más la paridad”.

“Antes las mujeres en el circo tenían un rol muy asociado a lucir el cuerpo, a ponerse vestidos y ser las acompañantes de la figura central del espectáculo, que casi siempre era un hombre. Ahora creo que todo depende más de tu fortaleza física y de tus habilidades”, explica la trapecista en una entrevista con EFE.
Raquel nació en Valladolid y desde niña se interesó por el deporte y, especialmente, por los malabares y las acrobacias. A finales de los noventa decidió que aquello era lo suyo y se fue estudiar a la Escuela de Circo de Carampa, en Madrid, donde formó parte de la primera generación que realizó cursos de trapecio.
En una época en la que las artes circenses todavía estaban comenzando a adquirir carácter profesional en España, Raquel se fue a Londres a formarse en la Circus Space, donde estudió una licenciatura de dos años intensivos para después actuar en el circo tradicional, el “itinerante y de carpa de toda la vida”.
Con su espectáculo de trapecio de balanceo giró por Reino Unido, para después irse a trabajar a un crucero -seis meses por el Mediterráneo y otros tantos por el Caribe- e incluso a la India, donde estuvo también seis meses en un circo itinerante.
Ya en 2007 regresó a España y se afincó en Santiago con su marido, Girisho Gordon, también trapecista, con el que fundó Desastronauts, su proyecto personal.
“Nuestra manera de trabajar cambió. Fundamos una compañía y con ella actuamos en distintos municipios durante el verano, mientras que en el invierno nos dedicamos más a la educación”, afirma la trapecista, que imparte clases de técnicas aéreas en la escuela circense Circonove de Santiago.
El primer espectáculo que crearon fue ‘Un día de playa’, con el que recorrieron Galicia con la colaboración de CurturaActiva; además de ‘Losing Grip’, una obra en la que la acción tiene lugar en el aire en todo momento y que llevaron a países como Francia, Alemania o Finlandia.
Esta artista señala que en su época existían pocos referentes femeninos en su especialidad, debido a que es una disciplina que requiere de gran fuerza y corpulencia. Cita a Pinito del Oro, que fue la primera artista en recibir el Premio Nacional de Circo en 1990, aunque ella se fija más en Miss Mara, una trapecista de balanceo gaditana que se caracterizaba por el alto riesgo de sus números.
Raquel Veganzones opina que en el circo los “roles están muy fijados” y que tradicionalmente las mujeres han tenido la función de “lucir” el espectáculo, utilizando su cuerpo, vestuarios llamativos y una dulce sonrisa.
“En el circo en el que trabajé en Inglaterra yo era la ayudante del escapista. La figura femenina estaba solo para ser el objeto del truco”, explica.
Añade que muchos roles se forjan incluso en la infancia, ya que se ve “con buenos ojos” un niño que es “gracioso”, mientras que las niñas que “hacen gracia” se ven muchas veces como “algo negativo”.
Sin embargo, con la profesionalización del sector y la creación de compañías que llevan sus espectáculos a la calle o a distintos teatros, ahora hay mujeres porteadoras, trapecistas, payasas o incluso magas.
“Todo depende de tus habilidades”, comenta Raquel, que apunta a que ahora hay “galas de circo solo de mujeres” y que muchas compañías “buscan la paridad”.
“Cuando yo empecé en la escuela de circo eran mayoritariamente hombres y ahora, sorprendentemente, hay más mujeres”, explica una mujer que busca fomentar el rol femenino en el circo y junto a otras compañeras lleva el espectáculo de cabaré ‘Cirqueiras’ por diferentes zonas de Galicia.